El relato de Adán y Eva nos enseña una verdad que vale la pena destacar: Los hombres y las mujeres son igualmente importantes y esenciales para el plan de Dios.
A algunas culturas se les hace difícil tratar tanto a las mujeres como a los hombres con el respeto que merecen; pero cada persona es un hijo de Dios, ¡capaz de hacer cosas asombrosas!
“Cuando las mujeres y los hombres trabajan juntos, logramos mucho más que cuando trabajamos por separado”, enseñó la hermana Jean Bingham, Presidenta General de la Sociedad de Socorro. “Nuestras funciones son complementarias y no competitivas”1.
¿Qué puedes hacer dentro de tu esfera de influencia para fomentar el respeto tanto hacia los hombres como hacia las mujeres?
Nota
1. De “Unidos para llevar a cabo la obra de Dios”, Conferencia General de abril de 2020.