El presidente Boyd K. Packer, que sirvió como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde 1970, falleció el 3 de julio de 2015. Le sobrevive su esposa, la hermana Donna Smith Packer.
- Sus primeros años
- Matrimonio y familia
- Se le llama al Cuórum de los Doce Apóstoles
- Maestro y testigo
- Siempre se esforzó por mejorar
Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no sólo han perdido a un dedicado líder con el fallecimiento del presidente Boyd K. Packer, el presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles, han perdido a un maestro supremo que enseñó con claridad hasta los temas más complejos.
El presidente Packer dedicó su vida a servir a su Padre Celestial y a enseñar a los hijos del Padre Celestial, empezando por su propia familia, después con una trayectoria profesional en seminario y luego en su ministerio mundial como Autoridad General. Se fijó en el Salvador como su modelo de enseñanza. En su libro de 1975, Enseñad diligentemente, escribió:
“Consideren la declaración del Señor cuando dijo: ‘¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27) …
“No vacilo en afirmar que deseo enseñar como Él enseñó. Aun cuando eso esté muy por encima de mi capacidad, Él es, no obstante, mi ideal …
“No es inapropiado que cualquiera de nosotros aspire a ser como Él”1.
Cuando era joven, el presidente Packer prometió a Dios una lealtad plena e inquebrantable durante toda su vida2. Vivió de acuerdo con esa promesa y dejó un legado que será un ejemplo espiritual para otros discípulos de Jesucristo. Aunque es posible que el mundo en general no conozca todas las contribuciones de Boyd K. Packer, sus obras son conocidas por la Fuente que las inspiró.
Sus primeros años
Boyd Kenneth Packer nació el 10 de septiembre de 1924, el décimo de los once hijos de Ira Wight Packer y Emma Jensen Packer. Era una familia en la que el trabajo arduo y la obediencia a los principios del Evangelio eran, simplemente, una forma de vida. Ira era un diestro mecánico que tenía un garaje de reparación de autos en Brigham City, Utah, a unos 100 km al norte de Salt Lake City. Tanto el padre como la madre de Ira procedían de granjas. Emma creció amando la naturaleza y el aire libre, un amor que transmitiría a su hijo Boyd. El amor de éste por el aire libre, la naturaleza y los animales se expresó en muchas de sus obras artísticas, en particular en su detalladas y delicadas tallas de pájaros.
Sus antepasados fueron pioneros, británicos por parte de su padre y escandinavos por la de su madre. La aldaba de bronce de la puerta de la casa del presidente Packer y de las casas de sus nietos sigue el modelo de una de sus tallas de un buey de yunta. Para los miembros de la familia Packer, esa figura simboliza dos cosas importantes: en primer lugar, sus antepasados pioneros y, en segundo lugar, su disposición y su fe para llevar el yugo del Maestro (véase Mateo 11:29–30)3.
“A veces, mientras crecía, pensaba que éramos pobres”, escribió en una historia breve de su vida. “Luego me di cuenta de que no era cierto. Simplemente no teníamos nada de dinero. Siempre fuimos ricos en las cosas más importantes de nuestra vida”4.
Cuando tenía 5 años, Boyd contrajo polio. Su enfermedad fue diagnosticada en un primer momento como neumonía y Boyd se recuperó, aparentemente, sin secuelas importantes. Pero la polio le causaría dificultades más adelante.
Debido a la Segunda Guerra Mundial, no pudo servir en una misión. En 1943 se alistó en las Fuerzas Aéreas del ejército de los Estados Unidos y en 1944 se graduó como piloto. Fue entrenado para pilotar bombarderos y pasó casi un año destinado en Japón después del final de la guerra. Debido al dolor que sufrió mientras servía como piloto, se le hicieron radiografías que revelaron secuelas de la polio que había padecido en los huesos deformados de sus rodillas y su cadera. (En los últimos años de su vida, las secuelas de la polio le obligaron a usar una silla de ruedas).
