El élder Bednar enseña a las mujeres el patrón espiritual de las cosas pequeñas y sencillas
Por Melissa Merrill, Noticias y Eventos de la Iglesia
Puntos destacados del artículo
- El élder David A. Bednar fue el orador final en la Conferencia de la Mujer en BYU de 2011.
- Enseñó la importancia de los cruciales patrones espirituales, como, por ejemplo: “Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6).
- Utilizó el ejemplo de un sistema de riego por goteo a fin de ilustrar la importancia de la constancia en las cosas que aparentemente son pequeñas y sencillas.
“Las personas comunes que realicen fiel, diligente y constantemente las cosas sencillas que son correctas ante Dios cosecharán resultados extraordinarios”. —Élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles
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El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó a las mujeres de la Iglesia un patrón espiritual importante: “Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6) durante la Conferencia de la Mujer en BYU, el 29 de abril de 2011. El pasaje de las Escrituras también fue el lema de la Conferencia de la Mujer.
El élder Bednar comenzó leyendo Doctrina y Convenios 52:14 y luego invitó a la congregación a considerar una frase específica de dicho versículo: “una norma en todas las cosas”.
“Una norma es una guía o un modelo”, dijo. “Los patrones se utilizan al coser y al tejer, al trabajar la madera y los metales, y en una amplia variedad de labores, actividades y empleos de la producción. Los patrones ayudan a evitar los desvíos estériles e indeseables , y facilitan la uniformidad que resulta apropiada y benéfica”.
El élder Bednar enseñó que los cruciales patrones espirituales se evidencian en la vida del Salvador, en las Escrituras y en las enseñanzas de los profetas y apóstoles vivientes. “Esos patrones espirituales son ahora, y han sido siempre, ayudas importantes para el discernimiento, y fuentes de guía y protección para los Santos de los Últimos Días fieles”, dijo.
El élder Bednar explicó que entre los poderosos patrones que utiliza el Señor para hacer avanzar Su obra está el patrón que se enseña en Alma 37:6: “Por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas”.
“A muchas personas en nuestro mundo contemporáneo las atraen las promesas de grandes resultados que se producen rápida y repentinamente”, dijo el élder Bednar. “Consideren, por ejemplo, todo el dinero que se gasta en billetes de lotería. Recuerden todas las afirmaciones de los mensajes publicitarios que han escuchado que prometen la pérdida de peso inmediata, la salud instantánea, el rápido crecimiento del cabello y una apariencia más joven en sólo catorce días. Somos bombardeados constantemente con mensajes de una diversidad de fuentes que promueven el rápido crecimiento de los músculos, la gratificación instantánea y un rendimiento destacado que impresionará a nuestras familias y amigos”.
De formas similares, el adversario hizo “llamativas afirmaciones con grandes resultados” en la vida preterrenal, dijo el élder Bednar, al citar Moisés 4:1, 3. A diferencia del método de Satanás y de los métodos del mundo, “el Señor por lo general ministra ‘uno por uno’” (3 Nefi 11:15), enseñó el élder Bednar. “Él nos faculta para que aprendamos ‘línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí’ (2 Nefi 28:30). Y logra Su obra al realizar grandes cosas por medio de medios pequeños y sencillos”.
“Creo que muchos, si no todos, los logros más gratificantes y memorables [alcanzados] en el hogar, en la Iglesia, en nuestros empleos y profesiones, y en nuestras comunidades serán producto de ese importante patrón espiritual: el de las cosas sencillas y pequeñas”, dijo el élder Bednar. “Hermanos y hermanas, debemos hallar gran consuelo en el hecho de que las personas comunes que realicen fiel, diligente y constantemente las cosas sencillas que son correctas ante Dios cosecharán resultados extraordinarios”.
Luego compartió tres ejemplos que ilustran la veracidad del patrón que dicta que “por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas”.
Gustavus Adolphus Perry
El primero fue el relato personal de Gustavus Adolphus Perry, el primer antepasado en unirse a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días del élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles. Gustavus; su esposa, Eunice; y sus siete hijos escucharon el mensaje del evangelio restaurado en 1830 y se bautizaron en 1832. Durante los años posteriores se congregaron junto con los Santos en Ohio, Misuri, Illinois y luego en el valle del Lago Salado.
