Prepárense para presentarse ante Dios
Cumplir las responsabilidades divinamente asignadas, en rectitud, unidad e igualdad, nos preparará para presentarnos ante Dios.
Eliza R. Snow dijo de la dedicación del Templo de Kirtland, a la cual había asistido: “Las ceremonias de aquella dedicación se pueden narrar, pero no hay lenguaje terrenal que describa las manifestaciones celestiales de ese día memorable. A algunos [se] les aparecieron ángeles, mientras que todos sentimos una presencia divina y todo corazón estaba lleno de [un] gozo inefable y pleno de gloria”1.
Las manifestaciones divinas que tuvieron lugar en el Templo de Kirtland constituyeron el cimiento del propósito de la Iglesia restaurada de Jesucristo, que es llevar a cabo la salvación y exaltación de los hijos de nuestro Padre Celestial2. A medida que nos preparamos para presentarnos ante Dios podemos saber cuáles son nuestras responsabilidades divinamente asignadas si repasamos las llaves sagradas que se restauraron en el Templo de Kirtland.
En la oración dedicatoria, el profeta José Smith pidió con humildad al Señor “que aceptes esta casa… la cual nos mandaste edificar”3.
Una semana después, el domingo de Pascua de Resurrección, el Señor se apareció en una visión magnífica y aceptó Su templo. Esto ocurrió el 3 de abril de 1836, hace casi exactamente 182 años si contamos desde este domingo de Pascua de Resurrección. También era la época de la Pascua judía, una de esas raras ocasiones en la que ambas Pascuas coinciden. Una vez concluida la visión, se aparecieron tres profetas de la antigüedad (Moisés, Elías y Elías el Profeta) que entregaron llaves que eran esenciales para cumplir con el propósito que el Señor tenía para Su Iglesia restaurada en esta dispensación. Dicho propósito se ha definido de manera sencilla, aunque elocuente, como el recogimiento de Israel, su sellamiento en familias y la preparación del mundo para la Segunda Venida del Señor4.
El hecho de que se aparecieran tanto Elías el Profeta como Moisés supuso un “sorprendente paralelismo… [con] la tradición judía, según la cual Moisés y Elías el Profeta se presentarían juntos al ‘final de los tiempos’”5. En nuestra doctrina, esta aparición supuso el cumplimiento de la restauración fundamental de ciertas llaves reservadas “para los últimos días y por última vez, en [las] cuales se encierra la dispensación del cumplimiento de los tiempos”6.
Si nos atenemos a su ubicación y tamaño, el Templo de Kirtland era relativamente desconocido; pero en cuanto a su enorme significado para el género humano, su impacto fue eterno. Aquellos profetas de la antigüedad restauraron llaves del sacerdocio para las ordenanzas eternas de salvación del evangelio de Jesucristo, lo cual supuso un gozo abrumador para los miembros fieles.
Estas llaves otorgan el “poder de lo alto”7 para las responsabilidades divinamente asignadas que constituyen el propósito principal de la Iglesia8. Aquel maravilloso día de Pascua de Resurrección se restauraron tres llaves en el Templo de Kirtland:
Primera: Moisés se apareció y entregó las llaves para el recogimiento de Israel de los cuatro cabos de la tierra, que es la obra misional9.
Segunda: Elías se apareció y entregó las llaves de la dispensación del evangelio de Abraham, que incluye la restauración del convenio Abrahámico10. El presidente Russell M. Nelson ha enseñado que el propósito de las llaves del convenio es preparar a los miembros para el reino de Dios. Él mismo dijo: “…sabemos quiénes somos y lo que Dios espera de nosotros”11.
Tercera: Elías el Profeta se apareció y entregó las llaves del poder para sellar en esta dispensación, que es la obra de la historia familiar y las ordenanzas del templo que hacen posible la salvación de los vivos y los muertos12.
Hay tres consejos ejecutivos en las oficinas generales de la Iglesia que, bajo la dirección de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce, supervisan estas responsabilidades divinamente asignadas de acuerdo con las llaves que se restauraron en el Templo de Kirtland. Estos consejos son: el Consejo Ejecutivo Misional, el Consejo Ejecutivo del Sacerdocio y de la Familia, y el Consejo Ejecutivo de Templos e Historia Familiar.
¿A qué altura del cumplimiento de estas responsabilidades divinamente asignadas nos hallamos hoy en día?
