Para sostener a los profetas y apóstoles, el presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, dice: “Debemos examinar nuestra vida; arrepentirnos, de ser necesario; prometer guardar los mandamientos del Señor y seguir a Sus siervos”.
Nuestra fe y nuestra gratitud para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días pueden ser manifiesto al sostener y orar por quienes han sido llamados como profetas y apóstoles, dice el presidente Eyring.
“Sé, personalmente, del poder de la fe de los miembros para sostener a los que han sido llamados… He sentido de manera muy intensa las oraciones y la fe de personas que no conozco y que me conocen a mí sólo como alguien llamado a servir mediante las llaves del sacerdocio”.
Los profetas son una gran bendición
En medio de los problemas abrumadores de nuestros días, el Padre Celestial nos proporciona los profetas para responder a nuestras peticiones de guía divina, dice el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia.
“Actualmente tenemos… apóstoles, videntes y reveladores que son atalayas en la torre, mensajeros de la verdad divina y sanadora”, dice él. “Dios nos habla por intermedio de ellos, que tienen una profunda percepción de las diversas circunstancias en las que vivimos los miembros; están en este mundo pero no son del mundo. Nos indican el camino y nos ofrecen ayuda en las dificultades que enfrentamos, no con la sabiduría del mundo, sino con la que proviene de una Fuente eterna.
“Nuevamente tenemos un profeta viviente en la tierra, el presidente Thomas S. Monson. Él conoce nuestras dificultades y temores, y tiene respuestas inspiradas; no tenemos por qué temer. Podemos tener paz en el corazón y paz en nuestro hogar. Cada uno de nosotros puede ser una influencia para bien en este mundo si sigue los mandamientos de Dios”.
Cuando seguimos al presidente de la Iglesia como el profeta que conduce a la Iglesia, dice el presidente Uchtdorf: “Tenemos la responsabilidad no sólo de escuchar, sino también de actuar de acuerdo con su palabra a fin de que podamos reclamar las bendiciones que proceden de las ordenanzas y los convenios del Evangelio restaurado. [El Salvador] dijo: ‘Yo, el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis” (D. y C. 82:10).”
Una voz clara
El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, dice: “No puedo hacer suficiente hincapié en la importancia de escuchar y seguir al profeta y a los apóstoles. En el mundo de hoy, donde los comentaristas de radio y televisión pasan las veinticuatro horas exponiendo opiniones contradictorias, donde los mercaderes compiten por todo, desde el dinero de ustedes hasta su voto, en medio de todo esto hay una voz clara, inmaculada y ecuánime en la que siempre podrán confiar, y ésa es la voz del profeta y de los apóstoles vivientes, cuya única intención es ‘el eterno bienestar de vuestras almas’ (2 Nefi 2:30).
“No es cosa insignificante el tener un profeta de Dios entre nosotros. Grandes y maravillosas son las bendiciones que recibimos en nuestra vida cuando damos oído a la palabra del Señor dada a nosotros por intermedio de él entre nosotros. Al mismo tiempo, el saber que el presidente [Thomas S. Monson] es el profeta de Dios nos da también una responsabilidad. Cuando escuchamos el consejo del Señor expresado por medio de las palabras del Presidente de la Iglesia, nuestra respuesta debe ser positiva y pronta”.
El élder Ballard comparte un relato de una joven de 17 años de edad que, después de haber escuchado el consejo de decimoquinto presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley, (1910–2008) de sólo usar un par de aretes modestos:“Llegó a casa después de la charla fogonera, se sacó el segundo juego de aretes y simplemente les dijo a sus padres: ‘Si el presidente Hinckley dice que debemos usar un solo par de aretes, eso es suficiente para mí’”.
El élder Ballard continúa: “Es posible que el usar dos pares de aretes tenga o no tenga consecuencias eternas para esa joven, pero su deseo de obedecer al profeta sí las tendrá. Y si ella lo obedece ahora, en algo relativamente sencillo, cuánto más fácil será seguirlo cuando tenga que ver con asuntos más serios”. Él sigue: “Les hago una promesa; es simple, pero es verdadera: Si escuchan al profeta viviente y a los apóstoles y obedecen nuestro consejo, no se irán por mal camino”.
Y él advierte: “Cuántos de nosotros podríamos privarnos de grandes y prometidas bendiciones porque no escuchamos y luego no hacemos las cosas relativamente simples que nuestro profeta nos dice que hagamos hoy día…
“Les amonesto a no desatender el consejo del Presidente de la Iglesia; Él les ha hablado en forma clara; estudien sus palabras y esfuércense por obedecerlas; son verdaderas y provienen de Dios”.
La esperanza y seguridad vienen de seguir al profeta
El élder Quentin L. Cook, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseña que la mejor manera de responder a los problemas y peligros es seguir a los profetas vivientes. “De vez en cuando, individualmente y como Iglesia, pasamos por periodos de crisis y de peligro. Algunos surgen rápido como el fuego; otros son sutiles y pasan casi inadvertidos hasta que están sobre nosotros. Algunos requieren un acto heroico, pero la mayoría son menos espectaculares. La forma en que respondemos es crucial. [Recalco] a los poseedores del sacerdocio la importancia de dar oído a las palabras de los profetas, esa es una manera segura de responder a todo peligro físico y espiritual”.
El camino de seguir al profeta es sencillo, el élder Cook dijo: “Queremos sostenerlo con todo el corazón y con todas nuestras acciones al poner atención a lo que nos enseñe y a lo que sintamos.
“Los profetas no hablan sólo para nuestros días, sino que nos dan consejos que serán una bendición para nosotros y para nuestros hijos en el futuro y a través de las eternidades. Si seguimos al Profeta, podemos contemplar el futuro con gran optimismo”.