Devocionales de 2019
“No dudéis, mas sed creyentes”


33:28

“No dudéis, mas sed creyentes”

Devocional mundial para los jóvenes adultos • 13 de enero de 2019 • Universidad Brigham Young–Hawái

Élder Dale G. Renlund: Gracias por acompañarnos hoy. Sabemos que todos tenían otras ocupaciones. Rogamos que Dios los bendiga por su sacrificio. Les doy las gracias en nombre del Señor y de Su Iglesia por su fe y fidelidad.

Hermana Ruth L. Renlund: Estoy feliz de estar aquí. El coro fue maravilloso y contribuyó al Espíritu de la reunión. Agradecemos a quienes están en el estrado y reconocemos el papel que desempeñan en la vida de ustedes y en la nuestra. Admiramos su ejemplo de discipulado.

Sentimos la impresión de hablar sobre un tema que ha ocupado nuestra mente durante muchos meses: la fe y la duda. En junio del año pasado compartimos una parábola en la transmisión de la capacitación anual para maestros de Seminarios e Institutos de religión. Y al comenzar hoy, deseamos compartir esa misma parábola con ustedes.

Élder Dale G. Renlund: Imaginen que el barco en el que viajaban ha volcado en medio del océano. Tienen puesto un chaleco salvavidas y llevan horas nadando hacia lo que creen que es la costa más cercana, aunque no están seguros. Están muy deshidratados y cada vez que dan una brazada les sobreviene un ligero mareo y cansancio. Según sus cálculos, la costa está a unos 30 km (o 18 millas) de distancia y temen por su vida porque no pueden nadar esa distancia. A lo lejos oyen el sonido de un pequeño motor que parece venir en dirección a ustedes, y sus esperanzas de ser rescatados aumentan. Al mirar, ven un pequeño barco de pesca que se acerca.

Hermana Ruth L. Renlund: “¡Qué alivio!”, piensan, “¡el capitán puede verme!”. El barco se detiene y un pescador amable y curtido por el clima les ayuda a subir a bordo. Agradecidos, gatean hasta un asiento y suspiran aliviados. El pescador les ofrece una cantimplora con agua y unas galletas saladas, que consumen vorazmente. El agua y las galletas saladas les dan el alimento necesario para recuperarse. Se sienten tan aliviados y felices; están de camino a casa.

A medida que se recuperan y se sienten mejor, empiezan a prestar atención a algunas cosas en las que no se habían fijado antes. El agua de la cantimplora tiene mal sabor y no es lo que hubieran preferido: agua purificada. Las galletas tenían buen sabor pero lo que realmente hubieran querido era una carne fina acompañada de una medialuna de chocolate. También se dan cuenta de que el amable pescador viste pantalones vaqueros y botas desgastados. El pañuelo que lleva en la frente está manchado de sudor, y él parece ser un poco sordo.

Élder Dale G. Renlund: También observan que el barco está muy usado y tiene abolladuras en el lado derecho de la proa. Parte de la pintura está desgastada y descascarada. Ven que cuando el pescador suelta un poco el timón, el barco vira a la derecha. Empieza a preocuparles que el barco y su capitán no puedan brindarles el rescate necesario. Le preguntan al pescador sobre las abolladuras y el timón, y él les contesta que no le preocupa demasiado porque ha conducido el barco por la misma ruta de pesca a diario durante décadas. El barco siempre lo ha llevado sano y salvo a donde quería ir.

¡Ustedes quedan atónitos! ¿Cómo que no le preocupan las abolladuras y el problema del timón? ¿Y por qué los alimentos no podrían haber sido más de su gusto? Cuanto más piensan en la embarcación y el pescador, más se preocupan y dudan de su decisión de subir a bordo. Su ansiedad aumenta y, al final, le exigen al pescador que detenga el barco y les permita volver al agua. Aunque aún están a más de 20 km (o 12 millas) de la costa, no soportan la idea de estar en la embarcación. Con tristeza, el pescador detiene el barco y los devuelve al mar. Otra vez están por su propia cuenta.

Hermana Ruth L. Renlund: Consideren esta historia como una parábola en la que el barco representa a la Iglesia y el pescador representa a quienes sirven en la Iglesia1. El único propósito de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es ayudar al Padre Celestial y a Jesucristo en Su obra de llevar a cabo la vida eterna de los hijos de Dios2. Proporciona la senda de los convenios, el camino para regresar a nuestro Padre Celestial. Los que sirven en la Iglesia, aunque no son perfectos, son esenciales para ayudarnos y animarnos a lo largo de la senda de los convenios.