En 1997, la familia Perry celebró el aniversario número 200 del nacimiento de Gustavus Perry. En preparación para la celebración, el hermano del élder L. Tom Perry “realizó una investigación intensiva” al individualizar tantos descendientes de Gustavus y Eunice como le fue posible. Halló más de 10 000.
El élder Bednar luego citó al élder Perry, quien dijo: “El número era sobrecogedor. No podía creer que pudiera haber más de 10 000 descendientes de Gustavus Adolphus Perry. En siete u ocho generaciones, su familia alcanzaba suficientes números como para organizar tres estacas de la Iglesia” (Devocional ofrecido en la Universidad Brigham Young, 11 de febrero de 1997, pág. 2).
El élder Bednar continuó: “En ese ejemplo vemos el poder de un gran patrón espiritual; las cosas pequeñas y sencillas llevan a efecto grandes cosas. Un esposo y una esposa fieles hicieron lo mejor que podían para criar hijos en rectitud; el testimonio y una arraigada conversión a Cristo persistieron durante las generaciones hasta los nietos, los bisnietos y millares más. Muchas oraciones familiares, experiencias de trabajo juntos, conversaciones del Evangelio, triunfos y tragedias, y días de reposo aparentemente comunes en numerosas familias a través de las generaciones produjeron un legado de fidelidad”.
Luke y Christiana Syphus y Joseph y Adelaide Ridges
El segundo relato que el élder Bednar compartió fue el de Luke Syphus y Christiana Long, quienes están entre los antepasados del élder Bednar y se unieron a la Iglesia en Inglaterra, se casaron y, luego, en la década de 1850, emigraron a Australia.
Durante la travesía de cinco meses, los Syphus entablaron una gran amistad con otra pareja, Joseph y Adelaide Ridges, quienes también emigraban a Australia de su Inglaterra natal. Cuando el buque llegó a su destino en abril de 1853, las familias Syphus y Ridges vivieron y trabajaron juntas en Pennant Hills, a unos 24 kilómetros al noroeste de Sídney.
Durante el viaje desde Inglaterra, los Ridges habían llegado a admirar a los Syphus por sus buenos hábitos, su bondad, fortaleza y devoción. Luke le prestó a Joseph un ejemplar del Libro de Mormón y un texto con enseñanzas del élder Orson Pratt. Tanto Joseph como Adelaide finalmente llegaron a tener una convicción de la veracidad del Evangelio y se bautizaron en 1853.
Joseph, a quien cuando era niño en Inglaterra le fascinaba una fábrica de órganos cercana a su hogar, comenzó a construir un pequeño órgano tubular de siete registros en su tiempo libre. El presidente de misión, Augustus Farnham, sugirió que el hermano Ridges donara el órgano a la Iglesia en Salt Lake City, a lo cual Joseph accedió. Con la ayuda de los miembros y los misioneros, Joseph desmanteló el órgano, empacó las partes y colocó el instrumento en la bodega de carga de un velero, el Jenny Lind. En 1856, las familias Ridges y Syphus y otras cien personas abordaron el buque y zarparon rumbo a Utah.
Al llegar a California, las familias cargaron el órgano en un carromato y lo transportaron a través del desierto valiéndose de una yunta de mulas. Arribaron a Salt Lake City en junio de 1857. El hermano Ridges instaló el pequeño órgano en el antiguo tabernáculo de adobe de la Manzana del Templo, donde ahora se erige el Salón de Asambleas. Ese simple instrumento fue el precursor de un gran órgano que el hermano Ridges construyó más adelante: el órgano del Tabernáculo de la Manzana del Templo. Se requerirían más de diez años para construir ese instrumento, y con el tiempo llegaría a tener 2 teclados, 27 pedales, 35 registros y unos 2000 tubos. Mide unos seis metros de largo, unos nueve de ancho y unos doce de alto (6 x 9,1 x 12.2 metros). Llegaría a ser, dijo el élder Bednar, “uno de los símbolos representativos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.
Ese ejemplo también demuestra el “gran patrón espiritual” de las cosas pequeñas y sencillas que llevan a efecto grandes cosas, manifestó el élder Bednar. “Los actos de bondad, de influencia recta y de compasión cristiana de Luke y Christiana fueron decisivos para llevar a efecto las conversiones de Joseph y Adelaide. Un órgano pequeño y sencillo de Australia ayudó a dar forma al gran órgano del Tabernáculo… No se produjeron resultados ni rápida ni repentinamente. Más bien, por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizaron grandes cosas”.
Los hijos del élder y la hermana Bednar
El tercer ejemplo que el élder Bednar compartió fue tomado de su propia vida. Después de que el élder Bednar terminó sus estudios en la Universidad Purdue, la familia Bednar se mudó a Fayetteville, Arkansas. “Susan y yo estábamos ansiosos por saber si la vida en verdad existía tras los estudios de posgrado”, dijo el élder Bednar. “Ansiábamos con gran entusiasmo la aventura de un nuevo comienzo para nuestra familia en una maravillosa comunidad”.
No obstante, uno de sus hijos regresó un día de la escuela y les dijo que varios niños le habían dicho que no podían jugar con él durante el recreo porque “él era mormón y no cristiano”. Su hijo quería saber por qué los niños decían esas cosas y actuaban de ese modo.
“Le dijimos sencillamente que ellos no conocían mucho sobre nuestras creencias e Iglesia; y que tendría una gran oportunidad de ser un misionero”, explicó el élder Bednar.
“Durante los meses y años siguientes, su hijo y sus dos hermanos, junto con un pequeño grupo de otros Santos de los Últimos Días que vivían en el área, se esforzaron por ser buenos ejemplos al participar en una amplia variedad de actividades escolares, innumerables certámenes deportivos y muchas actividades de la comunidad”, relató el élder Bednar. “Nuestros hijos ciertamente no eran perfectos… Eran jóvenes bastante normales, a quienes les gustaba divertirse y a menudo eran revoltosos. No obstante, nuestros hijos se esforzaron por vivir el Evangelio y ser ejemplo de los creyentes ‘en palabra, en conducta, en amor, en espíritu, en fe y en pureza’ (1 Timoteo 4:12). Declinaban las invitaciones para jugar en las selecciones deportivas si se preveía que las prácticas y los partidos serían los domingos. Y no participaban en actividades ni en eventos que expusieran sus normas”.
Conforme sus hijos avanzaron en los distintos niveles de la escuela secundaria, el élder y la hermana Bednar sintieron curiosidad al enterarse de que los padres de los amigos de sus hijos a menudo les preguntaban a éstos si los jóvenes Bednar asistirían a una cierta fiesta o alguna otra actividad.
“Curiosamente, si la respuesta era sí, entonces los padres permitían que sus hijos asistieran”, dijo el élder Bednar. “Si la respuesta era no, entonces con frecuencia muchos padres no permitían que sus hijos participaran. Continuamos atesorando las relaciones y amistades que entablamos con los padres de los amigos de nuestros hijos; buenos hombres y mujeres temerosos de Dios que no eran miembros de nuestra Iglesia”, explicó el élder Bednar.
Luego, en 1997, los Bednar se mudaron de Fayetteville a Rexburg, Idaho, donde el élder Bednar asumió como Rector del Colegio Universitario Ricks, que ahora es la Universidad Brigham Young–Idaho. Al prepararse para la partida, los Bednar visitaron a cierto número de amigos con quienes se habían relacionado durante muchos años.
“Le pedí un favor a un buen amigo a quien anteriormente le había entregado un ejemplar del Libro de Mormón y con quien a menudo había conversado sobre la Iglesia restaurada del Salvador”, explicó el élder Bednar a la audiencia. “Le indiqué que en nuestra comunidad con frecuencia se propagaban mentiras en cuanto a nuestra Iglesia y nuestras creencias. Él reconoció sin problemas que ocurrían tales cosas. Entonces le pedí su ayuda; él respondió que me ayudaría de buena gana.
“Le entregué un ejemplar del libro del élder M. Russell Ballard titulado Nuestra búsqueda de la felicidad: Una invitación para conocer La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y le pedí que lo leyera. Le expliqué que dado que yo ya no podría explicar nuestras creencias y defender nuestra Iglesia, necesitaba que él lo hiciera. Lo invité a ser un defensor de nuestra religión en una comunidad en la que a menudo se difamaba y ridiculizaba a los Santos de los Últimos Días”.
