Un vestido de bodas y un plan
“El matrimonio lo decretó Dios” (D. y C. 49:15).
Lori se sentó en la cama de Karyn, su hermana mayor, mientras ésta terminaba de preparar su bolso del templo. Karyn se casaría ese día.
Lori estaba entusiasmada por ir a la recepción de la boda esa noche, pero al mismo tiempo se sentía triste. Su hermano mayor, que había servido en una misión, podía entrar en el templo con Karyn, así como sus padres, pero Lori y sus dos hermanos menores no podían hacerlo.
“Quisiera estar contigo en el templo”, dijo Lori.
Karyn levantó la mirada de lo que estaba haciendo y dijo: “Yo también, pero estarás justo afuera, y algún día yo iré contigo al templo cuando te cases”.
Lori ya no se sentía tan triste, pero estaba pensando en algo más. “¿Cómo supiste que querías casarte con Matt?”, preguntó.
Karyn se sentó junto a Lori. “Hace mucho tiempo aprendí que el Padre Celestial tiene un plan para mí. Cuando conocí a Matt, me di cuenta de que juntos podríamos cumplir ese plan”.
“¿Has terminado ese plan?”, preguntó Lori.
Karyn movió la cabeza en señal negativa. “Matt y yo queremos tener hijos, completar nuestros estudios y muchas cosas más”.
Lori dirigió la mirada al hermoso vestido blanco que estaba colgado en la puerta del armario de Karyn. “Tu vestido es muy bonito”, dijo.
Karyn sonrió. “Esa es otra parte del plan”, dijo. “Siempre quise casarme en el templo, así que mi vestido debe ser modesto”.
Algunas horas después, Lori observaba cómo Karyn y Matt salían del templo; sus rostros estaban radiantes.
Lori corrió hasta donde estaba Karyn y la abrazó.
Varias semanas más tarde, Lori recibió una fotografía por correo; era de Karyn y de Matt enfrente del templo. Karyn había escrito en la parte superior: “El Padre Celestial tiene un plan para ti”.
Lori puso la fotografía encima de la cómoda. Se prometió a sí misma que algún día iría al templo y que su rostro resplandecería tal como el de su hermana.