¿Qué nos enseñan el barco y el pescador acerca de la Iglesia? ¿Las abolladuras y la pintura descascarada de la Iglesia alteran su capacidad de brindar ordenanzas autorizadas de salvación y exaltación que nos ayudan a llegar a ser como nuestro Padre Celestial? Si el pescador debe tomar el timón con ambas manos para mantener el barco en curso, ¿niega eso su capacidad y la de la embarcación para llevarnos sanos y salvos a donde queremos ir? No es necesario ser un vidente ordenado, como mi esposo, para saber que volver al agua en vez de quedarse a bordo es peligroso. Sin embargo, cuando perdemos de vista el panorama general, las pequeñas abolladuras y la pintura descascarada pueden cobrar importancia en nuestras mentes.

Cada miembro necesita su propio testimonio de la veracidad de la Iglesia restaurada. Sin una verdadera conversión, que incluya un poderoso cambio en el corazón, quizás empiecen a centrarse en las metafóricas galletas saladas y la pintura descascarada.

El presidente Russell M. Nelson dijo en la Conferencia General de abril de 2018: “No tienen que preguntarse qué es verdad [véase Moroni 10:5]. No tienen que preguntarse en quién pueden confiar de manera segura. Mediante la revelación personal, pueden recibir su propio testimonio de que el Libro de Mormón es la palabra de Dios, de que José Smith es un profeta y de que esta es la Iglesia del Señor. Independientemente de lo que otros digan o hagan, nadie puede despojarlos del testimonio que les llegue al corazón y a la mente sobre lo que es verdadero”3. Ese testimonio es más crucial ahora que nunca.

Élder Dale G. Renlund: El origen de mi testimonio se remonta a cuando vivía en Göteborg, Suecia. Tenía 11 años y el presidente de misión extendió una invitación a todos los jóvenes para que leyeran el Libro de Mormón. Acepté el reto y empecé a leerlo. En el transcurso de la lectura, uno de los consejeros del presidente de misión nos dijo que debíamos orar acerca de lo que leíamos. Recuerdo muy bien la tarde en que acepté y puse en práctica aquella invitación. Me arrodillé al lado de la cama y comencé a ofrecer una oración sencilla para saber si el Libro de Mormón era verdadero.

No oí una voz, pero fue como si Dios me dijera: “Te he estado diciendo todo el tiempo que es verdadero”. Aquella experiencia me cambió; me cambió la vida. Dio comienzo a un proceso de creencia, de estar en la senda de los convenios, de esforzarme más y tratar de hacer lo mejor. Fue en Göteborg donde aprendí a arrepentirme. En Göteborg adquirí un conocimiento de mi Redentor. Fue allí donde empecé a admirar a personas que magnificaban sus llamamientos y trabajaban arduamente para edificar el Reino de Dios. Göteborg se convirtió en mis “aguas de Mormón”4.

Hermana Ruth L. Renlund: ¿Dónde adquirieron ustedes un conocimiento de su Redentor? ¿Qué sintieron? Si lo han olvidado, les instamos a que hagan algo para volver a captar ese sentimiento. Ese conocimiento y esos sentimientos son el comienzo de la fe.

Tener fe es una elección que cada persona debe hacer. No es desear de manera caprichosa que algo sea verdad y convencerse a uno mismo de manera fantasiosa de que lo es; la fe es la certeza de la existencia de cosas que no hemos visto en la carne. La fe es también un principio de acción.

“La fe se debe centrar en Jesucristo a fin de que lleve a las personas a la salvación… La fe surge al escuchar el Evangelio que enseñen los [maestros] autorizados enviados por Dios [véase Romanos 10:14–17]. Los milagros no la producen, sino que la fe fuerte se desarrolla mediante la obediencia al evangelio de Jesucristo. En otras palabras, la fe proviene de la rectitud [véase Alma 32:40–43]”5. La fe no se obtiene exigiendo una señal a Dios, sino al obedecer y seguir Sus mandamientos.

Élder Dale G. Renlund: Dios desea que tengamos fe para poder bendecirnos6. La fe es la llave que abre la puerta a la misericordia de Dios. La persona debe decidir que quiere tener fe y obrar con fe antes de que la fe pueda crecer. Alma enseñó: “Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras”7. Para que la fe crezca, la persona debe elegir tener fe y después actuar de acuerdo con ella.

