Prepárate para “subir al monte”, el templo del Señor
Por Linda K. Burton, Presidenta General de la Sociedad de Socorro
Puntos destacados del artículo
- La asistencia al templo requiere preparación, la cual comienza en el hogar.
“Nuestra mayor preparación para el templo comienza en el hogar y en el ejemplo que damos, tanto en la actitud como la prioridad dada a nuestra asistencia al templo”. —Linda K. Burton, Presidenta General de la Sociedad de Socorro
Una de mis cosas preferidas de Utah es vivir tan cerca de las hermosas y majestuosas montañas. El Señor con frecuencia ha utilizado las montañas como lugares sacros para enseñar a Sus siervos cosas sagradas y darles a conocer Sus obras y Su voluntad para Sus hijos amados. Las Escrituras contienen relatos de Nefi, Moisés, el hermano de Jared y el mismo Salvador subiendo a un monte para estar en comunión con nuestro Padre Celestial. Los templos son el monte de la casa de Jehová en nuestros días.
El montañismo requiere preparación física y mental. ¿Quién de nosotros se atrevería a intentar escalar el Monte Everest sin hacer preparativos meticulosos, tal vez hasta por un extenso periodo de tiempo, a fin de estar en la mejor condición física y mental posible para hacer ese ascenso? ¿Somos tan cuidadosos y atentos en nuestra preparación para “subir al monte de Jehová” (Salmos 24:3) en Sus santos templos?
Cuando nuestros hijos eran muy pequeños, el Templo de Jordan River, Utah, estaba en construcción y muchas veces pasábamos por el templo cuando íbamos a visitar a la abuela y al abuelo Burton. No podíamos resistir cantar juntos la querida canción de la Primaria “Me encanta ver el templo” cada vez que pasábamos por allí. Una frase de ese himno que siempre me impresionó profundamente dice: “Desde niño me prepararé; es mi deber sagrado”.
El Señor con frecuencia ha utilizado las montañas como lugares sacros para enseñar a Sus siervos cosas sagradas y darles a conocer Sus obras y Su voluntad para Sus hijos amados. Los templos son el monte de la casa de Jehová en nuestros días.
Mi esposo es presidente de una estaca de jóvenes adultos solteros. Él constantemente entrevista a jóvenes por recomendaciones para el templo, tanto para recibir su propia investidura como para matrimonios en el templo. Ha compartido conmigo cuán emocionante es para él entrevistar a los jóvenes que se han preparado cuidadosamente y son lo suficientemente maduros en las cosas espirituales como para recibir su propia investidura. En ocasiones, él se asombra de algunos jóvenes que desean entrar al templo y que, sin embargo, han pensado poco o nada en prepararse para ese ascenso espiritual importante.
Algunos tienen poco o ningún apoyo espiritual en el hogar por parte los padres que no son miembros o son menos activos. Otros no están preparados, porque algunas personas que podrían ayudarles no están seguras de lo que es apropiado para enseñar acerca de la preparación para el templo. Otros sencillamente no aprovechan las clases de preparación para el templo que se ofrecen a nivel de barrio o de estaca.
“Uno de los grandes propósitos del Señor para organizar la Sociedad de Socorro era preparar a Sus hijas para las bendiciones mayores del sacerdocio, cual se hallan en las ordenanzas y convenios del templo” (Hijas en Mi Reino, 2011, pág. 146). Nuestro propósito sigue siendo el mismo hoy.
Prepárense para asistir al templo.
Algunas sugerencias apropiadas y útiles incluyen:
• Creer en nuestro Padre Celestial, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.
• Cultivar un testimonio de la expiación de Jesucristo y del Evangelio restaurado.
• Sostener y seguir al profeta viviente.
• Reunir los requisitos para obtener la recomendación para el templo al ser moralmente [limpios], guardar la Palabra de Sabiduría, pagar un diezmo íntegro y vivir en armonía con las enseñanzas de la Iglesia.
• Dar tiempo, talentos y medios para ayudar a edificar el reino del Señor.
• Participar en la obra de historia familiar.
• Ser enseñable y reverente.
• Vestir con modestia y cuidar nuestro aspecto personal (véase Hijas en Mi Reino, pág. 24).
Nuestra mayor preparación para el templo comienza en el hogar y en el ejemplo que damos, tanto en la actitud como la prioridad dada a nuestra asistencia al templo. Me sentí profundamente conmovida hace años, cuando oí el relato que contó la hermana Anne Pingree de dos hermanas de la Sociedad de Socorro en Nigeria, que habían caminado durante un viaje de ida y vuelta de 29 kilómetros de distancia, “sólo para obtener una recomendación para el templo, que sabían que nunca tendrían el privilegio de utilizar” (“Mirando de lejos lo prometido”, Conferencia General de octubre de 2003).
Nuestra mayor preparación para el templo comienza en el hogar y en el ejemplo que damos, tanto en la actitud como la prioridad dada a nuestra asistencia al templo.
¿Por qué? Trataban de seguir el consejo del profeta de ese momento, el presidente Howard W. Hunter, quien enseñó: “El Señor desearía que todo miembro adulto fuera digno de obtener una recomendación para entrar en el templo y que la tuviera aun cuando viva lejos de ellos y no pueda asistir inmediatamente ni muy seguido” (“Un pueblo deseoso de asistir al templo”, Liahona, marzo de 2004). ¡Piensen en el impacto que su ejemplo debe de haber tenido en sus hijos! Después de escuchar esta historia, reflexioné en mi propio ejemplo y establecí una meta sobre el templo para mejorar en ese aspecto y ser mejor.
“Las ordenanzas salvadoras que se reciben en el templo y que nos permiten regresar algún día a nuestro Padre Celestial en una relación familiar eterna, y ser investidos con bendiciones y poder de lo alto, merecen todo sacrificio y todo esfuerzo”. —Presidente Thomas S. Monson
Nuestro amado profeta, el presidente Thomas S. Monson nos ha recordado: “Aquellos que comprenden las bendiciones eternas que se reciben mediante el templo saben que ningún sacrificio es demasiado grande, ningún precio demasiado caro ni ningún esfuerzo demasiado difícil para recibir esas bendiciones. Nunca es demasiada la distancia que hay que viajar, demasiados obstáculos que sobrellevar ni demasiada incomodidad que soportar. Entienden que las ordenanzas salvadoras que se reciben en el templo y que nos permiten regresar algún día a nuestro Padre Celestial en una relación familiar eterna, y ser investidos con bendiciones y poder de lo alto, merecen todo sacrificio y todo esfuerzo” (“El santo templo: un faro para el mundo”, Conferencia General de abril de 2011).
Agrego mi testimonio de estas verdades. Invito a cada uno de nosotros a prepararnos cuidadosamente, a nuestros hijos y a los que necesitan nuestra ayuda para “levantarse y subir… al monte” (1 Nefi 17:7).
“Invito a cada uno de nosotros a prepararnos cuidadosamente, a nuestros hijos y a los que necesitan nuestra ayuda para “levantarse y subir… al monte” (1 Nefi 17:7)”. —Hermana Linda K. Burton