Capítulo 11
Jesús pronuncia la Oración del Señor — Enseña acerca de cómo echar fuera demonios — Se declara mayor que Jonás y que Salomón — Reprende a los fariseos y les dice que a ellos se les demandará la sangre de los profetas.
1 Y aconteció que, estando Jesús orando en un lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
2 Y él les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes,
6 porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo qué ofrecerle;
7 y el de dentro, respondiendo, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme para dártelos?
8 Os digo que, si no se levanta a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.
9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá,
10 porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
11 ¿Y qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
12 O, si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión?
13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
14 Y estaba Jesús echando fuera un demonio, el cual era mudo; y aconteció que, después de haber salido fuera el demonio, el mudo habló y la gente se maravilló.
15 Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios.
16 Y otros, para tentarle, le pedían una señal del cielo.
17 Pero él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.
18 Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá en pie su reino? Porque decís que por Beelzebú yo echo fuera los demonios.
19 Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
20 Pero si por el dedo de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros.
21 Cuando el hombre fuerte y armado guarda su casa, en paz está lo que posee.
22 Pero si viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte sus despojos.
23 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.
24 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y, al no hallarlo, dice: Volveré a mi casa de donde salí.
25 Y cuando llega, la halla barrida y adornada.
26 Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; y entran y habitan allí; y el estado final de aquel hombre es peor que el primero.
27 Y aconteció que, mientras él decía estas cosas, una mujer de la multitud, levantando la voz, le dijo: ¡Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos que te criaron!
28 Y él dijo: ¡Antes bien, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan!
29 Y apiñándose la gente alrededor de él, comenzó a decir: Esta generación es mala; busca señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás.
30 Porque como Jonás fue señal a los ninivitas, así también lo será el Hijo del Hombre a esta generación.
31 La reina del sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar.
32 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque ante la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar.
33 Nadie pone en oculto la vela encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entren vean la luz.
34 La lámpara del cuerpo es el ojo; pues si tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero si es malo, también tu cuerpo está en tinieblas.
35 Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti sea tinieblas.
36 Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.
37 Y luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y Jesús entró y se sentó a la mesa.
38 Y el fariseo, cuando lo vio, se sorprendió de que no se hubiese lavado antes de comer.
39 Y el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato; pero vuestro interior está lleno de rapiña y de maldad.
40 ¡Necios!, el que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?
41 Pero de lo que tenéis, dad limosna; y he aquí todo os será limpio.
42 Pero, ¡ay de vosotros, fariseos!, que diezmáis la menta, y la ruda y toda hortaliza; pero pasáis por alto el juicio y la caridad de Dios. Pues estas cosas os era necesario hacer, sin dejar de hacer las otras.
43 ¡Ay de vosotros, fariseos!, que amáis las primeras sillas en las sinagogas y las salutaciones en las plazas.
44 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan por encima no lo saben.
45 Y respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.
46 Y él le dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley!, porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.
47 ¡Ay de vosotros!, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres.
48 De cierto dais testimonio de que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros.
49 Por eso, la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán,
50 para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo,
51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación.
52 ¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis.
53 Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera y a provocarle a que hablase de muchas cosas,
54 acechándole y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle.