El mes pasado tuve una oportunidad inesperada de visitar Harmony, Pensilvania.
Allí, bajo los arces, se restauró el sacerdocio a José Smith y a Oliver Cowdery.
Cerca de esos árboles está la puerta principal de la casa de José y Emma. Frente a la chimenea de la casa hay una ventana; me paré junto a esa ventana y me pregunté lo que pensaría Emma al observar los árboles.
Esta es esa ventana.
Actualmente es el protector de pantalla de mi teléfono.
Quiero recordar siempre lo que aprendí en Harmony sobre las hijas de Dios.
Después de salir de Harmony ese día, me sentí inspirada a compartir un discurso en la conferencia general con las hijas de Dios sobre Su poder, el cual puede ayudarnos a vencer lo que sea que la vida nos depare, y llegar a ser las hijas que Él sabe que podemos llegar a ser.
Las ordenanzas del sacerdocio, junto con el cumplimiento de nuestras promesas por convenio, permiten que el poder de Dios se manifieste en nosotros.
Vivamos juntos a la altura de nuestros privilegios.
—Emily Belle Freeman
Presidenta General de las Mujeres Jóvenes