“No existe escena más dulce ni momento más sagrado que los de ese día tan especial en el que contraen matrimonio. En ese lugar y en ese momento vislumbran el gozo celestial”, dice el presidente Thomas S. Monson, al compartir sus profundos sentimientos sobre el matrimonio en el templo. Agrega: “Tienen la importante responsabilidad de elegir no sólo a la persona con la que saldrán, sino también a la persona con la que se casarán…”.
“El día más importante de mi vida fue el día en que mi querida Dantzel y yo nos casamos en el santo templo”, dice el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Las posesiones materiales y los honores del mundo no perduran; pero sí su unión como esposa, esposo y familia. El único periodo de duración de la vida familiar que satisface las añoranzas más sublimes del alma humana es la eternidad. Ningún sacrificio es demasiado grande para tener las bendiciones de un matrimonio eterno”.
Llegar a conocerse el uno al otro
Antes de hacer convenios de matrimonio eterno, el élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, anima a la idea de aprender tanto como se pueda del posible cónyuge. “Si desean casarse bien, averigüen bien”, dice él. “Deben salir juntos, seguido de un cortejo prudente, reflexivo y concienzudo. Deben tener suficientes oportunidades para experimentar el comportamiento del posible cónyuge en una variedad de circunstancias”. Él advierte que al mismo tiempo que llegamos a conocer a los posibles compañeros eternos “debemos darnos cuenta de que un buen matrimonio no requiere un hombre o una mujer perfectos; sólo requiere un hombre y una mujer dispuestos a esforzarse juntos para alcanzar la perfección”.
“Les ruego que salgan con muchas personas”, insta el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, haciendo eco del consejo del élder Oaks de pasar tiempo para conocer a los posibles cónyuges. “[Les ruego] que sepan con qué clase de persona desean estar… asegúrense de lo que esa persona realmente quiera ser; lo sabrán si averiguan si asiste a sus reuniones de la Iglesia, si tiene un testimonio y si está dispuesta a hablar de sus metas eternas”.
Busquen atributos esenciales
“Al buscar a un compañero eterno, considera a alguien que esté desarrollando los atributos esenciales que brindan felicidad”, enseña el élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles. Esta persona debe tener cualidades como “amor profundo por el Señor y por Sus mandamientos, determinación de obedecerlos, comprensión bondadosa, deseo de perdonar a los demás y disposición a dar de sí, el deseo de tener una familia bendecida con hermosos hijos y la determinación de enseñarles los principios de la verdad en el hogar”.
El élder Scott también sugiere que quienes buscan a un cónyuge deben mirarse a sí mismos para asegurarse que sean la clase de persona con quien desean casarse. “Cuando sientan que tienen interés en una joven”, dijo a los hombres jóvenes, “demuéstrenle que son una persona extraordinaria que a ella le interesará conocer más a fondo… Si desean tener una esposa maravillosa, deben hacer que ella los vea como un hombre maravilloso y un posible esposo”.
Sean discípulos verdaderos
“¿Desean ustedes capacidad, seguridad y protección en el noviazgo y en el romance, en la vida matrimonial y en la eternidad?”, pregunta el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Sean fieles discípulos de Jesús. Sean Santos de los Últimos Días genuinos y devotos de palabra y hechos. Crean que su fe tiene que ver en todo lo relacionado con su romance, porque así es. Separar el noviazgo del discipulado es riesgoso… Jesucristo, la Luz del Mundo, es la única lámpara con la cual pueden ver con éxito el sendero del amor y la felicidad”.