Una velada con una Autoridad General: Puntos destacados
Una velada con una Autoridad General
Viernes, 7 de febrero de 2020
El élder Bednar nos recordó que enseñar no es solo hablar, sino que además incluye el escuchar, observar y discernir. Y ciertamente eso incluye el invitar al Espíritu Santo a que nos enseñe.
Pregunta
El presidente Nelson nos enseñó recientemente acerca de la importancia de la revelación personal. ¿Qué quisiera enseñarnos acerca de cómo recibir revelación personal?
Élder David A. Bednar
Cuando honramos nuestros convenios, podemos tener al Espíritu Santo como nuestro compañero constante. A menudo hablamos como si el escuchar la voz del Señor por medio de Su Espíritu fuese un evento inusual. Debemos centrarnos más en reconocer lo que causa que el Espíritu se aparte. Si ustedes y yo estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo y no cometemos transgresiones graves, entonces siempre podemos contar con la guía del Espíritu Santo.
Muchas personas parecen creer que la inspiración del Espíritu Santo es algo que es espectacular, enorme y repentino. La verdad es que el Espíritu Santo guía de un modo apacible, delicado y progresivo en el tiempo. Con frecuencia, ustedes no se darán cuenta de que están recibiendo revelación en el momento en que la estén recibiendo.
Nefi es el ejemplo perfecto de ese modelo. Él iba sin saber de antemano lo que tendría que hacer1. Él siguió adelante, pero no sabía que se le estaba guiando en todo momento. Deberíamos aprender de esto y entender que lo que le sucedió a Nefi sea probablemente la manera como funciona la revelación en nosotros en muchos casos.
Los miembros de la Iglesia a veces tienen tanto temor de cometer un error, que no siguen adelante. Nefi y sus hermanos echaron suertes, y eso no les funcionó bien. ¿Fue esa experiencia un error para Nefi? No, él aprendió una gran lección. Cuando intentaron obtener las planchas de Labán valiéndose de su oro y todas sus posesiones, Nefi aprendió otra lección que lo preparó para lo que le aguardaba.
Existen principios que están relacionados con la forma de recibir revelación. Por ejemplo, el presidente Packer dijo: “El presidente Harold B. Lee me dijo en una ocasión que la inspiración llega más fácilmente cuando estás en el sitio relacionado con la necesidad de inspiración […]. ¡El presidente Lee tenía razón!”2. Resulta de provecho el estar en el sitio meditando, orando y pidiendo ayuda.
Y ese principio tiene enormes implicaciones en el ámbito de la ministración. Muchos que tienen asignaciones de ministración piensan que enviar un mensaje de texto es suficiente. Hay ocasiones en las que es necesario estar en el hogar de las personas y mirarlas a los ojos, porque ustedes van a recibir impresiones e inspiración en ese hogar que nunca recibirían de otra forma.
Pregunta
¿Le gustaría agregar algo para nuestra comprensión sobre la revelación que reciben el presidente Nelson y otros líderes de la Iglesia?
Élder David A. Bednar
Hay muchos miembros de la Iglesia que hablan de cuánta revelación se ha recibido desde que el presidente Nelson llegó a ser el Presidente de la Iglesia. Los ajustes que se están produciendo ahora son cosas que se han analizado y sobre las que se ha orado en los consejos durante años, incluso décadas. En muchos casos, la revelación no consiste en qué hacer, sino en cuándo hacerlo.
Pregunta
Además de recibir revelación sobre cuándo hacerlo, de vez en cuando también recibiremos revelación acerca de lo que hay que hacer, ¿no es así?
Élder David A. Bednar
No lo tome como opciones excluyentes; no es lo uno o lo otro. Muchas veces, la revelación sobre lo que hay que hacer está bastante clara, pero el cuándo hacerlo es lo que a muchas personas les cuesta saber. Así que, según sea necesario, podemos recibir revelación tanto sobre lo que debemos hacer como sobre cuándo hacerlo; no es lo uno o lo otro.
Pregunta
Como maestros, preparamos nuestras lecciones y oramos por los alumnos. ¿Cómo podemos reconocer la inspiración en favor de aquellos a los que enseñamos y ministramos?
Élder David A. Bednar
Muchas veces sucederá durante su preparación y sus oraciones, que recibirán un pensamiento repentino, un flujo de inspiración, y les vendrá a la mente un nombre, o incluso verán un rostro conocido. El profeta José Smith lo describió como “una repentina corriente de ideas”3. Cuando llega súbitamente, tal vez reconozcan que han recibido exactamente lo que se necesitaba y esas ocasiones son bastante extraordinarias.
Una de las mayores fuentes de información que tendrán son las preguntas que sus alumnos les hagan. Por el espacio de muchos años, he tenido la costumbre de responder preguntas de miles de jóvenes y jóvenes adultos. Debido a las reuniones con grupos numerosos de jóvenes, a menudo les permito que me envíen sus preguntas en mensajes de texto de un modo controlado. (No estoy sugiriendo que ustedes hagan lo mismo). Leer esas preguntas anónimas es una de las más grandes experiencias de aprendizaje que pueda tener alguien que trabaje con los jóvenes. Ellos preguntan realmente sobre las cosas que les preocupan y sobre las que necesitan ayuda. ¿Cómo podemos saber lo que hay que decir o enseñar sin saber dónde están ellos?
Pregunta
Al buscar revelación, no debemos tener una lista de pasos, de cosas que debemos hacer y cuándo hacerlas; deberíamos basarnos más en principios, ¿no es así? Sin embargo, tenemos el ejemplo de Nefi, de José Smith y de Joseph F. Smith, que leen las Escrituras, escuchan las palabras de un profeta y que luego reciben revelación. ¿Se trata de principios o de un modelo?
Élder David A. Bednar
Nos deleitamos en la palabra de Dios para poder escuchar y reconocer la voz del Señor. Cuando convertimos la búsqueda de revelación en una lista de pasos: hagan estas cosas y ocurrirá esto, nos hallamos en un terreno peligroso. Tenemos que esperar en el Señor, ser conscientes de Su tiempo y actuar según este; nosotros no exigimos la revelación basándonos en nuestro tiempo.
Pregunta
¿Cómo hemos de vivir nuestra vida de tal forma que siempre estemos preparados para la revelación, cuando el Señor tenga a bien concedérnosla?
Élder David A. Bednar
La frase preparados para es significativa. Siempre debemos vivir preparados para la revelación —para que “siempre [podamos] tener su Espíritu [con nosotros]”4.
Quizás haya algunos que lleven esto al extremo; por favor, usen el sentido común.
Piensen en cómo Oliver Cowdery llegó a ser el escribiente de José Smith. Él escuchó acerca de las planchas de oro y sobre José Smith, y tuvo el deseo de ir a conocerlo. Él actuó de acuerdo con su deseo.
El Señor le declaró a Oliver:
“… bendito eres por lo que has hecho; porque me has consultado, y he aquí, cuantas veces lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu. De lo contrario, no habrías llegado al lugar donde ahora estás.
“He aquí, tú sabes que me has preguntado y yo te iluminé la mente”5.
La siguiente oración en ese versículo es lo que más me fascina. Oliver estaba siendo inspirado y no tenía idea de que estaba siendo inspirado. Estaba recibiendo revelación y no tenía idea de que la estaba recibiendo. De modo que José recibió una revelación para Oliver, para informarle que él había sido inspirado y había recibido revelación.
“… y ahora te digo estas cosas para que sepas que te ha iluminado el Espíritu de verdad”6.
A esto es a lo que me refiero, de que siempre podamos tener Su Espíritu con nosotros.
Pregunta
Usted mencionó que Nefi y sus hermanos echaron suertes para determinar quién iría a pedir las planchas de bronce y que luego intentaron comprarlas con oro y plata. Cuando necesitamos hacer algo, ¿cómo podemos asegurarnos de hacerlo en el tiempo correcto? ¿Cómo podemos saber que lo estamos haciendo bien?
Élder David A. Bednar
Nefi no cometió un error ni se equivocó con el tiempo. Fue una experiencia de aprendizaje, línea por línea, precepto por precepto. Él estaba siendo preparado con cada intento, “sin saber de antemano lo que tendría que hacer”7.
Si estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo y procuramos estar consagrados y dedicados, no vamos a influir inapropiadamente en los demás. El cielo está a cargo de esta obra, no usted ni yo. Como miembro del Cuórum de los Doce, tengo asignaciones todo el tiempo que yo sé que no me es posible realizar por mí mismo. A medida que hacen su mejor esfuerzo, ustedes son engrandecidos y magnificados. No siempre van a saber conscientemente cuándo es el tiempo correcto; solo hagan su mejor esfuerzo.
El presidente Hinckley solía enseñar: “Todo saldrá bien”. Y yo le creía, pero aún pensaba: “Vamos, debe haber más que eso”. Sin embargo, mientras más mayor me hago, más entiendo que esa es la única respuesta que hay. Dios no los va a dejar solos en tanto que ustedes estén tratando de socorrer, nutrir y ministrar a Sus hijos. Si ustedes dan lo mejor de sí, obrando en rectitud, todo saldrá bien. Y ustedes aprenderán algunas lecciones a lo largo del camino.
Pregunta
Eso de estar listos todo el tiempo para recibir revelación, ¿cómo podemos enseñárselo a alumnos que no se sienten con la capacidad? Esa tarea les puede parecer intimidante.
Élder David A. Bednar
En lugar de pensar: “¿Qué voy a decirles?”, hay que centrarse en “¿qué podría preguntarles?”. Y no solo “¿qué podría preguntarles?, sino “¿qué podría invitarles a hacer?”.
Con el mero hecho de hacerles preguntas, ya están invitándolos a actuar. Si ese alumno responde, eso constituye una expresión de fe en Cristo. La fe es un principio de acción y de poder. Cuando actuamos en conformidad con las enseñanzas de Cristo, somos bendecidos con Su poder. Lo que la mayoría de nosotros desea es tener primero el poder y así poder actuar, pero esto no funciona.
Así que nuestro objetivo no ha de ser: “¿Qué les digo?”. Más bien las preguntas que debemos hacernos son: “¿Qué invitación a actuar puedo hacerles? ¿Qué preguntas inspiradas puedo hacer, que si ellos están dispuestos a responder, comenzarán a invitar al Espíritu Santo a sus vidas?”. Las preguntas que hay que hacer son realmente muy sencillas, como por ejemplo: “¿Qué están aprendiendo?”. Al responder preguntas, esa persona estará invitando al Espíritu Santo a guiar sus respuestas. Nuestra función consiste en hacer que sea seguro el analizar esas cosas e invitarles a actuar de forma que el Espíritu Santo pueda enseñarles.
Si ustedes aman a sus alumnos y están tratando realmente de hacer lo que el cielo desea, serán guiados de la manera más sencilla. Las preguntas no tienen que ser complicadas. Ustedes tratan de averiguar dónde están ellos en su nivel de comprensión, porque realmente se preocupan.
Siempre existe una justificada preocupación por los jóvenes que dejan la Iglesia. Hay demasiados a quienes no se les ha invitado a aprender por sí mismos; ellos solo se apoyan en lo que otras personas les han dicho. “Si todo lo que ustedes o yo sabemos acerca de Jesucristo y Su evangelio restaurado es lo que otras personas nos enseñan o nos dicen, entonces el fundamento de nuestro testimonio de Él […] está cimentado en la arena”8. Por eso es que el invitarlos a actuar y aprender por sí mismos les ayuda a edificar cimientos más fuertes.
Pregunta
Un joven leyó el Libro de Mormón por primera vez y concluyó que no había sentido el Espíritu. Quizás él esperaba que vinieran ángeles del cielo a declarar que es verdadero. ¿Cómo podemos ayudar en este tipo de situaciones?
Élder David A. Bednar
Hay muchos miembros de la Iglesia increíblemente fieles que piensan que no están a la altura, porque no han tenido esas experiencias espectaculares de las que hablan las personas a veces en las reuniones de ayuno y testimonio. Las experiencias espectaculares no son la norma. Si ustedes están honrando sus convenios y siguen avanzando, ustedes lo están haciendo bien y son normales. A Saulo no lo convirtió la luz. A Alma, hijo, no lo convirtió el ángel.
“… deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente; entonces tu confianza se fortalecerá en la presencia de Dios”9. No es confianza en uno mismo, es confianza en Ellos, para realizar lo que ninguno de nosotros puede hacer.
Hermano Chad Webb
“… toda cosa que invita a hacer lo bueno, y persuade a creer en Cristo […] es de Dios”10. Tal vez nos sorprenda descubrir algún día que los pensamientos que consideramos que eran nuestros, en realidad eran del Espíritu Santo. Al tratar de hacer lo bueno, el Espíritu Santo guiará nuestros pensamientos y deseos.