Mientras estaba en el ejército, tuvo muchas oportunidades de estudiar el Evangelio y leyó el Libro de Mormón varias veces. Se refería a ese libro como “la influencia más poderosa de mi vida”5. En más de una ocasión relató cómo obtuvo su testimonio personal de la verdad del Evangelio en un aislado búnker, una noche, en una pequeña isla del océano Pacífico. De ese búnker salió un hombre diferente, porque lo sabía. Lo que había sido una creencia y una esperanza se cristalizó en una certeza. Lo sabía6.
También halló la manera de ser misionero. Boyd K. Packer fue uno de los soldados Santos de los Últimos Días que ayudaron a volver a llevar el Evangelio a Japón a mediados de la década de 1940. Fue instrumental para llevar a la Iglesia a Tatsui Sato, cuyas traducciones posteriores ayudaron a muchos miembros japoneses a disfrutar de las Escrituras y de las ceremonias del templo en su propio idioma.
Matrimonio y familia
Cuando regresó a casa, se matriculó en el Colegio superior Weber (actualmente la Universidad Weber State) en Ogden, Utah. Allí conoció a Donna Smith, con quien se casó el 28 de julio de 1947 en el Templo de Logan. Llegarían a ser padres de diez hijos: Allan, Kenneth, David, Laurel, Russell, Spencer, Gayle, Kathleen, Lawrence y Eldon.
El presidente Packer siempre atribuyó a su esposa el éxito de su vida familiar. La describía como una mujer dinámica que había tenido “una gran y poderosa influencia motivadora”7.
Su influencia en él fue bien descrita por un viejo amigo, el élder A. Theodore Tuttle (1919–1986), del Primer Cuórum de los Setenta. Él y el presidente Packer sirvieron juntos como maestros y administradores en el Sistema Educativo de la Iglesia.
En el prefacio de uno de los libros del presidente Packer, su amigo Theodore escribió: “El élder Packer tiene a su disposición una fuente de inspiración que nadie más tiene: Donna… De ella nacieron sus diez hijos y es ella quien ha asumido una gran parte de la responsabilidad de criarlos, debido al llamamiento de él como ‘testigo especial’. Ella es su amor, su amiga y su silencioso apoyo”8.
El presidente y la hermana Packer fueron unos ejemplos maravillosos de unidad. Su hijo Allan explica: “Si ven a mi papá, ven a mi mamá. Si ven a mi mamá, ven a mi papá. Están juntos; están unidos. Influían el uno en el otro, especialmente, por supuesto, en el hogar”.
Su papel como padre siempre fue su máxima prioridad, así que encontró tiempo para sus hijos. Si estaba tallando madera o pintando y sus hijos querían participar, les dejaba hacerlo. Su hijo Allan recuerda: “Se detenía y nos daba un pincel con un poco de pintura, para que pudiéramos trabajar. Y luego, cuando perdíamos el interés… comenzaba las reparaciones. Así que debajo de algunas de esas capas de pintura están algunas de las contribuciones de los niños”9.
Cuando era un joven padre, Boyd sirvió en la Iglesia en llamamientos locales y también en su comunidad, como concejal del ayuntamiento de Brigham City. Al mismo tiempo trabajaba para el Sistema Educativo de la Iglesia. Se había graduado con un título de grado universitario del Colegio Superior Weber en 1948 y con una licenciatura de la Universidad Utah State en 1949. Cursó una maestría también en la Universidad Utah State en 1954 y un doctorado en educación en la Universidad Brigham Young en 1962.
En 1955 fue nombrado ayudante del administrador de seminarios e institutos de la Iglesia. Estaba sirviendo en esa posición cuando fue llamado como Ayudante de los Doce en octubre de 1961, poco después de cumplir 37 años. Mientras era Ayudante de los Doce, también sirvió como presidente de la Misión de Nueva Inglaterra, donde su integridad y capacidad le ayudaron a hacer muchos amigos para la Iglesia entre los líderes sociales y empresariales.