Hermana Ruth L. Renlund: Nuestro deseo de tener fe debe resultar en acción. En muchos respectos, expresamos nuestra fe con nuestros pies.

Ese principio se halla en la promesa en el Libro de Mormón que mi esposo puso a prueba cuando tenía 11 años. “Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”8.

Cuando se empieza con la pregunta: “¿Acaso esto no es verdadero?”, conduce al inicio de la fe que crece, si se le nutre. “¿Acaso esto no es verdadero?” es una pregunta que supone que es verdadero. Por ejemplo, si digo: “¿Vamos a manejar desde Honolulú hasta la costa norte?”, se supone que vamos a manejar. La pregunta que Moroni nos exhortó que hiciésemos en cuanto al Libro de Mormón es una motivada por la fe y, por tanto, conduce a más fe.

Si en vez de ello empezamos con la pregunta: “¿Acaso esto no es falso?”, lleva a la duda, y la duda nunca lleva a la fe.

Élder Dale G. Renlund: En una ocasión, mientras asistía a una conferencia de estaca, el presidente de la estaca me pidió que me reuniera con un hombre al que llamaré Stephen. Stephen había sido miembro fiel de la Iglesia. Había servido en una misión y se había casado en el templo. Había prestado servicio fielmente por muchos años, pero empezó a tener dudas sobre la Iglesia. Al conversar con Stephen, dijo que tenía inquietudes con el hecho de que José Smith relatara cuatro versiones de la Primera Visión. Pensaba que eso tal vez significaba que José Smith inventó esa experiencia.

Puse a Stephen en contacto con un hombre que había estudiado esas versiones hacía unas décadas. Stephen se reunió con él y la siguiente vez que hablé con él, le pregunté: “¿Cómo se siente en cuanto a la Primera Visión?”.

Él respondió: “Pues, me siento bien porque tuve respuestas a mis preguntas. Ese tema ya no me molesta; pero ahora me preocupa la poligamia que se practicó en Nauvoo y después del Manifiesto de 1890. Eso sí que me preocupa”.

Le pedí que hablara con alguien que había hecho investigaciones sobre esos temas en fuentes confiables. Tras esa conversación me comuniqué con él y le pregunté qué tal iba todo.

Stephen dijo: “Pues, ese tema ya no me inquieta. Entiendo lo que sucedió y se han resuelto mis dudas, pero ahora lo que me preocupa es que por un tiempo se privara a la gente de ascendencia africana de tener el sacerdocio”.

Hermana Ruth L. Renlund: Tristemente, Stephen había decidido dudar de manera perpetua. Para él, dudar lo complacía más que saber9 y excavaba en dudas lo que había plantado en fe10. A medida que pasaba el tiempo, cuando se resolvía una preocupación, surgía otra. No importaba cuánto se intentara dar respuesta a sus preguntas, él siempre encontraba otro tema sobre el que sentía dudas. Se centraba en las abolladuras del barco en vez de la capacidad que tenía la embarcación de conducirlo a las bendiciones de la expiación de Jesucristo. Lo que Stephen hacía era practicar una versión eclesiástica del juego que nunca acaba; como ese juego de niños donde sale un topo de un agujero en una tabla y cuando lo hunden, inmediatamente sale otro de otro agujero.

Si bien la información intelectual adicional puede resolver temporalmente una preocupación intelectual, la información adicional no es la solución completa ya que, tal como Pablo escribió a los corintios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”11. También son necesarios la fe en Jesucristo y un testimonio transmitido por el Espíritu.

Muchos que han tenido preguntas, que han tenido dudas en su mente y que han tenido dificultades para encontrar su estabilidad espiritual, de todas formas se han mantenido fieles y han permanecido en la senda de los convenios. A menudo, al haber orado, han recibido la respuesta que el élder Neil L. Andersen recibió hace décadas cuando se preguntaba si estaba adecuadamente preparado para ingresar en el campo misional. Mientras oraba, recibió este sentimiento: “No lo sabes todo, ¡pero sabes lo suficiente!”12. A veces —de hecho, con frecuencia—, la respuesta del Señor será: “Sabes lo suficiente para permanecer en la senda de los convenios y guardar mis mandamientos”.

