La importancia de la formación académica es un tema recurrente, tanto en las Escrituras como en las enseñanzas de los profetas y apóstoles de los últimos días. En repetidas ocasiones los miembros de la Iglesia han recibido el consejo de obtener toda la formación académica posible y de prepararse para ayudar donde sea que estén.
El presidente Henry B. Eyring, primer consejero de la Primera Presidencia, quien habló en la inauguración de dos edificios de la Universidad Brigham Young–Idaho el 17 de diciembre, dijo que la formación académica, en particular el conocimiento del Evangelio, no viene todo de una vez o sin esfuerzo.
Pasajes de las Escrituras sobre la formación académica
Las Escrituras contienen muchas exhortaciones para que el pueblo del Señor se forme académicamente. Aquí hay algunas para considerar:
- D. y C. 130:18–19: Retendremos el conocimiento que adquirimos en esta vida cuando pasemos a la siguiente.
- Proverbios 1:5: Los sabios buscarán conocimiento.
- D. y C. 88:118: Debemos buscar conocimiento tanto por el estudio como por la fe.
- D. y C. 90:15: Debemos familiarizarnos con libros buenos, idiomas y culturas.
- Para más referencias sobre la formación académica, vea la entrada sobre formación académica en la Guía Tópica.
“No podemos ver el futuro con precisión, pero sí podemos saber qué es lo que el Señor desea lograr y lo que será necesario para que califiquemos personalmente para participar”, dijo el presidente Eyring. La formación académica es un tema que él ha comentado con frecuencia, durante su tiempo como Rector de Colegio Universitario Ricks (ahora BYU–Idaho), como Comisionado de Educación Superior de la Iglesia, durante su servicio como apóstol y como consejero de la Primera Presidencia.
En un mensaje publicado en la revista New Era de abril de 2009, el presidente Eyring dijo, “El Señor y Su Iglesia siempre han fomentado la formación académica para aumentar nuestra habilidad de servirlo a Él y a los hijos de nuestro Padre Celestial. Para cada uno de nosotros, cualesquiera que sean nuestros talentos, Él nos tiene preparado servir; y para hacerlo bien siempre incluye el aprendizaje, no sólo una vez o por un tiempo limitado, sino continuamente”.
Por esta razón, él dijo en el mismo mensaje, “el verdadero aprendizaje debe tener un poderoso componente espiritual. Dicho componente espiritual, cuando es eficaz, refine y eleva los objetivos de educación total... Recuerden, ustedes están interesados en la educación, no sólo para la vida mortal sino para la vida eterna. Cuando vean esa realidad con claridad, pondrán la formación espiritual en primer lugar y sin despreciar la formación secular. De hecho, trabajarán más arduamente en su formación secular que si lo hicieran sin esa visión espiritual”.
También les advirtió que su “formación jamás debe cesar. Si acaba en la puerta de la clase el día de graduación, habremos fracasado; y necesitaremos la ayuda de los cielos para saber cual de la multitud de cosas que podríamos estudiar sería más sabio aprender...
“La verdadera vida para la que nos estamos preparando es la vida eterna”, dijo el presidente Eyring. “El conocimiento secular tiene para nosotros un significado eterno. Nuestra convicción es que Dios, nuestro Padre Celestial, desea que vivamos la vida que Él vive”.
- Lea los comentarios del presidente Eyring acerca de la formación académica.
Élder Nelson
El élder Russell M. Nelson del Quórum de los Doce Apóstoles, quien también participó en la asamblea dedicatoria, ha recalcado la importancia de la formación académica muchas veces durante su ministerio. Por ejemplo, el 26 de enero de 2010, en un devocional de BYU–Idaho, explicó a los estudiantes que obtener una formación académica no sólo es una oportunidad, sino que también es una responsabilidad religiosa.
“¡Su mente es valiosa! Es sagrada”, dijo él. “Por tanto, la formación académica de la mente también es sagrada. En verdad, la formación académica es una responsabilidad religiosa. Claro, nuestras oportunidades y habilidades variarán. Pero, en la consecución de la formación académica de cada uno, el deseo individual es más importante que la institución que ustedes elijan; el impulso personal es más significativo que el profesorado.
“Nuestro Creador espera que Sus hijos en todas partes adquieran una formación como esfuerzo personal. El dio este mandamiento: “Buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (D. y C. 88:118; cursiva agregada). Cuando abandonen esta frágil existencia, sus posesiones materiales permanecerán aquí, pero el Señor ha declarado que el conocimiento que adquieran aquí se levantará con ustedes en la resurrección (véase D. y C. 130:18-19). A la luz de esta perspectiva celestial, si impulsivamente abandonan o acortan su formación académica, no sólo despreciarían un decreto divino sino que también abreviarían su propio potencial eterno”.
El élder David A. Bednar habla en la dedicación del Centro BYU–Idaho el 17 de diciembre de 2010.
Élder Bednar
Mientras servía como Rector del Colegio Universitario Ricks, antes de que se convirtiera en BYU–Idaho, el élder Bednar discursó en una de las semanas educativas patrocinadas por el Colegio. En dicho discurso, pronunciado en 1999, habló de la importancia de que los padres enseñen a sus hijos.
Vínculos relacionados
“Los padres no han de enseñar simplemente a sus hijos”, dijo el élder Bednar. “Sino que han de enseñarles a entender; y entender es un don de Dios.
“... Dentro de un hogar centrado en Cristo, el amor y la confianza invitan la presencia del Espíritu Santo. En un hogar así, el Espíritu Santo puede enseñar a los hijos a entender. Al final, no son los padres quienes enseñan. Claro está que los padres, con diligencia y eficacia, deben explicar las doctrinas básicas del Evangelio, enseñar principios verdaderos y compartir experiencias sagradas; pero ¿quien en verdad enseña y certifica la veracidad de lo que llegamos a saber? El Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad. Él es el Consolador que sabe todas las cosas. Por tanto, Él puede escudriñar la mente y el corazón de todos nosotros y luego otorgarnos una bendición, según nuestras necesidades y circunstancias individuales; y es la enseñanza y la certificación del Espíritu que produce entendimiento. Los padres en Sión tienen la responsabilidad de establecer y mantener esa clase de hogar centrado en Cristo y lleno del espíritu”.