“He venido a decirles a todos que sabemos de ustedes, que los amamos y los apreciamos. Tal vez se encuentren muy lejos de nosotros tanto física como geográficamente, pero no están más que a una oración y un latido de distancia de nuestro afecto y admiración”, dijo el élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles a los asistentes a una conferencia de líderes del sacerdocio efectuada en Nueva Delhi, India. La conferencia fue transmitida a diversas ubicaciones en India, Pakistán y Sri Lanka. “Gracias por su servicio”, agregó. “Gracias a sus esposas e hijos, gracias a todos. Sabemos de sus sacrificios”.
Acompañado de varios miembros de los Setenta y de los dos presidentes de misión de India, el élder Holland presidió una reunión de cuatro horas que incluía instrucción de las autoridades visitantes y una sesión de preguntas y respuestas.
Una parábola de una perla
Durante el periodo de instrucción, el élder Holland compartió una parábola actual acerca de una perla y una caja en la que un hombre encuentra una bella perla y quiere compartir su descubrimiento con el mundo. Manda fabricar una caja sorprendentemente hermosa en la que deposita la perla para que todos la vean, y se da cuenta de que las personas aprecian más la caja que la perla. Del mismo modo, dijo el élder Holland, podemos caer en la trampa de hacer que los programas y las actividades de la Iglesia reciban mayor atención que el propio Evangelio.
Fortalezcamos la fe en Cristo
Ofreció dos sugerencias para fortalecer la fe en Jesucristo. Primero, dijo, necesitamos mejorar las reuniones sacramentales. “Si fuéramos a preocuparnos por una reunión, preocupémonos un poco más por ésta”. Hizo hincapié en la necesidad de centrar la reunión sacramental en torno a la Santa Cena y la expiación del Salvador, recordando a los líderes que hay personas que vienen a las reuniones con necesidad de que la Santa Cena les ayude a lo largo de la semana. “Enseñen a los poseedores del Sacerdocio aarónico qué es lo que hacen cuando reparten, preparan y bendicen la Santa Cena del Señor Jesucristo”, mandó.
Mejoremos las reuniones sacramentales
Junto con este mayor hincapié en la Santa Cena, debemos tratar de elevar la calidad de los discursos de la reunión sacramental. “Una pregunta muy aleccionadora, hermanos es: si todo el Evangelio que conociésemos fuera el que oyéramos en la reunión sacramental, ¿cuánto Evangelio sabríamos?”. Reflexionar en esta pregunta puede ayudarnos a mejorar la reunión sacramental, indicó. “Quiero creer que algo edificado alrededor de la Expiación podría contribuir a la protección, la seguridad y la salvación de alguien cualquier domingo”.
Mejoremos la enseñanza
Su segunda sugerencia consistió en mejorar nuestra enseñanza. “Para motivar, en la Iglesia contamos con palabras dotadas de poder e información espirituales; y eso, de una manera u otra, significa enseñar”. Tras señalar que nuestro método principal de transmitir el Espíritu es mediante el testimonio, instó a los líderes del sacerdocio a verse sobre todo como maestros. “Me gustaría pedirles que vieran [su llamamiento a servir] como un llamado a enseñar mucho más que a gestionar o administrar”, dijo. “Queremos que sean administradores razonablemente buenos, pero lo que realmente queremos es que sean buenos maestros”. Describió la buena enseñanza como “una enseñanza fuerte, fiel e inspirada que encierra en sí el Espíritu del Señor, una enseñanza que concluye con un testimonio y que alienta a la gente a llevar una vida mejor y a superarse un poco más. ... Así es, en efecto, cómo se cambia una vida”.
Durante la sesión de preguntas y respuestas, el élder Holland y otros líderes de la Iglesia se turnaron para responder a las preguntas de los líderes del sacerdocio de India y Pakistán. Entre los asuntos que abordó el élder Holland estuvieron la ley de consagración, la responsabilidad de la familia de crear expectativas para que los jóvenes sirvan en una misión y el asunto de futuros misioneros.