Cuando a Nefi se le preguntó si sabía qué era la condescendencia de Dios, dijo: “Sé que [Dios] ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas”13. Sabía lo suficiente. En esta vida, nunca sabremos el significado de todas las cosas, pero sabemos lo suficiente. Nuestros destinos dependen de ejercer una fe en embrión que crecerá a medida que actuemos con fe.

Élder Dale G. Renlund: La duda no es y nunca será la precursora de la fe, así como la luz no depende de la oscuridad para su creación. A Pedro no se le dijo, mientras se estaba hundiendo en el agua después de haber intentado andar sobre ella: “Oh Pedro, si solamente tuvieras más dudas”. No, se le dijo: “¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”14.

En Lectures on Faith [Discursos sobre la fe] se explican las diferencias entre la fe y la duda: “Donde hay duda e incertidumbre… no hay fe ni puede haberla, pues la duda y la fe no existen en la misma persona a la vez, por lo que aquellos cuyas mentes alberguen dudas y temores no pueden tener una confianza inamovible; y donde no hay confianza inamovible, la fe es débil; y donde la fe es débil, las personas no podrán contender contra la oposición, las tribulaciones ni las aflicciones que deberán enfrentar a fin de ser herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús; y crecerá el desánimo en su mente, y el adversario tendrá poder sobre ellas y las destruirá”15.

Eso fue lo que le sucedió a Stephen; él dejó que la duda y la incertidumbre ocuparan su mente y, con el paso del tiempo, carecía de la fuerza para encarar las dificultades que enfrentan los miembros de la Iglesia. Surgió el desánimo en su mente y su fe desapareció.

Hermana Ruth L. Renlund: Tener una pregunta sobre la Iglesia y sus doctrinas es normal y la raíz del aprendizaje del Evangelio. José Smith así lo entendía cuando leyó: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”16.

Pero el pasaje continúa: “Pero pida con fe, no dudando nada”17.

En otras palabras, pidan a Dios sin dudar que Él puede darles una respuesta. La Escritura continúa diciendo: “Porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”18.

A fin de recibir el tipo de respuesta que José Smith procuraba, para recibir el tipo de respuesta que añoramos, debemos acudir a Dios con un corazón creyente y una mente que desea que se nos den a conocer las cosas de Él.

Élder Dale G. Renlund: Nos encanta una declaración que hizo el élder John A. Widtsoe, uno de los primeros apóstoles de esta dispensación. Parafrasearé lo que dijo. La duda, a menos que se convierta en indagación de fuentes confiables y fidedignas, no tiene valor ni mérito. El incrédulo estancado en la duda, satisfecho de sí mismo, reacio a hacer el esfuerzo adecuado, a pagar el precio del descubrimiento divino, alcanza inevitablemente la incredulidad y la oscuridad. Las dudas crecen como setas venenosas en la penumbra de sus cámaras mentales y espirituales. Por último, ciego como un topo en su madriguera, por lo general sustituye la razón por el ridículo, el trabajo por la indolencia y se convierte en un erudito perezoso. La duda no es mala, a menos que se convierta en el objetivo en sí misma. La duda que se nutre de sí misma, crece en sí misma y siembra más duda, es maligna”19.

Las palabras del élder Widtsoe siguen siendo verdaderas. La duda estancada no nos lleva a conocer la realidad del Salvador Jesucristo y Su expiación; ni a saber que en realidad tenemos un Padre Celestial bondadoso y amoroso que instituyó el gran Plan de Salvación. Podemos llegar a conocer la veracidad de la obra de los últimos días, pero eso requiere que escojamos la fe, no la duda, y que acudamos a las fuentes confiables y fidedignas en busca de respuestas.

Hermana Ruth L. Renlund: Alma también habló de ese principio. Él dijo: “Y, por tanto, el que endurece su corazón recibe la menor porción de la palabra; y al que no endurece su corazón le es dada la mayor parte de la palabra, hasta que le es concedido conocer los misterios de Dios al grado de conocerlos por completo. Y a los que endurecen sus corazones les es dada la menor porción de la palabra, hasta que nada saben concerniente a sus misterios; y entonces el diablo los lleva cautivos y los guía según su voluntad hasta la destrucción”20.

¿Buscarían consejo financiero de alguien que esté quebrado y endeudado?

Élder Dale G. Renlund: ¿Pedirían consejo médico a un embustero vendedor de aceite de serpiente?