En primer lugar, con respecto a las llaves que Moisés restauró para el recogimiento de Israel, en la actualidad hay casi 70 000 misioneros repartidos por todo el mundo predicando Su evangelio para recoger a Sus elegidos. Este es el comienzo del cumplimiento de la obra grande y maravillosa que Nefi previó tanto entre los gentiles como en la casa de Israel. Nefi vio nuestra época, cuando los Santos de Dios estarían sobre la faz de la tierra, aunque sus números serían pequeños a causa de la iniquidad. Sin embargo, él previó que tendrían “por armas su rectitud y el poder de Dios en gran gloria”13. Cuando se contrasta con la breve historia de la Iglesia restaurada, la labor misional ha sido sobresaliente. Estamos viendo el cumplimiento de la visión de Nefi. Aun cuando nuestros números son relativamente pequeños, seguiremos con nuestra labor y llegaremos hasta aquellos que van a responder favorablemente al mensaje del Salvador.
En segundo lugar, Elías se apareció y entregó la dispensación del evangelio de Abraham, declarando que en nosotros y en nuestra descendencia serían bendecidas todas las generaciones después de nosotros. En esta conferencia se ha presentado guía significativa para contribuir al perfeccionamiento de los Santos y prepararlos para el reino de Dios14. El anuncio en la sesión del sacerdocio con respecto a los cuórums de élderes y sumos sacerdotes desatará poder y autoridad del sacerdocio. La orientación familiar y el programa de maestras visitantes, llamado ahora “ministrar”, tal como se enseñó tan elocuentemente en esta sesión, preparará a los Santos de los Últimos Días para presentarse ante Dios.
En tercer lugar, Elías el Profeta entregó las llaves del sellamiento de esta dispensación. Para aquellos que vivimos en la actualidad, el aumento de la obra del templo y de la historia familiar es fenomenal, y su ritmo proseguirá, acelerándose hasta la Segunda Venida del Salvador; de no ser así, toda la tierra “sería totalmente asolada a su venida”15.
La obra de la historia familiar, bendecida por la tecnología, ha aumentado de manera dramática en años recientes. Sería imprudente por nuestra parte que nos relajásemos en cuanto a esta responsabilidad divinamente asignada y esperásemos que la tía María, u otro pariente comprometido, se haga cargo de ella. Permítanme que comparta una cita contundente del presidente Joseph Fielding Smith: “Nadie quedará exento de esta gran obligación. Se requiere del apóstol, así como del élder [o la hermana] más humilde. El lugar, la distinción, el largo servicio en la Iglesia… no servirá para darle a uno el derecho de olvidarse de la salvación de sus difuntos”16.
Ahora tenemos templos por todo el mundo y contamos con los recursos del fondo de ayuda para participantes del templo para ayudar a los que viven lejos de un templo.
Haríamos bien en evaluar individualmente nuestros esfuerzos por cumplir con la obra misional, del templo y de historia familiar, y por prepararnos para presentarnos ante Dios.
La rectitud, la unidad y la igualdad ante el Señor afianzan estas responsabilidades sagradas
En cuanto a la rectitud, esta vida es cuando debemos prepararnos para comparecer ante Dios17. El Libro de Mormón contiene múltiples ejemplos de las consecuencias trágicas que se padecen cuando las personas o los grupos no cumplen los mandamientos de Dios18.
A lo largo de mi vida he visto los problemas y las inquietudes del mundo pasar de un extremo al otro: de cuestiones frívolas y triviales a la inmoralidad más grave. Es encomiable que hayan salido a la luz y se hayan denunciado casos de inmoralidad no consentida19. La inmoralidad no consentida atenta contra las leyes de Dios y de la sociedad. Quienes entienden el plan de Dios deben oponerse también a la inmoralidad consensual, porque también es un pecado. La proclamación para el mundo sobre la familia nos advierte de que “las personas que violan los convenios de castidad, que maltratan o abusan de su cónyuge o de sus hijos [o de cualquier otra persona]… un día deberán responder ante Dios”20.
Al mirar a nuestro alrededor vemos la devastación de la iniquidad y la adicción en cada esquina. Si realmente nos preocupa el juicio final de nuestro Salvador, debemos procurar arrepentirnos. Me temo que muchas personas ya no se sienten responsables ante Dios y no se vuelven a las Escrituras ni a los profetas en busca de guía. Si como sociedad contempláramos las consecuencias del pecado, habría una oposición masiva a la pornografía y a la cosificación de la mujer21. Alma le dijo a su hijo Coriantón en el Libro de Mormón: “La maldad nunca fue felicidad”22.
En cuanto a la unidad, el Salvador declaró: “Si no sois uno, no sois míos”23. Sabemos que el espíritu de contención es del diablo24.
