Los hábitos simples nos ayudan a vivir con un propósito y con verdadera intención
Por Marianne Holman Prescott, redactora de Church News
Puntos destacados del artículo
- Tomar la Santa Cena, orar y estudiar las Escrituras son maneras sencillas pero vitales para evitar las distracciones y mantener una visión eterna.
“Empiecen ya. Vivan una vida con propósito. Pongan en su lugar el poder de la multiplicación de los hábitos diarios, en los aspectos importantes de sus vidas”. —Hermano Randall L. Ridd, de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes
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Es por medio de una vida prudente y centrada que encontraremos el éxito y llegaremos a ser más como nuestro Padre Celestial, enseñó el hermano Randall L. Ridd, segundo consejero de la Presidencia General de los Hombres Jóvenes, durante un reciente devocional mundial.
“El efecto multiplicador de los hábitos diarios, con propósito y verdadera intención, puede marcar una gran diferencia en todos los aspectos de nuestra vida”, dijo él. “Puede suponer la diferencia entre pasar a duras penas por una vida común y corriente, o tener un éxito inmenso y cumplir con la medida de nuestra creación”.
Pasivamente a la deriva
Tener muchas opciones y oportunidades, puede ser una bendición y una maldición. “Demasiadas opciones y el temor de tomar malas decisiones, a menudo conducen a la parálisis para tomar una decisión”.
Muy a menudo las personas se preguntan si hay una mejor opción a la vuelta de la esquina, así que esperan y acaban por no escoger nada. Ese estado pasivo es como estar en un bote salvavidas con nada más que las olas en toda dirección y sin saber en qué sentido remar. Es necesario avistar tierra para proporcionar la motivación y el propósito. “Las personas que no mantienen un claro sentido de propósito están a la deriva. Quienes están a la deriva permiten que las mareas del mundo decidan hacia dónde deben ir”.
El antídoto para ese estado pasivo es vivir con un propósito y verdadera intención.
Vivir con un propósito
Gracias al Evangelio, podemos centrarnos en cumplir nuestro propósito, en vez de pasar toda nuestra vida tratando de descubrirlo.
Cuando el hermano Ridd era joven y trataba de decidir si iba a servir en una misión, se inscribió en la escuela, tenía una buena beca, novia, un buen trabajo y estaba en el ejército. Empezó a pensar que era demasiado tarde para servir en una misión porque era un poco mayor que otros misioneros. Él oró para recibir la respuesta de no tener que ir. Entonces un pensamiento acudió a él: “¿Qué es lo que el Señor quiere que hagas?”. En ese momento tenía que decidir si iba a hacer lo que él quería hacer o lo que el Señor quería que hiciera.
“Ésa es una pregunta que todos haríamos bien en preguntarnos con frecuencia”, dijo. “Muchas veces tenemos la actitud de ‘a donde me mandes, iré, Señor, con tal de que sea donde yo quiera ir y lo que yo quiera hacer’”.
Vivir con verdadera intención
“Vivir con ‘verdadera intención’ significa comprender el ‘porqué’ y estar al tanto de los motivos detrás de sus acciones. Sócrates dijo: ‘Una vida sin examen no merece la pena ser vivida’. Mediten en cómo pasar el tiempo y pregúntense con regularidad, ‘¿por qué?’. Esto les ayudará a desarrollar la capacidad de ver más allá del momento. Es muchísimo mejor mirar hacia adelante y preguntarse: ‘¿por qué hacer eso?’, en vez de mirar atrás y decir, ‘¿por qué, oh, por qué hice eso?’. Si la única razón es porque Dios quiere que lo hagan, ésa es una razón válida”.
Cómo evitar las distracciones, la importancia de concentrarse
Cuando nos distraemos por las cosas del mundo, nos estamos robando el tiempo que podríamos invertir en hacer el bien, además podemos perdernos todo un mundo espiritual a nuestro alrededor. “Quizás no sepamos reconocer los susurros espirituales que el Espíritu Santo está ansioso por darnos para dirigir nuestra vida y bendecir a otros. Por el contrario, si nos centramos en las cosas del Espíritu… estamos menos propensos a ser desviados por las tentaciones y las distracciones del mundo”.
El poder de las cosas pequeñas
La idea de que los actos pequeños y sencillos, pero con propósito, pueden tener grandes consecuencias, tiene un sólido apoyo en las Escrituras. Hay gran poder en el efecto multiplicador de cosas pequeñas que hacemos cada día.
“Las cosas pequeñas y sencillas están actuando en sus vidas ahora mismo, o a favor o en contra de ustedes”, dijo él. “Al igual que el Señor utiliza tales cosas para edificarlos, Satanás las utiliza para distraerlos y conducirlos lenta y casi imperceptiblemente fuera de la senda”.
Las tres cosas pequeñas y sencillas que nos pueden ayudar a “acudir a Dios” y a mantener nuestra visión eterna son:
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Tomar la Santa Cena
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Orar
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Estudiar las Escrituras
Hagan de los hábitos regulares, como tomar la Santa Cena, orar y estudiar las Escrituras, una prioridad máxima, enseñó el hermano Ridd.
“Testifico que el hacer estas cosas constantemente y con ‘verdadera intención’ no sólo marca la diferencia, sino que marca toda la diferencia”.
“Los profetas, pasados y presentes, nos han suplicado que hiciéramos cosas pequeñas y sencillas, como orar y estudiar las Escrituras. Entonces, ¿por qué no lo hacen todas las personas? Quizás una razón sea porque no vemos dramáticas consecuencias negativas si fallamos un día o dos, de la misma manera que los dientes no se pican y se caen la primera vez que se nos olvida cepillarlos. La mayoría de las consecuencias, tanto positivas como negativas, vendrán después, con el tiempo. Pero vendrán”.
Es por medio de una vida prudente y centrada que encontraremos el éxito y llegaremos a ser más como nuestro Padre Celestial.
“Empiecen ya. Vivan una vida con propósito. Pongan en su lugar el poder de la multiplicación de los hábitos diarios, en los aspectos importantes de sus vidas. Les prometo que dentro de un año, o bien se alegrarán de haber empezado hoy o desearían haber empezado”.
El hermano Ridd habló en el devocional mundial para jóvenes adultos, el cual se originó en el centro de la Universidad Brigham Young-Idaho, en Rexburg, Idaho, y se transmitió vía satélite a todo el mundo el 11 de enero.