“Hay 15 hombres sobre la tierra que poseen todas las llaves del reino”, dijo en una entrevista reciente el élder Richard G. Scott del Quórum de los Doce Apóstoles. “Y [ese llamamiento apostólico] es una carga y un privilegio constantes… las 24 horas del día… que siente cada uno de nosotros. En mi opinión, la mejor manera [de cumplir con mi llamamiento] es dar testimonio de la verdad, expresar gratitud por el sagrado privilegio y honor, y responder a lo que se describe en la sección 46 de Doctrina y Convenios: ‘A algunos el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados del mundo;
“‘a otros les es dado creer en las palabras de aquéllos, para que también tengan vida eterna, si continúan fieles.’ [versículos 13–14].
“Esa palabra saber es una palabra muy importante para esos 15 hombres que son Apóstoles. [Expresa] las experiencias sagradas y la confirmación de la certeza que nuestro Padre Celestial vive y que Su Hijo, Jesucristo, es nuestro Salvador —no es una esperanza, ni una creencia, ni un deseo, sino una certeza absoluta y confirmada… Nuestro Padre Celestial es real. Su Hijo, Jesucristo, es real. Yo sé esto personalmente y doy testimonio seguro, porque conozco al Salvador”.
A continuación, hay más fragmentos de la entrevista que Sheri Dew, ex consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, tuvo con el élder Scott y su hija Linda Mickel.
Para escuchar toda la entrevista, visite el sitio web del Canal Mormón
Acerca del trabajo junto al almirante Hyman Rickover para producir combustible nuclear para plantas de energía, ubicadas en tierra y mar
Élder Scott: Yo estaba a cargo del diseño, las pruebas y la fabricación de lo que se llaman elementos combustibles. Eso es el corazón del núcleo atómico donde se hallan los materiales fisibles y donde ocurre la reacción. Esa era mi responsabilidad.
Aprendí que si eres diligente en el trabajo, puedes hallar una manera de hacer las cosas como nunca antes se habían hecho. También aprendí por mis propias experiencias que la oración tiene una parte importante a la hora de resolver problemas técnicos, tanto como otros problemas de la vida; así, en momentos críticos en los que no estaba seguro del enfoque a seguir, la oración resultó ser un poderoso recurso de guía e inspiración.
Acerca de cuando abandonó el equipo del almirante Rickover para servir como presidente de misión
Élder Scott: Estábamos a medio camino con las pruebas de unos conceptos nuevos, y yo sabía que él se enojaría si le comunicaba lo de mi llamamiento antes de obtener los resultados de las pruebas. Pero yo sentía que lo correcto era comunicárselo; y él más bien se molestó. Lanzó varios objetos de su escritorio por toda la oficina. Pienso que su reacción se debió a que le sorprendió que una persona clave de un programa muy importante pudiera ser llamada a otro servicio. Y su reacción inmediata fue: “Usted no puede irse por un año”.
Le expliqué que este llamamiento provenía de alguien a quien yo reconocía como un profeta de Dios y que yo sentía que debía hacerlo; que yo estaba muy feliz con lo que estaba haciendo, que disfrutaba mucho de las oportunidades, de los desafíos y del servir con él.
Y entonces me dijo: “Bien, si usted no puede quedarse un año, entonces debe irse ya. No deseo volver a conversar con usted. Nunca más volveré a hablarle”.
Y eso fue más difícil, porque yo realmente tenía que terminar de hacer muchas cosas, así que le dije: “A menos que usted prohíba mi ingreso a las instalaciones, voy a venir para poder traspasar mi trabajo a alguien más”.
Y él me dijo: “Bueno, pero no voy a dirigirle la palabra”. Era una persona de un carácter muy fuerte.
Así que, logramos hacer la transición y luego pedí una cita con él. Su secretaria quedó boquiabierta, porque pensó que esto iba a ocasionar un grave incidente.
Cuando finalmente entré a su oficina, él dijo: “Scott, siéntese. ¿Qué sucede con usted? He estado intentando por todos los medios hacerle cambiar de decisión”.
Entonces le extendí un ejemplar del Libro de Mormón y le dije: “Si usted lee esto, almirante, usted entenderá por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo. Realmente disfruto de mi labor aquí, pero un profeta del Señor me ha pedido que presida una de las misiones de la Iglesia”.