El imperativo de las Escrituras en cuanto a la unidad está ampliamente ignorado en nuestra época, y para muchos el hincapié se hace en el tribalismo25, que a menudo se basa en el estatus social, el género, la raza y la riqueza. En muchos países, si no en la mayoría, la gente está profundamente dividida en cuanto a la manera de vivir. La única cultura a la que nos adherimos y que enseñamos en la Iglesia del Señor es la del evangelio de Jesucristo. La unidad que procuramos es la de ser uno con el Salvador y Sus enseñanzas26.
Cuando contemplamos los propósitos principales de la Iglesia, vemos que todos ellos se basan en la igualdad ante el Señor27 y en seguir la cultura del evangelio de Jesucristo. Con respecto a la obra misional, los requisitos principales del bautismo son humillarse uno mismo ante Dios y presentarse con un corazón quebrantado y un espíritu contrito28. La formación académica, la riqueza, la raza o la nacionalidad ni siquiera se tienen en cuenta.
Además, los misioneros sirven humildemente allí donde se les llama; no intentan prestar servicio según los estándares del mundo relativos al estatus social ni a la preparación para sus futuras carreras. Ellos sirven con todo su corazón, alma, mente y fuerza allí donde se les asigna. No eligen a sus compañeros de misión y procuran desarrollar atributos cristianos29 con diligencia; tal es la esencia de la cultura de Jesucristo.
Las Escrituras nos brindan guía para las relaciones más importantes. El Salvador enseñó que el primer mandamiento era “[amar] al Señor tu Dios”. Y el segundo es “[amar] a tu prójimo como a ti mismo”30.
Además el Salvador explicó que todos son nuestro prójimo31. El Libro de Mormón deja bien claro que no debe haber -itas, tribus ni clases32. Debemos estar unidos y ser iguales ante Dios.
Las ordenanzas sagradas y las responsabilidades divinas se basan en esta premisa. Imagino que sus experiencias en el templo son similares a las mías. Cuando terminaba mi jornada laboral en San Francisco y llegaba al Templo de Oakland, experimentaba un sentimiento incontenible de amor y paz. Una parte importante de ello consistía en sentir que estaba más cerca de Dios y de Sus propósitos. Las ordenanzas de salvación eran mi objetivo principal, pero una parte importante de aquellos bellos sentimientos lo componían la igualdad y la unidad que se respiraban en el templo. Todos van vestidos de blanco. No hay evidencia de riqueza, rango ni logros educativos; todos somos hermanos y hermanas humillándose ante Dios.
La ordenanza del matrimonio eterno es idéntica para todos en el sagrado cuarto de sellamientos. Me encanta el hecho de que la pareja procedente del contexto más humilde y la que viene del más acaudalado tienen exactamente la misma experiencia; ambas visten el mismo tipo de ropa y hacen los mismos convenios ante el mismo altar; ambas reciben las mismas bendiciones eternas del sacerdocio. Todo esto se lleva a cabo en un hermoso templo construido con los diezmos de los Santos para ser la sagrada casa del Señor.
Cumplir las responsabilidades divinamente asignadas, basadas en rectitud, unidad e igualdad ante el Señor, nos brinda felicidad personal y paz en este mundo, y nos prepara para la vida eterna en el mundo venidero33; nos prepara para comparecer ante Dios34.
Rogamos que cada uno de ustedes, sin importar sus circunstancias actuales, se reúna con su obispo y sea digno de recibir una recomendación para el templo35.
Agradecemos que haya muchos más miembros preparándose para ir al templo. Durante años ha habido un aumento considerable del número de adultos dignos que poseen una recomendación para el templo. Las recomendaciones de uso limitado para los jóvenes dignos han aumentado de manera drástica en los últimos dos años. Claramente, el núcleo fiel de los miembros de la Iglesia nunca ha sido tan fuerte como ahora.
Para terminar, tengan la certeza de que los líderes generales de la Iglesia que presiden sobre los objetivos divinamente asignados de la Iglesia reciben ayuda divina, la cual procede del Espíritu y a veces directamente del Salvador. Se reciben ambos tipos de guía espiritual y estoy agradecido por haberla recibido. La guía se recibe en el tiempo del Señor, línea por línea, precepto por precepto36 cuando “un Señor omnisciente deliberadamente decide instruirnos”37. La guía para toda la Iglesia se recibe únicamente a través de Su profeta.
Todos hemos tenido en esta conferencia el privilegio de sostener al presidente Russell M. Nelson como nuestro profeta y presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Los Doce, individual y colectivamente, tuvimos una experiencia espiritual significativa cuando pusimos nuestras manos sobre la cabeza del presidente Nelson; y el presidente Dallin H. Oaks, actuando como portavoz, lo ordenó y apartó como Presidente de la Iglesia. Testifico que él fue preordenado y ha sido preparado toda su vida para ser el profeta del Señor en esta época. En el nombre de Jesucristo. Amén.