A pesar de la enorme exigencia de esos llamamientos, el presidente Packer siguió poniendo a su familia en primer lugar. Su hijo Allan dijo: “Siempre… supo que la familia era la organización eterna, así que la familia tenía prioridad. Si llamábamos a su oficina, su secretaria tenía instrucciones de que, fuera cual fuera la hora a la que llamáramos o la reunión en la que se encontrara, siempre podríamos comunicarnos con él. Y ésa fue nuestra experiencia, aunque sólo necesitáramos decirle “hola”. En ocasiones nos sentimos algo avergonzados si interrumpíamos una reunión con algunas de las Autoridades Generales, pero las instrucciones eran ésas: siempre estaba disponible”10.
Se le llama al Cuórum de los Doce Apóstoles
En 1970 fue llamado al Cuórum de los Doce, tras la muerte del presidente David O. McKay. Su servicio en el cuórum comenzó con el sostenimiento de un nuevo presidente de la Iglesia: el presidente Joseph Fielding Smith. Los llamamientos posteriores del élder Packer para presidir el Cuórum también coincidirían con el sostenimiento de nuevos presidentes de la Iglesia. En junio de 1994, cuando el presidente Howard W. Hunter mantuvo al presidente Thomas S. Monson como segundo consejero de la Primera Presidencia, el élder Packer, el siguiente apóstol de más antigüedad, pasó a ser el Presidente en Funciones. En febrero de 2008 fue apartado como Presidente del Cuórum después de que el presidente Monson se convirtiera en Presidente de la Iglesia.
En 1970, un artículo que informaba sobre su llamamiento al Cuórum de los Doce citaba al élder Packer hablando de cómo había planificado su vida:
“Hace unos años escogí varios objetivos básicos de la vida, cosas que quería ser y hacer. En primer lugar, quería ser un buen padre… La forma de ganarme la vida, las aficiones y hasta las oportunidades sociales debían sopesarse para comprobar si eran acordes o no con ese ideal. No tardé en darme cuenta de que el plan perfecto para la paternidad era el Evangelio… El hogar es el centro del Evangelio y de mi vida …
“La segunda meta que tenía era que… quería ser bueno, bueno para algo. Sobre todo quería ser un buen hijo, tanto para mi padre terrenal como para mi Padre Celestial. Nunca pensé que me mereciera tener buenos hijos a menos que yo pudiera ser un buen hijo también. He creído que contribuimos a la gloria de nuestro Padre Celestial cuando añadimos a nuestra persona como un ser digno más. He sentido que no era digno de obtener aquello que no estaba dispuesto a dar”.
El élder Packer habló también de cómo podemos recibir ayuda al intentar conseguir objetivos como ésos: “Considero que hay un gran poder en la Iglesia, en todos nosotros, que está sin aprovechar, porque siempre intentamos hacer las cosas a nuestra manera, cuando la manera del Señor conseguiría unos resultados mucho mayores… ¿Por qué no hablamos con nuestro Padre, de forma concreta y sobre problemas reales, con la misma frecuencia que lo haríamos con nuestro padre terrenal si él estuviera cerca?”11.
El servicio del presidente Packer en el liderazgo general de la Iglesia aportó muchos años de estudio bajo la mano del Señor. Su ministerio abarcó generaciones y continentes.
Una mujer recordaba la influencia que el élder Packer tuvo en su vida cuando ella era una adolescente, cuando él discursó en el tabernáculo de los pioneros de su pueblo, al sudeste de Idaho, en la década de 1960. El élder Packer exhortó a los jóvenes de la congregación a ir a casa y expresar a sus padres el amor que sentían por ellos y su gratitud por sus sacrificios. Ese tipo de expresiones de amor no eran habituales en casa de ella ni en casa de sus compañeros. El mensaje del élder Packer le hizo reflexionar sobre el coste que suponía para sus padres, en términos de trabajo y abnegación, el criar a una gran familia con los ingresos de una pequeña granja. Eso le hizo apreciar más a sus antepasados pioneros y su legado espiritual.