En el mensaje que dio el presidente Nelson sobre la revelación, nos invitó a derramar nuestro corazón al Padre Celestial, a hablar con Él, ser sinceros con Él y, luego, a escuchar. Nos pidió que anotemos las ideas que recibamos y que actuemos en consecuencia. Entonces, él dijo: “A medida que repitan este proceso día tras día, mes tras mes, año tras año, ‘podrán crecer en el principio de la revelación’”11.
La mayor parte de la inspiración que he recibido en mi vida no vino mientras estaba orando. Yo oro, medito y trato de anotar las impresiones que recibo. Pero es cuando actúo, que viene la inspiración. Durante una lección, al cantar un himno, al hablar con alguien o en otros contextos, empiezan a llegar las respuestas a las oraciones.
Élder David A. Bednar
Una observación: los medios y los modos de la revelación pueden variar para los pueblos de todo el mundo. Por ejemplo, en África, las personas tienen sueños extraordinarios. No es inusual que los misioneros se encuentren con alguien en la calle que les diga: “Yo los vi en un sueño y ustedes tienen un mensaje de Dios. Quiero escuchar lo que tienen que decirme”. Yo no tengo sueños como los tienen algunos de los fieles miembros de África.
Enseñamos mayormente partiendo de nuestra propia experiencia, por lo que debemos tener cuidado de no imponer sobre los demás nuestro modelo de experiencias. Eso no significa que el modelo de ellos sea menos válido o útil. Recuerden que hay una diversidad de maneras de cómo el Espíritu del Señor puede conectarse con la mente y el corazón de una persona.
Por favor, estén abiertos a una amplia gama de cosas que ustedes pueden invitar a los demás a hacer, para que puedan actuar y aprender por sí mismos.
Pregunta
¿Cómo aumentamos nuestra confianza en que seremos capaces de recibir revelación por nosotros mismos y no intentar confiar en un proceso que hemos escuchado o leído de otra persona?
Élder David A. Bednar
Una cita del presidente Joseph F. Smith es un recurso increíble para alguien que esté iniciando esa trayectoria de obtener confianza para recibir revelación:
“Muéstrenme Santos de los Últimos Días que tienen que nutrirse con milagros, señales y visiones a fin de conservarse firmes en la Iglesia, y les mostraré miembros […] que no son rectos ante Dios y que andan por caminos resbaladizos. No es por manifestaciones milagrosas dadas a nosotros que seremos establecidos en la verdad, sino mediante la humildad y la fiel obediencia a los mandamientos y leyes de Dios […].
“En los años de mi juventud […] con frecuencia iba y le pedía al Señor que me manifestara alguna cosa maravillosa, a fin de recibir un testimonio. Pero el Señor no me concedió milagros sino que me mostró la verdad, línea por línea […] hasta que me hizo saber la verdad desde el tope de la cabeza hasta la planta de los pies, y hasta que se borraron completamente de mí las dudas y el temor. No fue necesario que enviara a un ángel de los cielos para hacerlo, ni tuvo que hablar con la trompeta de un arcángel; sino que, mediante el susurro de la voz apacible y delicada del Espíritu del Dios viviente, me dio el testimonio que poseo.
“Es por medio de ese principio y de ese poder, que dará a todos los hijos de los hombres un conocimiento de la verdad que permanecerá con ellos y los hará conocer la verdad como Dios la conoce y cumplir con la voluntad del Padre como lo hace Cristo. Ningún número de manifestaciones maravillosas podrá jamás lograr eso”12.
Cualquiera de nosotros que tenga esas luchas puede seguir los primeros pasos y hacer lo que Joseph F. Smith hizo.
Algunos miembros de la Iglesia quieren ver una luz en el camino a Damasco antes de que puedan creer. ¿De veras? ¿Estaba Saulo en condiciones de reconocer la voz suave y apacible? Él tuvo que recibir un llamado de atención espiritual. Muchos esperan ver a un ángel del modo en que Alma, hijo, lo vio. ¿De veras? Alma no estaba en condiciones de recibir la voz suave y apacible. Él tuvo que recibir un llamado de atención espiritual. Y el presidente Joseph F. Smith testificó que no es por la luz ni el ángel. Es el reconocer la voz suave y apacible lo que trae confianza. Solo vayan y hagan.
