Imagina que alguien te salvara la vida. Y más que eso, que muriera al salvarte. Una de las últimas cosas que esa persona diría mientras estaba en la tierra sería una sencilla petición, te pediría que dedicaras unos minutos cada semana para recordar su sacrificio.
Bueno, eso es más o menos lo que ocurrió en la Última Cena. Jesucristo y Sus discípulos estaban celebrando la fiesta judía de la Pascua. Esa es una festividad que honra la ocasión en la que el ángel destructor pasó sin dañar a Moisés y a los israelitas (acabamos de terminar de aprender sobre eso en Éxodo, ¿lo recuerdas?).
Como parte de la comida, Jesús dio a Sus discípulos la Santa Cena por primera vez. Les pidió que comieran y bebieran para recordarle. También les dijo que se amaran los unos a los otros. Ellos cantaron un himno, Jesús ofreció una oración y luego nuestro Salvador entró en Getsemaní, donde sufrió por cada uno de nosotros.
Leer más:
Nota: Esto es parte de una serie sobre la semana previa a la resurrección del Salvador.