“Hijos, ¿cuándo fue la última vez que dijeron a sus padres que los aman?”, pregunta el élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles. Él indica que los hijos pueden ayudar a los padres a “ser más diligentes y atentos en nuestro hogar” al expresar amor de manera frecuente y sincera.
Sin embargo, después de expresar su amor, es importante que los hijos demuestren que su amor es sincero mediante sus acciones.
“Debemos recordar que el decir ‘Te amo’ es solamente el comienzo”, continúa el élder Bednar. “Debemos decirlo, decirlo de corazón y, lo más importante, demostrarlo constantemente. Debemos expresarlo y también demostrar el amor”.
Crecer en amor
Según “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, los hijos deben ser criados en amor y rectitud. Los padres son responsables de enseñar a sus hijos a amarse y servirse el uno al otro y a obedecer los mandamientos. Pero los padres no están solos en el esfuerzo de criar hijos justos. El Señor ha enviado profetas y apóstoles a la tierra para continuar enseñando y aconsejando a los hijos y a sus padres.
“Pequeñitos, recién están comenzando sus vidas”, dice el presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Serán probados, quizás más que cualquier otra generación que haya vivido aquí.
“[El Hijo de Dios] vive. Sé que Él vive”, continúa el presidente Packer. “En esta Iglesia hay miles de personas que dan testimonio de Él, y yo doy testimonio de Él y les digo nuevamente que deben recordar, cosas que deben aprender ahora que son pequeñitos”.
Honrar a sus padres
Hijos demuestren su amor al honrar y obedecer a sus padres. El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero en la Primera Presidencia, anima a los hijos a recordar el mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor tu Dios te da” (Mosíah 13:20).
El Señor presentó este mandamiento con una promesa, explica el presidente Eyring, y es el único mandamiento de los Diez Mandamientos con una promesa.
“Tal vez sus padres ya no vivan; en algunos casos, quizás piensen que sus padres no son dignos del honor y del respeto de los hijos; es posible que jamás los hayan conocido, pero ustedes les deben la vida”, dice. “Y en cada uno de los casos, aun si no se les prolonga la vida, la calidad de ésta mejorará simplemente por recordar a los padres con honor”.
Leer las Escrituras
Cuando los hijos honran a sus padres, ayuda a invitar al Espíritu Santo en el hogar, el cual crea un ambiente donde se puede enseñar el Evangelio. El élder Neil L. Andersen, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseña que los hijos deben conocer por sí mismos la veracidad del Evangelio. Hace hincapié en la importancia de la plegaria de un niño en una canción de la Primaria:
Dime la historia de Cristo, hazme sentir
cosas que yo de sus labios quisiera oír
(“Dime la historia de Cristo”, Canciones para los niños, pág. 36).
El leer los relatos de Jesús enseña a los niños sobre Su ejemplo y el amor que Él tiene por ellos, dice el élder Andersen. Cada niño necesita desarrollar en algún momento su propio testimonio, independientemente de sus padres, amigos y líderes de la Iglesia.
“Vivan a la altura de sus importantes responsabilidades y gran capacidad espiritual”, dice el élder Andersen a los niños. “Procuren saber más sobre Jesucristo; abran las Escrituras. Una idea podría ser leer otra vez el libro de Juan, y después analizarlo con sus padres, maestros o entre ustedes”.
Hacer lo justo
El leer las Escrituras también proporciona ejemplos de lo que ocurre a las personas cuando toman una decisión correcta o una incorrecta. Estos ejemplos pueden ayudar a los niños a hacer lo justo mientras crecen en un mundo en que las influencias externas pueden hacer que las malas decisiones parezcan atractivas.
“Espero y ruego que ustedes, los excelentes niños y jóvenes de la Iglesia, tengan el valor de ‘hacer lo justo’ continuamente”, dice el élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Más aún, les sugiero que cada uno elija o busque recordatorios que les ayuden a ustedes y a sus seres queridos a hacer lo justo cuando deban tomar una decisión. Un prendedor, un anillo de HLJ o un vestido blanco colgado en un armario pueden ser de gran influencia si se relacionan con nuestros deseos de mantener la pureza y rectitud. Y, más importante que los recordatorios materiales, es tener en nuestro corazón la convicción profunda de vivir de tal manera que tomemos las decisiones correctas, no sólo por la paz y la felicidad que tendremos en este mundo ahora, sino también por las que lograremos para la eternidad”.
Se promete a los niños que recibirán felicidad eterna si continuamente eligen hacer lo justo.
El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, anima a los niños a usar su albedrío rectamente cuando tomen una decisión.
“Podemos ser conducidos y guiados a hacer lo bueno si escuchamos y aceptamos los consejos y enseñanzas de nuestros padres, de los maestros de la Primaria y la Escuela Dominical, y de otras personas que nos aman”, dice. “Aunque no es posible que ellos estén continuamente a nuestro lado durante toda nuestra vida, podemos sentir su amor y sus oraciones. Ellos sólo desean nuestra felicidad, y saben que esto no es posible a menos que vivamos rectamente”.
Los siervos del Señor oran por los niños
Los Santos de los Últimos Días ven a los niños como espíritus preciosos confiados a nosotros por nuestro Padre Celestial. El Salvador estableció un gran ejemplo cuando pidió que dejaran a los niños venir a Él, y el presidente Packer sigue ese ejemplo.
“Mis queridos hermanitos, mis queridos niños, yo sé que Dios vive”, dijo. “Sé qué se siente cuando Él pone Su mano sobre uno y lo llama a Su servicio. Les doy mi testimonio, y comparto con ustedes este testimonio especial. ¡Él es el Cristo y los ama! Oro por ustedes, nuestros pequeños, y le ruego que mire a nuestros niños y los bendiga”.