Si no estamos guardando los mandamientos, entonces no podremos tener esa confianza y no tendremos la compañía del Espíritu. Hay jóvenes que necesitan arrepentirse, y hay jóvenes que son tan duros consigo mismos que nunca creen ser lo suficientemente buenos. Ustedes no tienen que ser perfectos; solo tienen que arrepentirse sinceramente, ser buenos, dar su mejor esfuerzo y seguir avanzando.
Pregunta
Usted ha hablado y escrito mucho acerca de centrarse en los alumnos y en su progreso. ¿Hay más que usted quisiera enseñarnos acerca de cómo invitar al Espíritu Santo a este proceso?
Élder David A. Bednar
“Nombrad de entre vosotros a un maestro; y no tomen todos la palabra al mismo tiempo, sino hable uno a la vez y escuchen todos lo que él dijere, para que cuando todos hayan hablado, todos sean edificados de todos y cada hombre tenga igual privilegio”13. Nosotros no somos los maestros; el Espíritu Santo es el maestro. Este versículo es una admonición a que nombremos al Espíritu Santo para ser el maestro. Y un “patrón o modelo” —y no es el único—, es que hable uno a la vez y que todos escuchen lo que él dijere. Eso suena tan simple, que puede parecer hasta fácil.
Si las personas se sienten seguras, pueden expresar algunas de sus preguntas y las cosas de las que no están seguras. Ellos no aprenden de los demás en el salón en sí, pero lo que alguno diga podría permitir que el Espíritu Santo les enseñe individualmente. Ellos participan en una expresión colectiva de fe en el Señor Jesucristo, en tanto que en ese contexto cada quien esté pidiendo, buscando y llamando. Y en ese ejercicio de fe individual y colectivo, nosotros invitamos. La palabra nombrar no significa designar. No podemos designar al Espíritu Santo para que sea el maestro, pero podemos invitar y atraer al Espíritu Santo para que sea el maestro.
En una reunión con misioneros analizamos una variedad de temas, y pregunté a los misioneros: “¿Qué han estado oyendo que no se ha dicho?”. Un misionero de 18 años, que llevaba cuatro semanas en el campo misional, respondió: “Élder Bednar, si yo escucho una respuesta en su voz o en la de otro misionero, ese es un mensaje para todos. Si la siento en mi corazón o me viene un pensamiento a la mente, eso viene de Dios solo para mí”. ¿Quedaron deslumbrados por esa respuesta? ¿Cuánto tiempo tomaría para discursar o crear algún tipo de representación de situaciones u otra experiencia didáctica para que un jovencito de 18 años pudiera tener esa impresión espiritual?
Por lo tanto, el invitarles a actuar, a que ejerzan la fe, ayuda a atraer al Espíritu Santo a que les enseñe individual y colectivamente.
Es muy importante estar centrado en el alumno e invitar al Espíritu Santo a ser el maestro. Tenemos una función que desempeñar. Nosotros hacemos la labor de invitar, de atraer y de guiar, pero entonces, el Espíritu Santo dirige las cosas de maneras extraordinarias.
Pregunta
Una jovencita me preguntó si recordaba que yo le había enseñado determinado principio. Ella dijo que eso había cambiado su vida para siempre. Recordé la situación; yo no le había enseñado eso a ella para nada; de hecho, ella no había entendido el punto que yo intentaba enseñarle. Ella lo había aprendido del Espíritu. ¿Cómo ayudamos a los alumnos a reconocer que están recibiendo revelación, de modo que puedan tener la confianza para buscarla más por sí mismos?
Élder David A. Bednar
¿Qué podría usted invitarla a hacer para que ella tenga ojos para ver lo que no ha visto hasta ahora?
“El Espíritu Santo […] os recordará todo”14. Ella tuvo una experiencia extraordinaria en la que escuchó algo que ciertamente no se había dicho. Ayúdela a reconocerlo. Pídale que reflexione sobre su experiencia y que descubra uno o dos episodios más de ese tipo. Ayúdela a ver algún patrón en esas dos o tres vivencias y que descubra qué fue lo que produjo esa iluminación espiritual.
Hay una gran diversidad entre nuestros jóvenes, y ellos tienen toda clase de desafíos y problemas, pero debemos tener la expectativa de que ellos sean lo que les decimos que son. Y debemos invitarles a actuar. Y les asombrará ver lo que harán. Piensen primeramente en qué los invitarán a hacer para que puedan aprender lo que necesitan aprender.
