La formación académica y la Restauración


La formación académica ha sido parte significativa de la Restauración del Evangelio. En uno de sus mensajes, el presidente Eyring analiza dicha historia.

“Desde los tiempos de José Smith hasta nuestra época, se puede ver la evidencia de que la conversión al evangelio de Jesucristo trae consigo un deseo de aprender. José Smith, cuando era muy joven, tradujo el Libro de Mormón de planchas escritas en un lenguaje que nadie en la tierra comprendía. Lo hizo mediante el don divino de la revelación. Pero posteriormente contrató un tutor para que les enseñara a él y a otros líderes de la Iglesia sobre los antiguos idiomas. José Smith no tenía formación académica formal; sin embargo, el efecto que el Evangelio causó sobre él, le hizo desear aprender más para poder ser más útil para Dios y para los hijos de Dios.

“Cuando los Santos de los Últimos Días fueron expulsados de Missouri por el populacho, edificaron una ciudad llamada Nauvoo, en la orilla del río Mississippi. A pesar de la pobreza y de vivir en las fronteras, aún así organizaron una universidad... El plan de estudios incluía idiomas (alemán, francés, latín, griego y hebreo), matemáticas, química, geología, literatura e historia...

“Cuando los Santos en Utah aún estaban sufriendo para producir suficientes alimentos, organizaron escuelas. Sintieron el impulso de elevar a sus hijos hacia la luz y a ser más útiles por medio de la formación académica. Dicho impulso es más que una tradición cultural. Es el fruto natural de vivir el evangelio de Jesucristo. Lo vemos hoy en todo el mundo, cuando los misioneros... que han plantado la buena palabra de Dios y han servido fielmente, invariablemente se despierta en ellos un gran deseo de auto superación; y con ello viene el deseo de aprender más y de adquirir mayores destrezas” (véase “Real-Life Education,” New Era, abril de 2009, pág. 2–8; véase también “Education for Real Life”, Ensign, octubre de 2002, pág. 14).