Los profetas y apóstoles enseñan que la supervivencia en el mundo de hoy en día depende de la capacidad de seguir los susurros del Espíritu Santo. Quienes confían en el Señor y son guiados por inspiración encontrarán soluciones que se requieren con urgencia.
“Cuando se les confirmó miembros de la Iglesia, recibieron el derecho a la compañía del Espíritu Santo”, les recuerda el presidente Thomas S. Monson a cada miembro de la Iglesia. “Él los puede ayudar a tomar decisiones correctas. Cuando tengan pruebas o tentaciones, no tienen por qué sentirse solos. Recuerden que la oración es el pasaporte al poder espiritual”.
También aconseja: “Hagan que cada decisión que deban tomar pase esta prueba: ¿Cómo me afectará? ¿cómo me beneficiará? y vean que su código personal de conducta no recalque tanto el ‘¿qué pensarán los demás?’, sino, más bien ‘¿qué pensaré yo de mí misma?’. Déjense influenciar por la voz apacible y delicada del Espíritu; tengan presente que un hombre con la debida autoridad puso las manos sobre la cabeza de ustedes en el momento de su confirmación y dijo: ‘Recibe el Espíritu Santo’. Abran el corazón, abran el alma misma, a los susurros de esa voz que testifica de la verdad”.
Un modelo a seguir
El presidente Henry B. Eyring, mientras prestaba servicio como Segundo Consejero de la Primera Presidencia, dijo: “Nuestro Padre Celestial nos ha dado un modelo sencillo para recibir el Espíritu Santo, no una sola vez sino continuamente en medio del tumulto de la vida diaria, modelo que se repite en la oración sacramental: Prometemos que siempre recordaremos al Salvador, que tomaremos Su nombre sobre nosotros y que guardaremos Sus mandamientos, y se nos promete que si hacemos esto, Su Espíritu estará con nosotros (véase D. y C. 20:77, 79). Esas promesas surten su efecto de manera conjunta y maravillosa para fortalecer nuestro testimonio y, por medio de la Expiación y al cumplir con nuestra parte de la promesa, cambiar nuestra naturaleza con el pasar del tiempo”.
Una cuestión de supervivencia
“Nadie puede sobrevivir en el mundo actual, y mucho menos bajo las condiciones en las que dentro de poco nos tocará vivir, sin inspiración personal”, advierte el presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles.
“El don del Espíritu Santo funciona de igual modo con los hombres, las mujeres e incluso los niños pequeños”, dice el presidente Packer. “En este maravilloso don y poder es donde se encuentra ese remedio espiritual para cualquier problema”, él enseña y luego cita el Libro de Mormón: “Y ahora bien, él comunica su palabra a los hombres por medio de ángeles; sí, no sólo a los hombres, sino a las mujeres también. Y esto no es todo; muchas veces les son dadas a los niños palabras que confunden al sabio y al erudito” (Alma 32:23).
El presidente Packer también enseña: “Tal vez la cosa más grandiosa que aprendí al leer el Libro de Mormón es que la voz del Espíritu viene como un sentimiento más que como un sonido. Ustedes aprenderán, como yo lo he hecho, a ‘escuchar’ esa voz que se siente en vez de oírse”.
Aprender a pedir
“Una de las grandes lecciones que cada uno de nosotros debe aprender es la de pedir”, dice el élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles. “¿Por qué desea el Señor que oremos a Él y le pidamos? Porque así es cómo se recibe la revelación”.
El élder Scott testifica que “Las Escrituras confirman con elocuencia cómo el vivir la verdad constantemente abre la puerta a la inspiración a fin de saber qué hacer y, cuando sea necesario, que nuestra capacidad personal sea realzada por el poder divino. Las Escrituras describen cómo el Señor fortalecía la capacidad de una persona para conquistar la dificultad, la duda y los desafíos que parecían insuperables en momentos de necesidad. Al meditar sobre esos ejemplos, vendrá una serena confirmación por medio del Espíritu Santo de que esas experiencias son verdaderas. Llegarás a saber que una ayuda similar está disponible para ti”.
Y él indica “He visto a algunas personas afrontar desafíos que sabían lo que tenían que hacer cuando ello estaba más allá de su propia experiencia debido a que confiaban en el Señor y sabían que Él los guiaría a encontrar las soluciones que tan urgentemente se requerían”.
El élder Scott dice: “Dos indicadores de que un sentimiento o impresión provienen de Dios son que produce paz en tu corazón y un sentimiento calmo y cálido… Cuanto más cerca sigas la guía divina, más grande será tu felicidad aquí y en la eternidad; asimismo, más grandes serán tu progreso y capacidad para servir. Yo no entiendo en su plenitud cómo se hace, pero esa guía en tu vida no te quita el albedrío. Tú puedes tomar las decisiones que desees; pero recuerda que la disposición de hacer lo correcto brinda paz a la mente y felicidad”.
El élder Scott también advierte: “La comunicación con nuestro Padre Celestial no es un asunto trivial. Es un privilegio sagrado. Está basada en principios eternos que no cambian. Recibimos ayuda de nuestro Padre Celestial en respuesta a nuestra fe, obediencia y al uso apropiado del albedrío”.