Entonces, él dijo algo que considero inédito en todo su tiempo de servicio. Él dijo: “Cuando termine su misión, regrese aquí. Deseo que trabaje para mí”.
Me citó nuevamente poco antes de partir y me expresó su gratitud, en una forma muy considerada, por la relación de trabajo que habíamos desarrollado en el transcurso de los años y por la oportunidad de servir juntos. Yo le admiro profundamente. Aprendí de él numerosas lecciones.
Acerca de la relación del élder Scott con su esposa, la madre de Linda
Linda, hablando a su padre: Aunque no estuvieses presente físicamente [por motivos de trabajo o de asignaciones en la Iglesia], nosotros siempre sentimos que tú estabas allí, porque te podíamos ver por medio de mamá. Sabíamos que sus sentimientos abarcaban los tuyos y los de ella. Gracias al amor de mamá por el Salvador y debido a su dedicación y lealtad, ella pudo apoyarte plenamente. Ahora que soy adulta, al mirar atrás, es tan interesante notar que no recuerdo una instancia siquiera en que ella estuviera quejándose porque tú no estabas o por tener que enfrentar ella sola las cosas. Ella manejaba los asuntos familiares como si tú estuvieses presente. A sus ojos, tú siempre presidías en nuestro hogar; de esta manera es que se trataban las cosas y así se les consideraba.
Sobre la muerte de su esposa, Jeanene
Élder Scott: En primer lugar . . . No la perdí. Ella se encuentra del otro lado del velo. Hemos sido sellados en esa santa ordenanza del templo y vamos a estar unidos para siempre. Y en momentos críticos de mi vida, cuando necesito ayuda, puedo sentir que vienen impresiones a través del velo que son tan auténticas, que a menudo [pienso] “Gracias, Jeanene”. Así que no hay tal pérdida. En segundo lugar, está el asunto de que cuando lo haces bien la primera vez, no quieres arruinarlo con un segundo intento. Estamos tan unidos y nos amamos el uno al otro tanto, que no siento ningún deseo o necesidad de volver a casarme. Reconozco que para algunos hombres es muy importante recibir un fuerte apoyo de una esposa, así que vuelven a casarse; yo no critico eso en ellos. Jeanene y yo nos preparamos mutuamente en todas las formas que pudimos pensar para sobrevivir bien solos cuando uno de los dos pasara por el velo; desearía que ella no se hubiera ido primero, pero las cosas resultaron así.
Acerca de su matrimonio eterno con Jeanene
[Mi matrimonio ha] influido en cada aspecto importante de mi vida —el querer ser una mejor persona, el querer vivir más rectamente y hacer cosas que fueran más dignas y edificantes. No creo que la ordenanza del templo garantice que viviremos juntos para siempre. Habrá un tiempo antes de ese sellamiento del Santo Espíritu de la Promesa, que lo convierte en eterno, donde estaremos ante la presencia del Salvador, como personas, y elegiremos si continuamos con el sellamiento o no. Y yo quiero hacer todo lo que está en mi poder para hacerme merecedor, de tal modo que ella escoja que ese sellamiento sea eterno.
La visión del élder Scott sobre el papel sagrado de la mujer
Élder Scott: [Las mujeres] deben comprender que no fue sino hasta después de la creación de la mujer, como el acto final, que el Señor declaró que Su obra estaba hecha. Y que era buena. Ellas necesitan reconocer la función extremadamente importante que el Salvador ha encomendado a la mujer. Por la forma en que ella es creada, una mujer nutre y sustenta, y creo que algunas mujeres comienzan a dudar sobre la efectividad de su labor, pero no deberían. Ellas deben darse cuenta lo importante que ellas son en todos los planes del Padre Celestial. Y es por eso que el esposo debe hallar cosas específicas que él admira en lo que hace su esposa, porque ella desea servir, desea dar y a menos que haya alguna manifestación en cuanto a lo bien que ella lo está haciendo, ella podría tener una comprensión errónea en cuanto a cómo está magnificando su sagrada función de mujer…
Pienso que, siempre que sea posible hacerlo, un hombre bendecirá más a sus hijos por posibilitar que su esposa esté en el hogar con ellos durante su crecimiento, que por cualquier otra cosa que él haga. Ellos necesitan —en lo que sea posible— una madre en el hogar, y no afuera trabajando, compartiendo la responsabilidad de generar ingresos. A veces, esto no es posible, pero pienso que a menudo se usa el segundo salario para obtener cosas que no son fundamentales en el hogar. El tener a su madre en casa es una mayor bendición para los hijos que las cosas que un segundo salario podría proveerles.
