Cómo podemos acceder al poder del templo durante el COVID-19


Por el élder Dale G. Renlund
Cuórum de los Doce Apóstoles

3 de agosto de 2020

 

Hace varios años, mi esposa Ruth y yo servíamos en el Área África Sudeste, cuando nos enteramos con tristeza, que nuestra inscripción como Iglesia en el país de Ruanda era inválida. La Iglesia tomó la dolorosa decisión de cerrar la rama allí. Esto significaba que esos fieles santos no podrían participar de la Santa Cena como rama por un largo tiempo. Transcurrido un tiempo, cuando finalmente volvieron a reunirse, un gran espíritu cubrió a esa congregación y a mí. Fue una de las experiencias más intensas y poderosas que haya tenido en mi vida en una reunión sacramental. Me di cuenta de que ese sentimiento provenía de los Santos de los Últimos Días ruandeses que tenían hambre y sed de la Santa Cena.

Cuando pienso en el cierre actual de nuestras capillas y templos, creo que tendremos el mismo tipo de experiencias a medida que empecemos a asistir regularmente a las reuniones de la Iglesia y a servir en los templos. Nuestra hambre pondrá de manifiesto un sentimiento intenso al experimentar el estar nuevamente en una casa dedicada a Dios.

El 25 de marzo de 2020, la Iglesia tomó la difícil decisión de cerrar los templos en todo el mundo. La decisión se tomó con el deseo de la Iglesia de ser una buena ciudadana del mundo y prevenir la propagación del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. En mayo de 2020, comenzamos lentamente a reabrir los templos con un enfoque gradual.

Aunque nuestro acceso al templo en este momento es limitado, ello no cambia el impacto que el templo puede tener en nosotros y en nuestras vidas. Mediante nuestros convenios y nuestras ordenanzas, tenemos acceso al poder de la divinidad en nuestras vidas, sin importar nuestras circunstancias. El poder de la divinidad viene porque hemos concertado un convenio como parte de una ordenanza. Y cuando guardamos ese convenio, el poder de la divinidad puede estar en nuestras vidas.

Cuando vamos al templo, no renovamos nuestros convenios al hacer la obra vicaria. Mas bien, recordamos los convenios que hicimos una vez. Es al guardar esos convenios que accedemos al poder de la divinidad en nuestras vidas, ya sea que podamos ir físicamente al templo o no. No debemos limitar la capacidad de Dios de invocar el poder de la divinidad en nuestras vidas. Nuestra capacidad de acceder al poder de la divinidad depende de que guardemos los convenios que hemos hecho con Él.

Al trabajar con otros líderes acerca de cuándo y cómo podrán reabrirse nuestros templos, he sentido una efusión del amor y la influencia del Salvador en esta situación. Él está a cargo. Él nos está guiando para saber cuándo se pueden reabrir nuestros templos como lugares seguros de adoración. Me sigo asombrando de todo lo que Él nos está guiando a hacer.

Hasta que nuestros templos abran completamente, oro para que podamos guardar nuestros convenios, y al hacerlo, acceder al poder de la divinidad en nuestras vidas diarias. Cuando llegue el día en que podamos asistir de nuevo al templo, nuestros corazones y nuestros espíritus estarán hambrientos de las experiencias del templo. Y ese deseo, esa hambre resultará en una poderosa experiencia en el templo.