La pandemia ha inquietado a todos a nivel mundial y los miembros de la Iglesia se han visto igualmente afectados. Algunas personas me han preguntado: “¿Cuándo volveremos a tener Seminario?” y “¿Cuándo restablecerá la Iglesia las clases de Instituto?”. No hay respuesta perfecta, ya que mucho depende de las circunstancias locales y de las restricciones para las escuelas locales.
Sabemos que hay alumnos de Seminario e Instituto decepcionados, que están ansiosos por reunirse. Estamos ansiosos de que vuelvan a estar juntos, pero ninguno de nosotros quiere apresurarse a volver ni poner a nadie en peligro.
Los jóvenes y los jóvenes adultos han sido muy resilientes. Estoy orgulloso de ellos. Entienden la situación y están sacando el mejor provecho de ella. Sabemos que no es lo mismo que tener un maestro en el salón y que relacionarse con los compañeros de clase, pero son creativos con su estudio. Están estudiando mucho, haciendo cosas en línea y realizando algunas cosas juntos cuando pueden estar en grupos o cerca como vecinos.
Continuar participando en Seminario e Instituto
Sigue existiendo la necesidad de una participación continua en Seminario e Instituto. No es una coincidencia que los jóvenes Santos de los Últimos Días comiencen Seminario a la edad de 14 años, la misma edad que tenía José Smith cuando recibió la Primera Visión y comenzó su educación y preparación para su función profética.
Para cuando los jóvenes llegan a la escuela secundaria o intermedia, y avanzan al bachillerato, y luego pasan a la universidad, necesitan más fortalecimiento y refuerzo de lo que proporciona una experiencia dominical de una vez a la semana. Allí es donde entra la idea de una experiencia diaria con las Escrituras y de los intercambios que promueven la fe con un maestro y otros alumnos.
Desde la primera clase de Seminario de los alumnos y hasta que terminan la universidad, idealmente, están teniendo una experiencia con las Escrituras y recibiendo educación espiritual cada día de la semana. Considerando el mundo en el que estamos, lo necesitan.
El Señor está interesado en el hombre en su totalidad y en la mujer en su totalidad. Él desea que el alma entera sea recompensada y edificada. La razón y la revelación, lo físico y lo espiritual, lo temporal y lo eterno, siempre encajan. El Señor lo quiso de esa manera. Si descuidamos el lado espiritual o intelectual del aprendizaje, nos perdemos de algo. Y en el Evangelio, no hay por qué hacerlo. Estoy agradecido de que el Sistema Educativo de la Iglesia se edificara alrededor del concepto del hombre y de la mujer en su totalidad, teniendo en cuenta el alma como un todo.
Tengan esperanza en el futuro
Me causa gran preocupación pensar que alguien pueda estar tan desanimado que quisiera darse por vencido o darle la espalda a la vida. Me preocupan especialmente los jóvenes que se sienten demasiado atemorizados o que están convencidos de que no hay futuro ni razón para continuar su educación, o casarse, o seguir una profesión porque esto va a ser un caos.
La vida siempre ha sido un poco caótica, pero siempre hay una salida. Todavía quedan cosas maravillosas por delante para cada uno de nosotros individualmente y para todos nosotros en forma colectiva. Tenemos bendiciones maravillosas en el futuro, más grandes de lo que hemos visto en el pasado.
Nosotros, como Iglesia y de forma individual, tenemos mucho trabajo que hacer y muchas oportunidades para hacerlo. Por lo tanto, vayamos hacia adelante y hacia arriba. Debemos seguir adelante en “una causa tan grande”, como dijo el profeta José (Doctrina y Convenios 128:22). Y esa gran causa no es solo el Evangelio, es el vivir la vida y nuestra experiencia en toda su magnitud. Nadie debería estar muy desanimado. De tanto en tanto, aparecerá una pandemia. Con la ayuda de Dios, la manejaremos, seremos mejores por ella y seremos bendecidos eternamente por las lecciones que aprendamos de ella.