Los profetas y los apóstoles proporcionan la esperanza de que por medio de la expiación de Jesucristo, todos los hijos de Dios pueden cambiar para bien.
El presidente Thomas S. Monson enseña: “El transcurso del tiempo no ha alterado la capacidad del Redentor para cambiar la vida de los hombres, nuestra vida y la vida de aquellos con quienes trabajamos”. “Descubriremos que aquellos a quienes servimos, que a través de nuestra labor han sentido la influencia del amor del Salvador, por alguna razón no pueden explicar el cambio que se efectúa en sus vidas. Tienen el deseo de servir con más fidelidad, caminar con más humildad y vivir más como el Salvador…
“Hay dos razones fundamentales que en gran parte son responsables de estos cambios de actitud, de hábitos y de acciones. Primero, el hombre ha demostrado sus posibilidades eternas y ha tomado la decisión de lograrlas. El hombres ya no puede sentirse conforme con la mediocridad una vez que la excelencia esté a su alcance” (“Al rescate”, Conferencia General de abril de 2001).
“El evangelio de Jesucristo nos da el desafío de cambiar”, dice el élder Dallin H. Oaks. “‘Arrepentíos’ es su mensaje más frecuente, y arrepentirse significa abandonar todas nuestras prácticas —sean éstas personales, familiares, étnicas y nacionales— que sean contrarias a los mandamientos de Dios. El propósito del Evangelio es transformar personas comunes en seres celestiales, y eso requiere cambio” (“Arrepentimiento y cambio” Conferencia General de noviembre de 2003).
“Toma la decisión de parar de hacer lo malo”, aconseja el élder Richard G. Scott. “Luego examina tu vida buscando todo lo que alimente ese hábito, como los pensamientos negativos, el ambiente inmoral y los compañeros de error; sistemáticamente elimina o vence todo lo que contribuya a ese aspecto negativo de tu vida. Después, decídete a detener para siempre todo lo negativo…
“Y te prometo, en el nombre del Señor, que Él te ayudará. Él estará contigo en todo momento en que lo necesites. Él dio su vida para que tu puedas cambiar la tuya. Te prometo que sentirás Su amor, Su fortaleza, Su sostén. Confía en Él completamente. Él no comete errores. Él sabe lo que hace. Te ruego, decídete ahora a cambiar tu modo de vivir. Se obediente a Sus enseñanzas y Él te bendecirá” (“Cómo encontrar el camino de regreso”, Conferencia General de abril de 1990).
El élder David A. Bednar nos enseña: “En efecto, la esencia del evangelio de Jesucristo supone un cambio fundamental y permanente en nuestra naturaleza, lo cual es posible a través de nuestra dependencia en ‘los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías’ (2 Nefi 2:8). Al escoger seguir al Maestro, escogemos cambiar, para nacer de nuevo espiritualmente”. Dice el élder Bednar: “Esa fase del proceso de transformación requiere ‘tiempo, perseverancia y paciencia’”:
“Línea por línea y precepto por precepto, de forma gradual y casi imperceptiblemente, nuestras intenciones, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras obras llegan a estar en armonía con la voluntad de Dios” (“Os es necesario nacer de nuevo”, Conferencia General de abril de 2007).