“La Sociedad de Socorro siempre ha sido una fortaleza para la Iglesia”, dice el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Siempre ha ayudado a proporcionar lo que hiciese falta en cada etapa del desarrollo de la Iglesia. En la actualidad, su contribución es más intensa debido a los tiempos difíciles en que vivimos. No es un programa en sí; es el Evangelio, el Evangelio en acción en la vida de nuestras extraordinarias mujeres. En tiempos difíciles nos damos cuenta de que ofrece a sus miembros y, por extensión, a toda la Iglesia, exactamente lo que necesitamos como ayuda ahora mismo”.
Los apóstoles del Señor Jesucristo continuamente dan testimonio de la fidelidad de las mujeres y su misión e identidad únicas durante la vida mortal, en la Iglesia y en la eternidad.
Una historia de fe
El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, destaca la fortaleza y la diversidad de las hermanas de la Sociedad de Socorro en los primeros días de la Restauración y observa que las hermanas presentes y futuras puedan aprender de su unidad y su determinación. Él dice: “La historia de la Sociedad de Socorro está colmada de relatos de ese notable servicio desinteresado. En los terribles días de la persecución y las privaciones sufridas mientras los fieles se trasladaban de Ohio a Misuri, después a Illinois, y luego a través de los yermos en dirección al Oeste, las hermanas, en medio de su pobreza y aflicciones, cuidaban de otras personas. Si les leyera ahora algunos de esos relatos, llorarían como yo lo he hecho. Se sentirían conmovidas por su generosidad, pero aún más al reconocer la fe que las elevaba y sostenía”.
Explica que las hermanas procedían de una gran diversidad de circunstancias, pero que todas ellas enfrentaron los desafíos y angustias comunes de la vida. “Su determinación, fruto de la fe para servir al Señor y al prójimo, parece que no les evitaba las tormentas de la vida, sino que las lanzaba directamente en medio de ellas”, dice el presidente Eyring. “Algunas eran jóvenes y otras mayores. Provenían de muchos pueblos y tierras, lo mismo que ustedes hoy; no obstante, eran de un solo corazón y una sola voluntad… estaban resueltas a ayudar al Señor a edificar Su Sión, donde pudiera existir la vida feliz que el Libro de Mormón les había descrito tan vívidamente”.
La Sociedad de Socorro bendice a las familias
El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, dice: “La Sociedad de Socorro es muy importante para todos los miembros de la Iglesia. Todos hemos sido bendecidos gracias al ejemplo y al servicio de las hermanas”.
Comenta que ha recibido bendiciones a través de la Sociedad de Socorro y el servicio de las mujeres en su familia. “Yo mismo he recibido ese beneficio de por lo menos cuatro generaciones: de mi abuela, mi madre, mi esposa y mis hijas”, dice.
“Entre los recuerdos más vívidos de mi infancia tengo el de mi abuela cuando se arreglaba para ir al pueblo a prestar, con alegría y resolución, su servicio en la Sociedad de Socorro. El liderazgo de mi madre en la Sociedad de Socorro de una de las estacas de BYU ejerció su influencia en cientos de mujeres jóvenes que se preparaban para toda una vida de servicio a su familia, a la Iglesia y a la comunidad. He hablado con muchas de ellas en mis diversos viajes por toda la Iglesia”.
“En Chicago, mis hijos y yo aprendimos del amor cristiano y del servicio al ver el ejemplo de mi esposa cuando trabajaba en su llamamiento como presidenta de la Sociedad de Socorro del barrio. Posteriormente, en la Universidad Brigham Young, tuvimos la alegría de ver a nuestras hijas trabajar también en esta organización en sus respectivas ramas. Toda la familia ha recibido bendiciones mediante el servicio de la Sociedad de Socorro”.
Mujeres de Dios
“Mis queridas hermanas, creemos en ustedes”, dice el élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Confiamos en su bondad y su fortaleza, en su inclinación a la virtud y al coraje, en su amabilidad y valor, en su fuerza y resistencia, y contamos con todo ello. Creemos en su misión como mujeres de Dios y somos conscientes de que ustedes son el pegamento emocional (y a veces espiritual) que mantiene unidas a las familias y muchas veces a los barrios. Creemos que la Iglesia simplemente no podrá alcanzar su potencial sin la fe, la fidelidad, la tendencia innata a anteponer el bienestar de los demás al suyo, y la fortaleza y la tenacidad espiritual de ustedes. Creemos que el plan de Dios es que ustedes sean reinas y reciban las bendiciones más elevadas que toda mujer puede recibir en esta vida y en la eternidad… Jamás pierdan su preciada identidad al hacer algo que pueda poner en peligro el prometido futuro eterno que su Padre Celestial les ha preparado”.
El élder Ballard dijo después que una mujer que conoce su identidad como hija de Dios puede tener una gran influencia. Él dice: “Toda hermana que defiende la verdad y la rectitud disminuye la influencia del mal. Toda hermana que fortalece y protege a su familia está haciendo la obra de Dios; toda hermana que vive como una mujer de Dios se convierte en un ejemplo para los demás y planta las semillas de una influencia justa que se cosechará en las décadas venideras. Toda hermana que haga convenios sagrados y los observe llegará a ser un instrumento en las manos de Dios”.