Hermana Ruth L. Renlund: ¿De quién aceptarían consejo sobre cómo mejorar su golpe de derecha en el tenis, de un aficionado de fin de semana o de Roger Federer?

Élder Dale G. Renlund: Entonces, ¿por qué confiarían su bienestar espiritual a aquellos que están en bancarrota espiritual porque han puesto en duda lo que una vez plantaron con fe21, o quienes, como dijo Jeremías, “abandonaron a [Cristo], fuente de aguas vivas, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua”?22. Estas personas se han alejado de esa fuente de aguas vivas y quieren que ustedes confíen en algo que no retiene el agua.

Hermana Ruth L. Renlund: Hermanos y hermanas, ustedes pueden saber que hay un Cristo Viviente23. La blogósfera no puede reemplazar el estudio de las Escrituras y leer las palabras de los profetas y apóstoles vivientes. Nutran su fe yendo a fuentes confiables para encontrar respuestas a sus preguntas.

Élder Dale G. Renlund: Cuando tratamos de determinar si algo es cierto o no, el profeta Mormón nos proporciona un modelo a seguir:

“Por consiguiente, todo lo que es bueno viene de Dios, y lo que es malo viene del diablo… 

“Mas he aquí, lo que es de Dios invita e induce a hacer lo bueno continuamente; de manera que todo aquello que invita e induce a hacer lo bueno, y a amar a Dios y a servirle, es inspirado por Dios.

“… os es concedido juzgar, a fin de que podáis discernir el bien del mal; y la manera de juzgar es tan clara, a fin de que sepáis con un perfecto conocimiento, como la luz del día lo es de la obscuridad de la noche.

“Pues he aquí, a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que sepa discernir el bien del mal; por tanto, os muestro la manera de juzgar; porque toda cosa que invita a hacer lo bueno, y persuade a creer en Cristo, es enviada por el poder y el don de Cristo, por lo que sabréis, con un conocimiento perfecto, que es de Dios.

“Pero cualquier cosa que persuade a los hombres a hacer lo malo, y a no creer en Cristo, y a negarlo, y a no servir a Dios, entonces sabréis, con un conocimiento perfecto, que es del diablo”24.

Así que es sencillo. Si una decisión los lleva a hacer lo bueno y a creer en Cristo, es de Dios. Si la decisión los incita a hacer lo malo y negar a Cristo, es del diablo. Al recorrer la senda de los convenios, pueden saber que aquello que los distraiga de la senda, que les persuada a no creer en Cristo, es malo. Las cosas que los persuadan a creer en Dios, a amarlo y a guardar Sus mandamientos, son de Dios. Ustedes se perderán eventos espiritualmente importantes si eligen la duda constante, avivada por respuestas de fuentes no confiables ni fidedignas25.

Hermana Ruth L. Renlund: Volviendo a nuestra parábola, aquellos que optan por quedarse en el barco abollado y muy usado con la pintura descascarada son los que reconocen que el barco los salvó de ahogarse y puede llevarlos a tierra a salvo. En otras palabras, entran en la senda de los convenios y permanecen en ella; y, al perseverar hasta el fin, reciben la promesa de la vida eterna. Ese es el más grande de los dones que Dios puede dar. Es mediante ese proceso que llegamos a conocer a Jesucristo, Su realidad viviente, Su amor y Su compasión.

En Doctrina y Convenios dice: “A algunos el Espíritu Santo da a saber que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que fue crucificado por los pecados del mundo; a otros les es dado creer en las palabras de aquellos, para que también tengan vida eterna, si continúan fieles”26. Observen que la recompensa es la misma, ya sea que sepan o crean: la vida eterna para los fieles.

Élder Dale G. Renlund: En abril de 2009 fui sostenido como Autoridad General de la Iglesia, y en octubre de ese año se me pidió que hablara en la conferencia general. Estaba deseoso de que mi padre pudiera escuchar la conferencia. Toda su vida había trabajado con dedicación como carpintero y constructor y, a los 92 años, tenía graves problemas de espalda. No podía caminar hasta el Centro de Conferencias, de modo que una de mis hermanas se aseguró de que viera la sesión en el televisor de su casa en Salt Lake City.

Después de la conferencia fui a su casa para ver qué le había parecido mi discurso. Él era un hombre de pocas palabras y no solía dar cumplidos.

Le dije: “Papá, ¿viste la conferencia?”.

Contestó: “Sí”.

