¿Qué hago si mi vida no es como me la imaginé?
Promesas proféticas
“Para cada persona que hace […] convenios, el servicio que el Señor la llama a prestar se adaptará perfectamente a esa persona en particular […].
“No pueden saber cuándo, ni durante cuánto tiempo, su misión individual se centrará en el servicio, en llamamientos como el de madre, líder o hermana ministrante. El Señor, por amor, no nos deja a nosotros la elección del momento, la duración ni la secuencia de nuestras asignaciones. Pese a ello, gracias a las Escrituras y a los profetas vivientes, ustedes saben que todas esas asignaciones llegarán, en esta vida o en la venidera, a todas las hijas de Dios. Y todas ellas son la preparación para la vida eterna en familias amorosas: ‘el mayor de todos los dones de Dios’ (Doctrina y Convenios 14:7)”.
1. Hermana ministrante
Requiere “la preparación de un corazón poderoso y lleno de amor, de una fe valiente en que el Señor no da mandamientos a menos que prepare el camino, y de un deseo de ir y hacerlo por Él”.
2. Líder
“Pueden y deben prepararse para su llamamiento a liderar en nombre del Señor cuando lo reciban. Necesitarán fe en Jesucristo, arraigada en su profundo amor por las Escrituras, para liderar a las personas y para enseñar Su palabra sin temor. Entonces estarán preparadas para tener al Espíritu Santo como compañero constante”.
3. Madre
“Necesitarán fe en Jesucristo más allá de la que jamás tuvieron en el corazón; y necesitarán la capacidad de orar para recibir la influencia, la guía y el consuelo del Espíritu Santo, más allá de lo que hayan sentido que era posible”.
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“Llegar a ser una mujer bajo convenio en colaboración con Dios es la forma en que las excelentes y buenas hijas de Dios siempre han sido madres, han liderado y ministrado, y han prestado servicio en cualquier circunstancia y lugar que Él ha preparado para ellas”.
Promesa profética:
“Les prometo que hallarán gozo en su camino hacia su hogar celestial, al regresar a Él como hijas de Dios que guardan sus convenios […].
“También testifico que Jesucristo es su Salvador; Él las ama. Y por medio de Su expiación, pueden ser purificadas y elevadas en los llamamientos importantes y santos que recibirán”.
- Presidente Henry B. Eyring, “Mujeres del convenio en colaboración con Dios”, Liahona, noviembre de 2019, págs. 70–73.