Tres veces en Doctrina y Convenios, el Señor exhorta los Santos de los Últimos Días a aprender “por el estudio como por la fe” (véase D. y C. 88 118, D. y C. 109:7 y D. y C. 109:14). ¿Qué responsabilidad recae sobre quienes están estudiando el Evangelio? y ¿cómo el estudio y la fe se combinan en la enseñanza y el aprendizaje de las doctrinas y los principios verdaderos?
“Nuestra búsqueda de la verdad debe ser tan amplia como las actividades de la vida y tan profunda como nuestras circunstancias lo permitan”, dice el élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Un Santo de los Últimos Días instruido debe tratar de entender los asuntos religiosos, físicos, sociales y políticos importantes de actualidad. Cuanto más conocimiento tengamos de las leyes celestiales y de las cosas terrenales, mayor será la influencia que tendremos para el bien en la vida de quienes nos rodean y estaremos más protegidos de los influjos difamatorios y malignos que puedan confundirnos y destruirnos”.
Él continúa: “En nuestra búsqueda de la verdad debemos procurar la ayuda de nuestro amoroso Padre Celestial. Su Espíritu puede dirigir e intensificar nuestros esfuerzos por aprender y magnificar nuestra aptitud de asimilar la verdad. Este método de aprender con el Espíritu no se limita a las salas de clase ni a la preparación para los exámenes escolares, sino que se aplica a todo lo que hacemos en la vida y a todo lugar en donde lo hagamos: en el hogar, en el trabajo y en la Iglesia”.
El Bible Dictionary [Diccionario bíblico] dice: “La fe es un principio de acción y de poder… A pesar de que la fe es un don, se debe cultivar y procurar hasta que, de una pequeña semilla, crezca hasta convertirse en un árbol frondoso”. Hacer crecer un árbol así, ya sea espiritual o secular, es responsabilidad de cada alumno. Es un ejercicio del albedrío.
Escriban las impresiones del Espíritu
Élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos enseña que una manera en que podemos extender una invitación sincera y aprender del Espíritu Santo es escribir sus impresiones. “La mayoría de las personas limitan su aprendizaje principalmente aquello que oyen o a lo que leen. Sé sabio. Cultiva la técnica de aprender mediante lo que veas y, más particularmente, mediante lo que el Espíritu Santo te haga sentir. Haz un esfuerzo consciente por aprender de lo que veas y sientas, y tu capacidad para ello aumentará si lo haces con regularidad. Pide esa ayuda con fe; vive digno de ella y sé consciente de ella.
“Anota las cosas importantes que aprendas del Espíritu y guarda esas anotaciones en un lugar seguro. Descubrirás que al anotar tus preciadas impresiones, a menudo se te ocurrirán más… Expresa gratitud por la ayuda recibida y obedécela. Esa práctica afirmará tu capacidad de aprender por el Espíritu y permitirá que el Señor guíe tu vida y te ayude a utilizar de manera más provechosa cualquier otra capacidad latente en ti”.
Individualmente responsables
“En última instancia, la responsabilidad de aprender por la fe y de aplicar la verdad espiritual descansa sobre cada uno de nosotros en forma individual”, el enseña el élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Se trata de una responsabilidad cada vez más seria e importante en el mundo en el que vivimos y en el que habremos de vivir. Qué, cómo y cuándo aprendemos se apoya —pero no depende— en un instructor, un método de presentación o de un tema concreto o un formato de lección…
“Ustedes y yo debemos actuar y ser hacedores de la palabra, y no solamente oidores sobre los que se actúa. ¿Somos ustedes y yo agentes que actúan y que tratan de buscar conocimiento por la fe o aguardamos a que se nos enseñe y que se actúe sobre nosotros? Los niños, jóvenes y adultos a los que servimos, ¿actúan y buscan conocimiento por la fe o esperan a que se les enseñe y se actúe sobre ellos? ¿Animamos y ayudamos a las personas a las que servimos a buscar conocimiento por la fe? Todos debemos estar anhelosamente consagrados a pedir, buscar y llamar”, dice el élder Bednar. (Véase 3 Nefi 14:7.)
“El alumno que ejerce su albedrío para actuar en consonancia con principios que son correctos, abre su corazón al Espíritu Santo e invita tanto a Su poder para enseñar y testificar, como a Su testimonio confirmador”, dice el élder Bednar. “Aprender por la fe requiere un esfuerzo espiritual, mental y físico, y no tan sólo una recepción pasiva. Es la sinceridad y la constancia de nuestros actos inspirados en la fe que indica a nuestro Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo nuestra disposición para aprender y recibir instrucción del Espíritu Santo. Por tanto, aprender por la fe implica el ejercicio del albedrío moral para actuar con la certeza de lo que se espera, e invita a la convicción de lo que no se ve, la cual procede del único maestro verdadero: el Espíritu del Señor”.