“Si Dios me lo demuestra, entonces creeré”.
Puedes ver la lógica de declaraciones como esa, ¿verdad? En la vida secular es razonable —incluso sabio— probar algo antes de comprarlo.
Pero así no es cómo Dios obra. A veces Él nos pide que sigamos adelante con fe antes de recibir las respuestas que estamos buscando. ¡Un excelente sinónimo de fe es acción! Y a diferencia de nuestros compañeros en la vida terrenal, Dios siempre es honrado y confiable. Una parte importante de nuestra experiencia terrenal es aprender a confiar en Él.
“La fe no viene por las señales, mas las señales siguen a los que creen” (Doctrina y Convenios 63:9). En otras palabras, ten fe y entonces pueden venir las señales.
Por supuesto, el Señor no retiene cada fragmento de evidencia hasta después de que nos hayamos probado a nosotros mismos. El Espíritu Santo nos impulsa, nos anima y nos inspira a lo largo del camino. Nos puede ayudar a saber o, al menos, a sentir fuertemente, que estamos en el camino correcto (Alma 32:28–43 describe bien este proceso).
Así que sigue adelante. Sigue orando. Mantén el corazón abierto. Con el tiempo, ¡tanto la creencia como la evidencia fluirán en tu vida!