El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce Apóstoles, dice: “Cada organización familiar debe incluir un consejo de familia, compuesto de todos sus miembros para enseñar a los niños las responsabilidades básicas en la organización familiar. Allí pueden aprender la manera de tomar decisiones y obrar de acuerdo con ellas”.
El élder Perry también comentó que cada familia tiene diferentes necesidades. Algunos están estudiando y criando a una familia al mismo tiempo, otros son personas mayores que ya no tienen hijos en casa, otros son padres solteros y otros son personas que viven solas. “Cada uno con necesidades diferentes que cambian todos los años”, dijo. Sin embargo, “existe la necesidad de organizar el tiempo para establecerse a fin de hacer frente a todas las necesidades”.
¿Qué es un consejo familiar?
El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, añade esta aclaración de que lo debe ser un consejo de familia: “Pienso en la definición tradicional que dice que un consejo familiar es el momento en el que un padre y una madre se sientan para tratar una lista de tareas y objeciones con sus hijos”, dice. “Jamás pude hacer que funcionara de esa manera. Descubrí que en cuanto sacaba la lista, los hijos dejaban de escuchar. Así que decidí presentar un problema concreto —como la necesidad de arreglar el jardín— y entonces no hacía más que preguntar a la familia: ‘¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Qué ideas tienen?’”.
“El consejo tiene lugar cuando ambos padres permiten que sus hijos colaboren en la solución del problema. Si todos coinciden en una solución, cada uno tomará responsabilidad del problema. Si le digo a mi familia ‘Vayan y saquen las hierbas’, puede que haya quejas y sentimientos heridos; pero si logro que se digan a sí mismos: ‘Todos llegamos a este acuerdo’, entonces el consejo familiar funciona de verdad. En breves momentos, los miembros de la familia se estarán organizando y dirán: ‘Tú haz esto y yo haré aquello’. Ahí reside el poder de un consejo”.
“Siempre que dos o más miembros de una familia estén reunidos y conversando, ¡ahí tenemos un consejo!”, dice el élder Ballard. “Los consejos familiares se pueden llevar a cabo a modo de charlas entre padre e hijo o entre ambos padres y varios hijos. Cuando un marido y su esposa hablan el uno con el otro, están llevando a cabo un consejo familiar”.
Hacer juntos un presupuesto familiar
“Otra manera importante de ayudar a nuestros hijos a aprender a ser proveedores providentes es al establecer un presupuesto familiar”, dice el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles. “En las reuniones de consejo familiar debemos repasar con regularidad nuestro ‘plan familiar de ingresos, ahorros y gastos’. Eso enseñará a nuestros hijos a reconocer la diferencia que existe entre los deseos y las necesidades y el planear de antemano el uso sensato de los recursos familiares”.
“Cuando nuestros hijos eran pequeños, llevamos a cabo un consejo familiar y fijamos la meta de tomar unas ‘vacaciones de ensueño’ en el río Colorado. Cuando cualquiera de nosotros quería comprar algo durante el año siguiente, nos preguntábamos el uno al otro: ‘¿En verdad queremos comprar eso ahora, o queremos tomar las vacaciones de ensueño después?’. Esa fue una maravillosa experiencia de aprendizaje al elegir un vivir providente. Al no satisfacer todo deseo inmediato, obtuvimos la recompensa más deseable de unidad familiar y de agradables recuerdos durante los años posteriores”.
Conseguir los resultados deseados
“Yo creo que el que esté a cargo de un consejo debe tener alguna idea del resultado esperado —por ejemplo, un cambio de comportamiento— antes de comenzar a conversar”, dice el élder Ballard. “Entonces, ambos padres precisan trabajar con sus hijos hasta que las cosas cambien para bien”.
“Los padres tienen que incluir a sus hijos en el proceso de la solución del problema al escucharles”, dice el élder Ballard. “Por ejemplo, a veces regresé a casa y encontré que mis hijos no habían limpiado sus cuartos ni hecho las cosas que se suponía que debían hacer. Mi esposa estaba muy atareada al tener que criar siete hijos, así que llamé a los siete a un breve consejo familiar. Hablamos de lo que era necesario hacer y decidimos un plan de acción. La diferencia estriba en el plan de acción. Si se recibe como un mandato o una orden, por lo general habrá resistencia. Pero si los padres establecen un ambiente en el que se sientan libres de expresar sus opiniones, en el que toda persona es importante y toda opinión se valora, pueden crear una especie de sinergia espiritual en el hogar, donde la acción combinada o la cooperación que resulta de ello es mayor que lo que podrían lograr varias personas trabajando por separado”.