La consagración es un convenio
“Uno de los convenios que hacemos en el templo es el de consagrarnos”, dijo el élder Holland a los líderes del sacerdocio, la mayoría de los cuales han recibido sus investiduras. “Parte de la implicación y la invitación de la ley de consagración es edificar el reino de Dios en la tierra y establecer Sión... ¿Dónde se hace [esto]? En el hogar de los Santos de los Últimos Días. Sión empieza con una familia SUD: unos padres que se aman y se sacrifican mutuamente, que les dicen a sus hijos que se amen los unos a los otros y se sacrifiquen los unos por los otros”. Mencionó que jamás había oído de barrios ni estacas en el cielo, diciendo que “la única [organización] que sé que existe en el cielo es la familia. Aquí practicamos lo que va a ser allí. ... La invitación, espiritualmente hablando, es empezar ya mismo en nuestro hogar”.
¿Qué hará la familia?
Cuando se le preguntó cómo alentar a los jóvenes a servir en una misión, respondió: “¿No resulta interesante que nuestro primer impulso sea: ‘¿Qué va a hacer la Iglesia?’. Hay una pregunta mucho más importante: ‘¿Qué va a hacer la familia?’. ¿Cuál será la expectativa del padre de familia? ¿Qué va a esperar el hermano de su hermana? ¿Qué va a esperar la hermana de su hermano?”.
Ayudemos a los futuros élderes
El tema de los futuros élderes le resultó particularmente sensible al élder Holland. Tras explicar que él había sido el hijo de un “padre que era un futuro élder inactivo que fumaba y tomaba café”, le dijo a los hermanos: “Si se habla en específico de los hombres en cuestión (sus nombres, sus rostros y sus familias) obrarán milagros... Hoy estoy aquí, en una generación, porque alguien dejó de hablar del gran problema de los futuros élderes y empezaron a hablar de Frank Holland”. Agregó que, en cuanto a este asunto, hace falta tanto prevenir como curar. “Lo mejor que uno puede hacer con los futuros élderes es evitar que lleguen a serlo”.
¿Y después?
Al término de la sesión, el élder Holland formuló su propia pregunta. “¿Qué sucederá cuando termine esta reunión?”, preguntó. Respondiéndose a sí mismo, dijo: “Cuando salgamos de aquí y ustedes se dirijan a sus casas, todavía tendrán el Evangelio, las Escrituras, revelación; tendrán la oración, la poderosa oración... y el Espíritu Santo. Cuentan con un integrante de la Trinidad comisionado y comprometido para ser su compañero e ir donde ustedes vayan, hacer lo que ustedes hagan y ayudarles a tener éxito”. Después de recordarles a los líderes que son “agentes escogidos, ordenados, apartados y comisionados del Señor”, citó un dicho del presidente Monson: ‘Cuando se está en la obra del Señor se tiene derecho a pedirle ayuda’”.
El élder Holland ofreció una bendición apostólica sobre los miembros de India y Pakistán, bendiciéndolos con fortaleza, salud y seguridad; con alimento para comer y ropa para cubrirse, con refugio para sí y para sus seres queridos; y con fortaleza para encarar los retos con esperanza y buen ánimo. Mandó a los hermanos “decirle a los santos que oramos por ellos y que los bendijimos”.
Un testigo seguro
Al término, compartió su testimonio. “He dado testimonio desde que era un niño en la Primaria, pero ahora soy un testigo y testifico que ésta es la verdad de Dios. Lo sé con más certeza de lo que sé cualquier otra cosa en este mundo. Lo sé con más certeza que ustedes están ahí sentados y que yo estoy aquí de pie. Me cuestionaría esto mucho antes de cuestionarme que Dios es nuestro Padre eterno y que Jesús es el Cristo, y que Ambos se aparecieron a un joven de catorce años, y como resultado de ello estamos hoy aquí en Nueva Delhi... Estoy más seguro de esto que de cualquier otra cosa que sepa. Y no sólo doy testimonio de ello, sino que soy testigo de ello. Los amo y jamás los olvidaré; oraré por ustedes mucho tiempo después de haber tomado el avión que me lleve a otro lugar del mundo”.