Sobre su filosofía de la paternidad
Linda: Se nos enseñaron los principios correctos y luego se nos permitió gobernarnos a nosotros mismos. Recuerdo que hace mucho tiempo, estando yo en mis primeros años de adolescencia, una amiga me invitó a ir a nadar con ella un día domingo. Lo conversamos en casa, pero no me dijeron lo que debía hacer. Me permitieron tomar la decisión y lamentablemente tomé la decisión equivocada; sin embargo, no recuerdo, no recuerdo siquiera algún tipo de castigo o algo que se haya dicho. Lo que recuerdo es cómo me sentí internamente por muchos años… Si me hubieran dicho lo que debía decidir, no hubiera aprendido eso. Así que, nos enseñaron los principios correctos y nos permitieron gobernarnos a nosotros mismos.
Se nos enseñaron los principios básicos. No hubo muchas trivialidades, ¿sabe? Aprendimos sobre la honradez y la obediencia, la diligencia y la humildad, y lo aprendimos por observar a [nuestros padres]. Aprendimos a estar enfocados en los principios del Evangelio, y pienso que lo aprendimos más de, bueno, de papá; pero también de mamá. No teníamos muchas actividades ni cosas extracurriculares en las que ella participara. La vimos estudiando las Escrituras, trabajando en su llamamiento, ser madre en el hogar y haciendo la obra de historia familiar. No la vimos haciendo otras cosas que las mujeres y madres hacen.
Y pensábamos que estaba bien ser diferentes. Recuerdo, sabes, especialmente durante mi adolescencia… Eso nos enseñó que podíamos sentirnos seguros de nosotros mismos, sin estar preocupados por las últimas modas.
Acerca de su habilidad para hablar tres idiomas
Élder Scott: Me encanta el español, es un idioma muy rico. Tiene facultades y matices de expresión que van mucho más allá de lo que nos permite el inglés. Había un joven maravilloso que me ayudó a mejorar mi portugués. Le pedí que si yo cometía algún error… me detuviera, por que si no lo hacía, yo pensaría que lo estaba diciendo bien y correctamente, y él lo hizo así. Apenas abría mi boca, él me detenía, y escribíamos los errores que yo estaba cometiendo y entonces me daba la oportunidad de corregirlos. Esos dos idiomas son hermosos y muy expresivos. . . .
Durante las conferencias generales me tomo el tiempo para grabar el mensaje en español, portugués e inglés. O como los recibo en inglés y se transmite en esos dos idiomas. Eso requiere algo de esfuerzo, porque. . . . En español tienes que reducirlo aproximadamente un 30% y en portugués alrededor de un 20% en el tiempo. Pero recibo expresiones de gratitud de todas partes del mundo, porque en vez de escuchar a un intérprete, escuchan el mensaje en una voz que reconocen y lo aprecian.
Acerca de la razón por la que aborda temas difíciles en sus discursos de conferencia
Élder Scott: Al preparar los mensajes para la conferencia yo solamente oro pidiendo que se me guíe a procurar algo que pueda ayudar a los hijos del Padre Celestial en este difícil mundo en el que vivimos. Por muchos, muchos años los miembros de la Iglesia han podido seguir en algo los ejemplos de las generaciones que les precedieron. Cuando surgían problemas, ellos simplemente se fijaban en las soluciones que sus padres u otros líderes habían proporcionado. Los jóvenes que viven en el mundo de hoy no tienen ese privilegio por muchas razones. Existen desafíos, hay incógnitas que ellos confrontan y dificultades para las que no hay un registro previo de experiencias que puedan servir de guía. Si tan solo ellos comprendieran que el Señor conocía la época en que ellos nacerían y las pruebas y dificultades que ellos enfrentarían, . . . [sabrían] que están preparados para manejar esas cosas que forman parte de venir a la tierra en estos tiempos, en la medida en que humildemente buscan la guía, la comprensión y las respuestas del Señor por medio del Espíritu Santo.
Para escuchar toda la entrevista, visite el sitio web del Canal Mormón