Le pregunté: “Papá, ¿oíste mi discurso?”.

Contestó: “Sí”.

Le dije: “¿Y qué te pareció?”.

Su respuesta fue: “Oh, estuvo bien. Casi llegué a sentirme orgulloso”.

Pero después me enteré de que estaba algo distraído aquella noche porque estaba ansioso por compartir conmigo un sueño que había tenido la noche anterior. Él no era alguien que tuviese sueños; jamás tuvo ideas extravagantes y nunca lo oí decir una mentira. Siempre había sido brutal y torpemente sincero. Me dijo: “Soñé que moría y veía al Salvador, Jesucristo. Me tomaba en Sus brazos y me decía que mis pecados me eran perdonados. ¡Y qué sensación tan buena, Dale!”. Eso fue todo lo que dijo y yo me abstuve de hacer más preguntas. Falleció dos meses después mientras Ruth y yo estábamos en Madagascar.

Mi padre, después de unirse a la Iglesia en Larsmo, Finlandia, a los 24 años, vivió toda su vida con la luz y el conocimiento que había recibido. Hizo todo lo que se le pidió hacer. Llegó a ser alguien digno de recibir ese don del Espíritu de saber que Jesús es el Cristo y que fue crucificado por los pecados del mundo y por sus propios pecados. El llegar a ser dignos de recibir ese don no depende de nuestro sexo ni de un oficio en el sacerdocio; es la recompensa prometida por escoger la fe y escoger la senda de los convenios27.

Hermana Ruth L. Renlund: De modo que, ¿cómo podemos desarrollar la fe y mantenerla firme? Requiere trabajo. ¿Alguna vez han estado en una clase de matemáticas, digamos cálculo, y observaron al profesor trabajar en un problema? ¿Se traslada automáticamente a ustedes el conocimiento de él o ella porque lo observaron encontrar la respuesta? Tristemente, no. Para adquirir el conocimiento, el mismo conocimiento que posee el profesor, necesitan resolver un problema de cálculo por su cuenta; necesitan estudiar y resolver los problemas de práctica hasta que se sientan cómodos con el proceso, las ecuaciones y los símbolos.

De manera similar, encontrar la fe y fortalecerla requiere trabajo. Quizás nos inspire alguien que tiene gran fe, pero la fe de otra persona no se transfiere a nosotros en el proceso. Debemos hacer nuestro propio estudio de las Escrituras y de las palabras de los profetas vivientes. Debemos orar, esforzarnos de verdad para comunicarnos con nuestro Padre Celestial, en el nombre de Jesucristo. Lo esencial es participar dignamente de la Santa Cena cada semana y recordar lo misericordioso que Dios ha sido con nosotros al dar a Su Hijo para expiar nuestros pecados. Estos actos personales y privados de devoción edifican y mantienen la fe.

Élder Dale G. Renlund: La primera responsabilidad que tuve como miembro del Cuórum de los Doce fue ir y decirle al Departamento de Historia de la Iglesia que iba a reemplazar al élder Jeffrey R. Holland como asesor del departamento. Como pueden suponer, hubo “llantos y lamentos y el crujir de dientes”28 cuando se enteraron de que se reemplazaría a su amado asesor. Hubo una gran escasez de pañuelos desechables.

Como parte de mi asignación de asesor del Departamento de Historia de la Iglesia, he leído todos los tomos de The Joseph Smith Papers [Los documentos de José Smith].También he leído el primer tomo y la primera porción del segundo tomo de la nueva narrativa histórica de la Iglesia titulada Santos29. Leer todo lo que José Smith escribió o que otros informaron que él dijo ha fortalecido mi testimonio de su labor como profeta escogido por Dios para restaurar Su obra en la tierra.

José Smith siempre fue fiel a su testimonio; fue constante. Siempre se comportó como alguien que verdaderamente había visto a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo; a Moroni; a Juan el Bautista; a Pedro, Santiago y Juan; a Moisés; a Elías; y a Elías el Profeta. Se comportó como alguien que había poseído las planchas de oro y había traducido sus textos antiguos por el don y el poder de Dios. Actuó como alguien que recibió revelación de Jesucristo mismo. Actuó como alguien que había recibido la autoridad del sacerdocio y las llaves del Santo Apostolado.

