Los Santos de los Últimos Días entienden que no debemos ser “del mundo” o estar ligados a “la tradición de los hombres”, pero al igual que a otros seguidores de Cristo, a veces nos resulta difícil separarnos del mundo y de sus tradiciones. Algunos siguen los modelos mundanos porque, como dijo Jesús al referirse a ciertas personas a las que Él enseñó, “amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” (Juan 12:43). Las formas en que no seguimos a Cristo son demasiado numerosas y delicadas para enumerarlas aquí. Abarcan desde cosas como lo que es políticamente correcto, los extremos en la vestimenta y en el arreglo personal, hasta desviaciones de los valores básicos como la naturaleza eterna de la familia y su función.
Las enseñanzas de Jesús no tenían por objeto ser teóricas. Siempre fueron para ponerlas en práctica.