25.000 familias filipinas reciben ayuda humanitaria
Por Teresa Pangilinan y Arvin James Despuig
“Estamos agradecidos de que [la Iglesia mormona] haya escogido nuestro humilde barangay (aldea)”. — Pepito Reyes, capitán de la aldea Daldalayap, localizada en la provincia de Tarlac
En respuesta a dos tifones que azotaron Filipinas a finales de septiembre, causando inundaciones masivas, el Departamento de Bienestar de la Iglesia se ha unido a otras organizaciones locales no gubernamentales tales como el Club Rotario y la Iglesia Soroptomist, así como con el ejército filipino para distribuir artículos y kits de higiene a las ciudades y pueblos afectados.
La Iglesia proporcionó arroz, agua purificada, productos enlatados, fideos, mosquiteros, colchonetas y mantas a aproximadamente 25.000 familias.
Unos días después de los tifones, miembros de las estacas Camiling Este, Santa Cruz, Cabanatuan, Angeles y Malolos, Filipinas, pasaron horas preparando paquetes de artículos de socorro para los afectados por la calamidad. Después, con chalecos amarillos de Manos Mormonas que Ayudan, ayudaron a distribuir los artículos de socorro.
Pepito Reyes es el capitán de la aldea Daldalayap, localizada en la provincia de Tarlac.
“Estamos agradecidos de que [la Iglesia mormona] haya escogido nuestro humilde barangay (aldea)”, dijo él. “Esto realmente provino del cielo”.
Líderes del sacerdocio de la Estaca Malolos unieron sus esfuerzos con miembros de las estacas circunvecinas para ayudar a rescatar a personas del entorno inundado. El obispo Ruperto Dela Cruz, de la Estaca Valenzuela, proporcionó su moto de agua para ayudar en el proceso de rescate.
En Hagonoy, Bulacan, la casa del presidente de rama Leo Antonio Gatacilo estaba sumergida. Junto con muchos otros miembros de su unidad, él y su familia se vieron forzados a evacuar y refugiarse en el centro de reuniones.
Al darse cuenta de que no tenían alimentos ni agua disponibles, el presidente Gatacilo, que no sabe nadar, y tres otros líderes del sacerdocio, caminaron durante más de tres horas —una distancia de varios kilómetros— por aguas que les llegaban hasta el pecho a fin de llegar a la capital provincial de Bulacan, Malolos, donde les fue posible reunir algunas provisiones.
“Sólo pensé en mi familia y en los miembros de la rama y que necesitaban ayuda”, dijo él. “Confié en que los que iban conmigo me salvarían, sucediera lo que sucediera”.
Tirso Jagonoy y su esposa, Lea, de Calumpit, Bulacan, han estado ayudando en el proceso de socorro aun cuando su propia casa quedó devastada por la inundación.
“Lo perdimos todo”, dijo la hermana Jagonoy. “Mi familia y mis Escrituras son las únicas cosas que me quedan”.
Cuando se enteraron de que los líderes de la estaca estaban planeando distribuir artículos a los demás, decidieron que debían ayudar. “Se nos necesita mucho aquí”, dijo el hermano Jagonoy.
Lucita Magguodatu fue recipiente de las distribuciones de los miembros. “Estamos felices de recibir la ayuda porque somos pobres, y ya no tenemos recursos”, dijo ella.
Entre los beneficiados de los esfuerzos de rescate se encuentran estacas, distritos y comunidades de Tarlac, Paniquiu, Cabanatuan, Angeles, Camiling, Rosales, Bayambang, Ilagan, Hagonoy, Calumpit, Angeles, La Paz, Santa Cruz, Laguna y Pampanga.