Un nuevo manual recalca la necesidad de los profetas vivientes

¿Qué han dicho los profetas vivientes desde que el Evangelio se restauró a la tierra? ¿Quiénes son los profetas y apóstoles actuales y hasta qué punto dan oído (y reaccionan) a sus palabras?

Dar oído significa escuchar y obedecer, y un nuevo manual del Sistema Educativo de la Iglesia alienta a los alumnos de instituto y a otras personas a dar oído a la voz de los profetas y apóstoles desde la Restauración hasta la actualidad.

“Desde el Profeta de la Restauración hasta el de nuestros días, la línea de comunicación permanece ininterrumpida, la autoridad es continua y la luz sigue iluminándonos”, dijo el presidente Spencer W. Kimball (1895-1985), duodécimo Presidente de la Iglesia. Tanto él como los demás que se citan en este artículo aparecen en el manual.

Nuestra necesidad de tener profetas vivientes

Uno de los deberes principales de un profeta es dar testimonio de Jesucristo. El Señor revela Su voluntad a los profetas y, al seguir el consejo de ellos, podemos estar seguros de que nos encontramos en el sendero que nos permitirá regresar a vivir con nuestro Padre Celestial. 

“Por la autoridad investida en él, se efectúan todas las ordenanzas del Evangelio y se autoriza toda enseñanza de las verdades de salvación; y por medio de las llaves que él posee, la salvación está disponible a todos los hombres de su época”, dijo el élder Bruce R. McConkie (1915-1985), del Quórum de los Doce Apóstoles.

De hecho, la Iglesia se edifica sobre el cimiento de profetas y apóstoles, con Cristo siendo la principal piedra del ángulo. (Véase Efesios 2:20.) Las doctrinas eternas no cambian, pero las palabras del profeta viviente son verdades eternas para la época actual. (Véase Amós 3:7.)

“No es cosa insignificante, mis hermanos y hermanas, el tener un profeta de Dios entre nosotros”, dijo el élder M. Russell Ballard, que ha servido en el Quórum de los Doce Apóstoles desde 1985. “Cuando escuchamos el consejo del Señor expresado por medio de las palabras del Presidente de la Iglesia, nuestra respuesta debe ser positiva y pronta. La historia ha demostrado que hay seguridad, paz, prosperidad y felicidad cuando respondemos al Consejo profético como lo hizo Nefi en la antigüedad: ‘Iré y haré lo que el señor ha mandado’ (1 Nefi 3:7)”.

Una casa de orden

El Señor ha establecido una sucesión en la Presidencia de la Iglesia que permite que Su obra prosiga sin interrupción. Se pide a los Santos de los Últimos Días que sostengan a los líderes inspirados y vivan de acuerdo con las enseñanzas y consejos inspirados de ellos.

“La obra del señor es interminable”, dijo el presidente Kimball en su discurso de la conferencia general de abril de 1970. “Aun cuando fallece un gran líder, la Iglesia no queda sin liderazgo ni un solo instante gracias a la bondadosa Providencia que otorgó continuidad y perpetuidad a Su reino”.

Mientras servía como miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, el octavo presidente de la Iglesia, George Albert Smith (1870-1951), explicó el significado de sostener al profeta:

“La obligación que contraemos al alzar la mano bajo tales circunstancias es sumamente sagrada”, dijo. “No significa que seguiremos adelante callados, dispuestos a que el profeta del Señor dirija esta obra, sino significa –-si es que entiendo correctamente la obligación que asumí cuando alcé la mano–- que lo apoyaremos, que oraremos por él, que defenderemos su buen nombre y que nos esforzaremos por actuar de acuerdo con las instrucciones que el Señor le indique que debe darnos mientras permanezca en ese puesto”.

Los profetas y apóstoles poseen las llaves del sacerdocio del reino de Dios. Los profetas deben declarar las doctrinas puras del Señor y los apóstoles deben edificar el reino de Dios en todo el mundo. Juntos deben perfeccionar a los santos, ministrar en la obra de Dios y edificar el cuerpo de Cristo hasta que todos los hijos de Dios alcancen la unidad de la fe y del conocimiento de su Redentor. (Véase Efesios 4:11-13.)

“Su preocupación principal debe ser hacer avanzar la obra de Dios en la tierra”, declaró Gordon B. Hinckley (1910-2008), decimoquinto Presidente de la Iglesia. “Deben hacer todo lo posible… no sólo creyendo, sino teniendo un conocimiento certero del Hijo de Dios, su Amigo y Maestro, cuyos siervos son”.

Nuestra labor en la conferencia General

Dos veces al año, los profetas, apóstoles y otros líderes de la Iglesia brindan mensajes a los miembros y a las personas de todo el mundo durante una serie de reuniones sagradas llamadas conferencias general.

El élder Jeffrey R. Holland, que ha servido en Quórum de los Doce Apóstoles desde 1994, describe cada conferencia como un llamado a la acción. La conferencia general es una oportunidad para oír las palabras del Señor.

El presidente Thomas S. Monson dijo: “Al leerlos y estudiarlos [los mensajes de la conferencia general], recibiremos más instrucción e inspiración. Es mi deseo que incorporemos a nuestro diario vivir las verdades que allí se encuentran”.