El amigo del élder Bednar aceptó y luego agregó: “Hemos estado observando a los jóvenes SUD en la escuela a lo largo de los años y todos sabemos que ustedes, los Santos de los Últimos Días, tienen algo que nosotros no tenemos. Haré lo mejor que pueda para contribuir a detener las mentiras”.
“Vaya cambio drástico de punto de vista en tan pocos años, de un patio de la escuela primaria y de las burlas a un niñito SUD, porque supuestamente no era cristiano, al reconocimiento por parte de padres prominentes en la comunidad de que ‘ustedes, los Santos de los Últimos Días, tienen algo que nosotros no tenemos’”, dijo el élder Bednar.
“En este ejemplo vemos otra vez el poder de un gran patrón espiritual, de que las cosas pequeñas y sencillas llevan a efecto grandes cosas. Un grupo relativamente pequeño de jóvenes y jovencitas vivieron el Evangelio de maneras pequeñas, sencillas y comunes. En innumerables ocasiones en las que muchos otros jóvenes usaban lenguaje vulgar e inapropiado, esos jóvenes discípulos no lo hacían. En innumerables ocasiones en las que otros jóvenes tenían una conducta impropia o inmoral, esos jóvenes discípulos no lo hacían. En innumerables ocasiones en las que otros jóvenes se centraban en sí mismos mediante el egocentrismo y el egoísmo, esos jóvenes discípulos a menudo se centraban en los demás con compasión y mediante el servicio. No se produjeron resultados ni rápida ni repentinamente. Más bien, por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizaron grandes cosas”.
Luego comparó el patrón espiritual que había descrito con el sistema de riego o irrigación por goteo, en el que se administra el agua de un modo más focalizado y frecuente que con otros métodos, proporcionando “un alto nivel de humedad en el suelo, donde las plantas pueden florecer”, manifestó el élder Bednar.
“Del mismo modo, si ustedes y yo nos centramos en recibir frecuentes gotas constantes de sustento espiritual, entonces las raíces del Evangelio pueden arraigarse con profundidad en nuestra alma, pueden llegar a establecerse y cimentarse firmemente y pueden producir un fruto extraordinario y delicioso”, explicó.
El patrón espiritual de las cosas pequeñas y sencillas que llevan a efecto grandes cosas produce firmeza y perseverancia, una devoción cada vez mayor, y una conversión más completa al Señor Jesucristo y a Su evangelio, explicó el élder Bednar.
“Conforme ustedes y yo llegamos a ser cada vez más firmes e inmutables, somos menos propensos a repentinas, celosas y exageradas manifestaciones de espiritualidad seguidas por extensos periodos de indolencia.
“Una persona que expresa repentinas manifestaciones espirituales es alguien que acostumbra mostrar expresiones repentinas de esfuerzos espectaculares seguidos por frecuentes y extensos periodos de reposo”, dijo. Mientras que “las grandes manifestaciones repentinas podrían parecer impresionantes a corto plazo… la firmeza en las cosas pequeñas con el tiempo es mucho más eficaz [y] mucho menos peligrosa y produce resultados mucho mejores”.
Después de ofrecer más ejemplos del presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) y del élder Neal A. Maxwell (1926–2004), el élder Bednar citó otros pasajes de las Escrituras que demuestran el principio de que “por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas”, entre ellos Doctrina y Convenios 64:33 y 123:16–17.
“En un mundo con una maldad cada vez mayor, en un mundo en que a lo bueno se llama malo y a lo malo se llama bueno, en un mundo en que se ponen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas (véase 2 Nefi 15:20), ustedes pueden recibir la bendición de ‘la esperanza de la justicia’ (Gálatas 5:5), ‘la luz de Jehová’ (Isaías 2:5), y de la protección contra el engaño (véanse 1 Nefi 15:24, Helamán 5:12)”, testificó el élder Bednar.
Luego concluyó con su testimonio de que Jesucristo vive y que es la Luz y la Vida del mundo.
La Conferencia de la Mujer, copatrocinada por la organización de la Sociedad de Socorro, se celebró el 28 y el 29 de abril en el campus de la Universidad Brigham Young.