Sé de manera más poderosa y fiable de lo que los cinco sentidos pueden detectar y expresar que José Smith vio lo que dijo que vio, tradujo el Libro de Mormón por el don y el poder de Dios, y recibió el sacerdocio y sus llaves para la salvación del género humano. Sé que es verdad. Sé que esas llaves están actualmente en la tierra y que el presidente Nelson es el sucesor legítimo de José Smith sobre la tierra.

Lo que consideramos abolladuras y pintura descascarada en el barco muy usado puede resultar ser algo divinamente decretado y dirigido desde una perspectiva eterna. O bien el Señor influyó en las abolladuras y la pintura descascarada o se vale de ellas para Sus propósitos. Sé por mí mismo que el Señor Jesucristo dirige Su obra actualmente en la tierra. Sus siervos actuales lo conocen bien.

Hermana Ruth L. Renlund: Agradezco poder añadir mi testimonio de que sé que Jesucristo es nuestro Salvador. Cuando ejercitamos la fe, no la duda, en Su sacrificio expiatorio y los frutos de Su expiación, nuestra vida es bendecida eternamente. Estoy agradecida de que Él haya restaurado Su Iglesia hoy, con todas las bendiciones al alcance de los hijos de Dios sobre la tierra.

Élder Dale G. Renlund: Jesucristo vive y es el Salvador del mundo. Testifico de Su compasión, amor y tierna preocupación por todos los hijos de Dios. Testifico de Su incomparable sacrificio expiatorio por ustedes y por mí. A medida que he llegado a conocer al Salvador, he aprendido de Su gran deseo de ayudar a sanar las heridas y enmendar los corazones quebrantados.

Ruego que tengan las bendiciones más ricas de Dios. Ruego que cultiven la fe en Jesucristo, que “no [duden], mas [sean] creyentes”30. Los invito a aumentar su fe en Cristo al estudiar las Escrituras y las palabras de los profetas vivientes, al orar y comunicarse con el Padre Celestial, y al prepararse concienzudamente para la Santa Cena y participar dignamente de ella cada semana. Dios les bendecirá a medida que participen en esos actos personales y privados de devoción y sirvan y ministren a los demás. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Véase M. Russell Ballard, “¡Permanezcan en el bote y sujétense!”, Liahona, noviembre de 2014, págs. 89–92; y Gérald Caussé, “Lo importante son las personas”, Liahona, mayo de 2018, págs. 111–113. Él dice: “En una ocasión, el presidente Russell M. Nelson comparó la Iglesia con un hermoso automóvil. A todos nos gusta cuando nuestro vehículo está limpio y reluciente; pero el propósito del auto no es que llame la atención como una máquina atractiva, sino que transporte a las personas en el auto”.

  2. Véase Moisés 1:39.

  3. Russell M. Nelson. “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 95.

  4. Mosíah 18:30.

  5. Guía para el Estudio de las Escrituras, “Fe”, scriptures.lds.org.

  6. Véase Alma 32:22.

  7. Alma 32:27.

  8. Moroni 10:4.

  9. Paráfrasis de Michel de Montaigne, “On the Education of Children”, citando el Infierno de Dante: “No menos que el saber me place el dudar”.

  10. Paráfrasis que se atribuye a Elisabeth Elliot (1926–2015), autora y oradora cristiana nacida en Bélgica.

  11. 1 Corintios 2:14.

  12. Neil L. Andersen, “Sabes lo suficiente”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 13.

  13. 1 Nefi 11:17.

  14. Mateo 14:31.

  15. Lectures on Faith, 1985, pág. 71.

  16. Santiago 1:5.

  17. Santiago 1:6.

  18. Santiago 1:6–8.

  19. Véase John A. Widtsoe, Evidences and Reconciliations, 1960, págs. 31–33.

  20. Alma 12:10–11.

  21. Paráfrasis que se atribuye a Elisabeth Elliot.

  22. Jeremías 2:13.

  23. Véase Alma 30:13–16.

  24. Moroni 7:12–13, 15–17.

  25. Véase Neil L. Andersen, “La fe no es una casualidad, sino una elección”, Liahona, noviembre de 2015, págs. 65–68.

  26. Doctrina y Convenios 46:13–14.

  27. Véase Doctrina y Convenios 88:67–68.

  28. Alma 40:13.

  29. Véase Steven E. Snow, “Santos: La historia de la Iglesia de Jesucristo en los últimos días”, Liahona, febrero de 2018, págs. 58-59.

  30. Mormón 9:27.