Capítulo 35
En el día de la restauración, el desierto florecerá, el Señor vendrá, Israel será recogido y se establecerá Sion.
1 Se alegrarán el desierto y el erial; y el yermo se regocijará y florecerá como la rosa.
2 Florecerá profusamente y también se regocijará con alegría y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la majestad del Dios nuestro.
3 Fortaleced las manos caídas y afirmad las rodillas debilitadas.
4 Decid a los de corazón apocado: Sed fuertes, no temáis; he aquí que vuestro Dios vendrá con venganza; la recompensa de Dios vendrá; él vendrá y os salvará.
5 En ese tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los oídos de los sordos.
6 En ese tiempo el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo, porque aguas brotarán en el desierto y torrentes en el yermo.
7 Y el lugar reseco se convertirá en ciénaga y el sequedal en manantiales de aguas; la guarida de los chacales, donde se echan, será lugar de cañas y juncos.
8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará por allí ningún impuro; y será para los que anden por él, pues por más torpes que sean no se extraviarán.
9 No habrá allí león, ni fieras voraces subirán por él, ni allí se encontrarán, sino que los redimidos caminarán por él.
10 Y los rescatados de Jehová volverán y vendrán a Sion con cánticos; y habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; y alcanzarán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.