En Alemania, a principios de la década de 1970, el presidente Packer y su esposa tuvieron que viajar en tren de Múnich a Berlín, por la noche, para cumplir con una de las asignaciones de la Iglesia del presidente Packer. Dos jóvenes misioneros les habían llevado hasta el tren. Cuando el tren estaba saliendo de la estación, uno de los jóvenes élderes preguntó, a través de la ventana, si el élder Packer tenía dinero alemán. Cuando el élder Packer le respondió que no, el misionero, corriendo junto al tren, le entregó un billete de 20 marcos.
Unas horas después, ese billete de 20 marcos resultó crucial para que pudieran terminar su viaje sanos y salvos. Le ayudó a cambiar la opinión de un soldado de Alemania Oriental, que podía haber sacado del tren a la hermana Packer y la podía haber arrestado porque su tipo de pasaporte, más antiguo, no era aceptado por el gobierno del soldado.
El joven misionero que había entregado ese billete de 20 marcos a aquel apóstol que estaba de visita era David A. Bednar, que 30 años más tarde serviría con el presidente Packer en el Cuórum de los Doce. El propósito del relato, dijo el presidente Packer, es que cuando estamos en el servicio del Señor no tenemos que preocuparnos por si podremos ser capaces de cumplir con nuestras asignaciones, porque Su mano estará con nosotros12. Cualquiera que haya seguido el ministerio de Boyd K. Packer sabe que la mano del Señor estaba con él.
El amor que sentía por el resto de los Santos de los Últimos Días podía sentirse cuando ministraba entre ellos. En un lugar estrecho y empinado de las tierras altas de los mayas, en la Estaca Momostenango, Guatemala, hay un pequeño centro de reuniones que el élder Packer dedicó a mediados de la década de 1980. Los miembros que estaban presentes recuerdan con cariño cómo la fuerza de su testimonio conmovió a sus espíritus. Todavía podían sentir el amor que notaron cuando un apóstol del Señor caminó entre ellos.
Maestro y testigo
Las Autoridades Generales que sirvieron con Boyd K. Packer en el Cuórum de los Doce llegaron a conocer su capacidad para enseñar sobre los principios del Evangelio, así como su firmeza al seguirlos. “El élder Packer es un gran maestro”, comentó el presidente James E. Faust (1920–2007), que sirvió como consejero de la Primera Presidencia. “Aunque todos los apóstoles son maestros, él es un maestro entre los Doce”. El amor por las Escrituras del élder Packer y el uso que hizo de ellas en puestos de liderazgo influyeron en la dirección de toda la Iglesia, afirmó el presidente Faust13.
El élder Russell M. Nelson comentó en una ocasión que cuando el Cuórum de los Doce reflexionaba sobre un problema, el élder Packer solía buscar enseñanzas relevantes en el Libro de Mormón para encontrar una solución. “Sin el Libro de Mormón, el élder Packer no podría ser el profeta que es. Es un vidente con dones del Espíritu”. Su enseñanza basada en las Escrituras se caracteriza por una “profunda comprensión”, agregó el élder Nelson. “Nadie ha llegado a conocer la profundidad de este hombre”14.
En una ocasión, se le preguntó al élder Packer si resultaba difícil para doce hombres de aguda inteligencia, con unos orígenes muy distintos, ponerse de acuerdo sobre la dirección que debían seguir los asuntos de la Iglesia. Él explicó que los miembros de los Doce “tienen algo en común que no comparte nadie más en la tierra”. Aportan una gran fortaleza y capacidad individual para asumir sus responsabilidades colectivas y luego someten su voluntad, unánimemente, a la inspiración divina recibida. “Todos nosotros somos nuestra propia persona y todos tenemos un carácter decidido, pero todos somos uno”15.
En sus últimos años, la expresión de su testimonio apostólico pareció volverse más urgente para él y más sencillo que nunca. La voz del testimonio del élder Packer fue una constante fiable para la Iglesia, unas palabras de testimonio que nunca titubearon. A quienes le escuchaban nunca les resultó difícil discernir que Boyd K. Packer lo sabía.
