Lamentos y resoluciones


 

¿No es verdad que a menudo estamos muy ocupados? Y, por así decirlo, exhibimos el estar ocupados como símbolo de honor, como si estar ocupado, en sí mismo, fuera un logro o signo de una vida superior.

¿Es realmente así?

Pienso en nuestro Señor y Ejemplo, Jesucristo, y en Su corta vida entre la gente de Galilea y de Jerusalén. He intentado imaginarlo corriendo entre reuniones o haciendo muchas tareas a la vez para terminar una lista de cosas urgentes.

Pero no me lo imagino.

Más bien, veo al compasivo y solidario Hijo de Dios viviendo cada día con un propósito. Cuando Él interactuaba con Su prójimo, ellos se sentían importantes y queridos. Él conocía el valor infinito de las personas con que se encontraba; las bendecía y les ministraba; las elevaba, las sanaba; les daba el precioso regalo de Su tiempo.