“Que siempre seamos valientes y estemos preparados para defender lo que creemos, y si tenemos que estar solos en el proceso, que lo hagamos con valor, con esa fortaleza que viene del conocimiento de que en realidad nunca estamos solos cuando estamos con nuestro Padre Celestial”, dijo el presidente Thomas S. Monson durante la sesión del sacerdocio de la conferencia general de octubre de 2011.
“Se nos han enseñado y se nos continúan enseñando las leyes de Dios”, dijo el presidente Monson. “A pesar de lo que vean o escuchen en otros lugares, esas leyes son inalterables”. Nos instó a cada uno de nosotros a edificar un fundamento firme y a desarrollar fortaleza para que estemos preparados cuando llegue el momento de defender nuestras creencias.
“Para que podamos ser fuertes y soportar todas las fuerzas que nos arrastran en la dirección equivocada o todas las voces que nos invitan a tomar el camino equivocado, debemos tener nuestro propio testimonio”, dijo el presidente Monson. “Ya sea que tengan 12 o 112 años, o cualquier edad, pueden saber por ustedes mismos que el evangelio de Jesucristo es verdadero”.
El testimonio lleva a la valentía
El presidente Monson contó su propia experiencia en un campamento de entrenamiento de la Marina, que fue la primera vez que él recuerda que tuvo la valentía de defender sus creencias. El primer domingo, el suboficial comandante ordenó que los reclutas asistieran a la iglesia. Mientras se llamaba a diferentes denominaciones y salían, el presidente Monson vio a aquellos a su alrededor desaparecer hasta estar seguro de que el oficial sólo lo estaba mirando a él.
“Les aseguro que me sentí completamente solo”, dijo el presidente Monson. “Con valor y determinación sí, pero solo. Y entonces escuché las palabras más dulces que oí decir a ese suboficial. Miró hacia donde yo estaba y preguntó: ‘¿Y ustedes, muchachos, qué se consideran?’.
“Hasta ese momento no había visto si había alguien más detrás de mí o a mi lado en el campo de entrenamiento. Casi al unísono, cada uno de nosotros respondió: ‘¡Mormones!’ Es difícil describir la alegría que me invadió el corazón cuando me di vuelta y vi a un pequeño grupo de marineros.
“Desde ese día ha habido ocasiones en las que no había nadie detrás de mí y entonces sí tuve que mantenerme firme yo solo. Qué agradecido estoy de que tomé la decisión hace mucho tiempo de permanecer firme y fiel, siempre preparado y listo para defender mi religión, en caso de que fuese necesario”.
Un acto de fe
Los profetas y apóstoles de la actualidad han aconsejado a los Santos de los Últimos Días de manera regular que defiendan firmemente sus creencias y que actúen de acuerdo con esas creencias. El presidente Dieter F. Uchtdorf nos desafió a estar totalmente consagrados a la causa de compartir el Evangelio al llevar a cabo acciones decisivas.
“El comprometerse a hacer algo es como lanzarse al agua”, dijo el presidente Uchtdorf. “Una persona está comprometida o no lo está, o se avanza o se permanece inmóvil; no hay punto medio. Todos enfrentamos momentos de decisión que cambian el resto de nuestra vida. Como miembros de la Iglesia, debemos preguntarnos: ‘¿Me lanzaré o permaneceré en el borde? ¿Daré un paso al frente o simplemente meteré los dedos del pie para probar la temperatura del agua?’
“En calidad de miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos hemos comprometido a andar por el sendero del discipulado; nos hemos comprometido a seguir el ejemplo de nuestro Salvador. Imaginen la forma en que el mundo será bendecido y cambiará para bien cuando todos los miembros de la Iglesia del Señor vivan a la altura de su verdadero potencial: convertidos en lo profundo del alma y comprometidos a edificar el reino de Dios.
“En cierta manera, cada uno de nosotros se encuentra en un punto decisivo frente al agua. Ruego que tengamos fe, que avancemos, que con valor hagamos frente a nuestros temores y dudas, y que nos digamos a nosotros mismos: ‘¡Ya está decidido!’”.
Fortaleza para permanecer firmes
El élder Quentin L. Cook, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos insta a honrar nuestros convenios con el fin de tener la fortaleza para ser un ejemplo justo para otros.
“De manera inevitable, debemos tomar decisiones”, dijo el élder Cook. “Si conocemos la doctrina y los principios del Evangelio, podremos tomar decisiones sabias. Si llevamos una vida pura, el Espíritu nos guiará. Entonces seremos capaces de orientar nuestras tiendas simbólicamente hacia el templo y los convenios que hemos hecho con el Señor, y estaremos en el mundo sin ser del mundo”.
Tenemos el sagrado deber de permanecer en la luz y compartir quienes somos y lo que creemos, dijo el élder Cook. Habló de una ocasión en la que defendió sus creencias durante una entrevista de trabajo tras terminar la escuela de Derecho. Después de rechazar bebidas alcohólicas que se le ofrecieron en dos ocasiones, el élder Cook informó al entrevistador en cuanto a sus creencias.
“Unos meses más tarde el socio principal me dijo que el ofrecimiento de alcohol había sido una prueba”, dijo el élder Cook. “Comentó que en mi currículo quedaba claro que había prestado servicio como misionero SUD, y que tomó la determinación de contratarme sólo si era fiel a las enseñanzas de mi propia Iglesia, ya que lo consideraba un importante asunto de carácter e integridad”.