Pregunta
¿Podría ayudarnos a comprender, o quizás, aprender cómo escuchar y observar mejor?
Élder David A. Bednar
Les voy a recomendar que se consigan un ejemplar del Libro de Mormón —un ejemplar económico, de tapa blanda— y lo lean de principio a fin, buscando todas las instancias de “ojos para ver y oídos para oír” o una frase similar. Y háganlo luego con Doctrina y Convenios y con el Nuevo Testamento. Acudan a las Escrituras como agentes —pidiendo, buscando y llamando— y tengan su pregunta: “¿Cómo ver lo que usualmente no veo? ¿Cómo escuchar lo que usualmente no escucho?”. Y a medida que acudan a las Escrituras con esas preguntas, el Espíritu Santo será su mentor personal y les proporcionará las respuestas a sus preguntas. Yo no puedo dársela; el Espíritu Santo les enseñará individualmente, en privado, personalmente, lo que esa respuesta será para ustedes.
Permítanme compartir un ejemplo. Mi esposa, Susan, siempre ha sido una maestra visitante increíblemente fiel. Cuando se hizo el ajuste a la ministración y el presidente Nelson pidió maneras “más elevadas y santas”15 de ministrar, Susan lo escuchó y deseó saber lo que era eso. Luego de meditar y orar, ella llegó a una sorprendente conclusión: le preguntaría a las hermanas a las que ministraba “¿qué significa para ti que la ministración será ahora más elevada y santa?”.
Esa es la pregunta más sencilla y más obvia que se podría hacer, y las respuestas de sus hermanas fueron asombrosas. Una hermana pidió ir al templo juntas. Otra hermana pidió leer un discurso de la conferencia general y luego, juntarse para almorzar y analizar lo que habían aprendido. Susan se preguntaba si había hecho algo mal anteriormente, mas ella no había hecho nada mal. Más elevada y santa: los ojos fueron abiertos para ver de modos que antes no habían visto.
Pregunta
En los minutos restantes, ¿le gustaría compartir cualquier cosa que desee compartir, además de su testimonio?
Élder David A. Bednar
Los amo. Amo lo que son y lo que están esforzándose por llegar a ser. Amo lo que hacen. Todos podemos mejorar, pero les digo: “Muchas gracias”. Les doy las gracias en nombre de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce, así como de la Mesa directiva de Educación de la Iglesia.
El vivir en la tierra en esta época de la dispensación del cumplimiento de los tiempos es la bendición de toda una vida. Hace algunos años, el presidente Gordon B. Hinckley me dijo repetidas veces: “David, esta es la época más grandiosa en la historia de la Iglesia restaurada”. ¡Y tenía toda la razón!
Piensen en las cosas que tenemos la bendición de ver. Consideren que en este año conmemoramos el bicentenario de la Primera Visión. Se han anunciado templos en Papúa Nueva Guinea y Phnom Penh, Camboya. Tenemos misioneros en la Unión Soviética y en países que antes eran comunistas, y tenemos un templo en Ucrania. Esta es la época más grandiosa en la historia de la Iglesia restaurada.
Tenemos una responsabilidad particular en este día. Si hemos sido reservados para este día, es porque hay mucho que hacer, y nosotros desempeñamos una función al ayudar a la nueva generación a estar preparada. Estamos en la época más grandiosa de la historia de la Iglesia restaurada, de la más grande oposición y de las oportunidades más notables. En este día, tenemos la oportunidad de servir juntos, dar testimonio, ministrar y socorrer.
Ruego que el Espíritu Santo cierre la brecha entre las palabras que expreso y lo que anhelo transmitir. Testifico que el Padre y el Hijo se aparecieron a José Smith hace 200 años. Testifico que el Padre es nuestro Padre y que Él es el autor del plan de felicidad. Sé, soy testigo y testifico que Jesucristo es el Hijo Unigénito del Padre Eterno. Testifico que Él vive. Él ha resucitado; el sepulcro está vacío. “No está aquí, porque ha resucitado”16.
Doy testimonio de que mediante el profeta José Smith se ha restaurado en la tierra la autoridad y las llaves del sacerdocio y que la aparición del Padre y del Hijo dio inicio a la restauración del Evangelio. Testifico que la Restauración está en curso.
Declaro este testimonio y expreso mi amor por ustedes en el sagrado nombre del Señor Jesucristo. Amén.