Tras el sostenimiento del presidente Monson en la Conferencia General de abril de 2008, la explicación que el presidente Packer dio de lo sucedido reflejaba tanto la reverencia por los llamamientos de la Iglesia como su certeza con respecto a su origen divino. “No había duda ni vacilación en cuanto a lo que debía hacerse”, dijo. “En esa sagrada reunión, Thomas Spencer Monson fue sostenido por el Cuórum de los Doce Apóstoles como Presidente de la Iglesia”. El proceso no era nuevo, explicó el presidente Packer. “El Señor mismo puso en marcha este modelo de administración” 16.
En 2010, el presidente Packer regresó a su ciudad natal, Brigham City, para dar la palada inicial del Templo de Brigham City, Utah, en el lugar donde se encontraba su antigua escuela primaria. Dos años más tarde, presidió su dedicación.
Durante todo el proceso demostró su característica humildad. “No propuse que hubiera un templo en Brigham City”, dijo. “Fue una sugerencia de las Autoridades Generales. Mi contribución fue no oponerme a la idea. Y lo mismo sucedió con la dedicación; no me la asigné a mí mismo. Me alegro de que me la asignaran; me siento agradecido”17.
Siempre se esforzó por mejorar
Durante toda su vida, el presidente Packer se esforzó constantemente por mejorar. Se refirió a los apóstoles vivientes, incluyéndose a sí mismo, como “gente normal” que se puede preguntar por qué se les ha llamado a este sagrado oficio. “Carezco de tanta preparación; mi esfuerzo por servir deja tanto que desear. Hay sólo una cosa, un único requisito que pueda explicarlo. Al igual que Pedro y todos los que han sido ordenados desde entonces, yo poseo ese testimonio.
“Sé que Dios es nuestro Padre. Él presentó a Su Hijo, Jesucristo, a José Smith. Les declaro que sé que Jesús es el Cristo. Sé que Él vive… Él llevó a cabo Su expiación. Testifico de Él”18.
Hace muchos años, después de recibir un testimonio personal en aquella pequeña isla del Pacífico, él quería dar algo a cambio. Deseaba formalizar su compromiso como discípulo de Jesucristo.
“Se había vuelto vitalmente importante”, recordaba, “determinar esa intención entre el Señor y yo, para que yo supiera que Él conocía la forma en que yo había comprometido mi albedrío. Fui ante Él y le dije: ‘No soy neutral, y puedes hacer conmigo lo que quieras. Si necesitas mi voto, está allí. No me importa lo que hagas conmigo, y no me tienes que quitar nada porque yo te lo doy; te doy todo, todo lo que poseo, todo lo que soy’”19.
Notas
- Boyd K. Packer, Teach Ye Diligently, 1975, págs. 18, 19.
- Véase Lucile C. Tate, Boyd K. Packer: A Watchman on the Tower, 1995, pág. 62.
- Véase Don L. Searle, “Élder Boyd K. Packer: Discípulo del Supremo Maestro”, Liahona, mayo de 1987, pág. 10.
- Boyd K. Packer, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 9.
- Boyd K. Packer, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 10.
- Véase Tate, Boyd K. Packer, pág. 60.
- Boyd K. Packer, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 11.
- A. Theodore Tuttle, prefacio de Teach Ye Diligently, de Boyd K. Packer, págs. viii–ix.
- Entrevista con Allan Packer, 1 de mayo de 2015.
- Entrevista con Allan Packer, 1 de mayo de 2015.
- Boyd K. Packer, en Jay M. Todd, “Boyd K. Packer of the Council of the Twelve”, Improvement Era, mayo de 1970, págs. 4, 5.
- Véase Boyd K. Packer, “El billete de veinte marcos”, Liahona, junio de 2009, págs. 20–22.
- James E. Faust, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 13.
- Russell M. Nelson, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 13.
- Boyd K. Packer, en Searle, “Elder Boyd K. Packer”, pág. 13.
- Boyd K. Packer, “Los Doce”, Liahona, mayo de 2008, pág. 83.
- Boyd K. Packer, en Gerry Avant, “Rooted in Heritage of Brigham City’s Pioneers”, Church News, 2 de septiembre de 2012, 3.
- Boyd K. Packer, “Los Doce”, pág. 87.
- Boyd K. Packer, en Tate, Boyd K. Packer, pág. 62.