Recuerden el camino de regreso a casa
Tenemos el ejemplo perfecto de Jesucristo a seguir, y el trayecto hacia nuestro hogar eterno es posible solamente gracias a Sus enseñanzas, Su vida y Su sacrificio expiatorio.
En 1946, el joven investigador, Arthur Hasler, caminaba por la orilla de un arroyo de montaña cerca del hogar de su infancia cuando tuvo una experiencia que dio pie a un importante descubrimiento acerca del modo en que los peces encuentran el camino de regreso a los riachuelos en los que nacieron.
Cuando ascendía una montaña, pero aún sin poder ver la cascada favorita de su infancia, a Hasler de pronto le sobrevino un recuerdo que había olvidado. Él dijo: “Mientras una fresca brisa portadora de la fragancia de musgos y aguileñas recorría la pendiente rocosa, de pronto acudieron a mi mente los detalles de esa cascada y su ubicación en la vertiente de la montaña”1.
Esos aromas reavivaron los recuerdos de su infancia y le hicieron recordar su hogar.
Si los aromas podían desencadenar en él esos recuerdos, dedujo que quizás podían resultar igualmente evocadores para un salmón que, después de años en alta mar, regresara a reproducirse al preciso riachuelo en el que nació.
Basándose en esa experiencia, Hasler, junto con otros investigadores, procedió a demostrar que el salmón recuerda los mismos aromas que le ayudan a nadar miles de kilómetros desde el mar para encontrar el camino de regreso a casa.
Este relato me hizo pensar que una de las cosas más importantes que podemos hacer en esta vida es reconocer y recordar el camino de regreso a nuestro Padre Celestial, y perseverar gozosa y fielmente a lo largo del trayecto.
Pensé en cuatro recordatorios que, si los ponemos en práctica de manera constante en nuestra vida, pueden reavivar sensaciones de nuestro hogar celestial.
Primero, podemos recordar que somos hijos de Dios
Tenemos una herencia divina. El saber que somos hijos de Dios y que Él desea que regresemos a Su presencia es uno de los primeros pasos del trayecto de regreso a nuestro hogar celestial.
Tengan presente este linaje. Dediquen tiempo con regularidad para estimular su sistema inmunológico espiritual recordando las bendiciones que han recibido del Señor. Confíen en las guías que han recibido de Él, en lugar de recurrir únicamente al mundo para medir su valía personal y encontrar su camino.
Hace poco visité a una persona muy querida que había estado hospitalizada. Ella me dijo con emoción que, mientras yacía en la cama del hospital, todo lo que deseaba era que alguien le cantara el himno “Soy un hijo de Dios”. Agregó que el solo pensar en ello le brindaba la paz que necesitaba en ese momento de aflicción.
El saber quiénes son cambia lo que sienten y lo que hacen.
El entender quiénes son en realidad los prepara mejor para reconocer y recordar el camino de regreso al hogar celestial y anhelar estar allí.
Segundo, podemos recordar el fundamento que nos protege
Recibimos fortaleza cuando permanecemos rectos, leales y fieles al Padre Celestial y a Jesucristo, incluso cuando otras personas rechazan enormemente los mandamientos y los principios de salvación2.
En el Libro de Mormón, Helamán enseñó a sus hijos a recordar que debían establecer su fundamento en Jesucristo a fin de tener la fortaleza para soportar las tentaciones del adversario. Los impetuosos vientos y las tormentas de Satanás nos están sacudiendo, pero no tendrán poder para hundirnos si ponemos nuestra confianza en el lugar más seguro: en nuestro Redentor3.
Sé por experiencia propia que, a medida que elijamos escuchar Su voz y seguirlo a Él, recibiremos Su ayuda. Obtendremos una perspectiva más amplia de nuestras circunstancias y una comprensión más profunda del propósito de la vida. Recibiremos las impresiones espirituales que nos conducirán a nuestro hogar celestial.
Tercero, podemos recordar ser dedicados a la oración
Vivimos en una época en la que, con un solo toque o un comando de voz, podemos comenzar a buscar respuestas sobre casi cualquier tema en la inmensidad de información almacenada y organizada en una vasta y compleja red de computadoras.
Por otro lado, tenemos la sencillez de la invitación de comenzar a buscar respuestas de los cielos. “Ora siempre, y derramaré mi Espíritu sobre ti”. Entonces promete el Señor, “y grande será tu bendición, sí, más grande que si lograras los tesoros de la tierra”4.
Dios es plenamente consciente de cada uno de nosotros y está listo para escuchar nuestras oraciones. Cuando recordamos orar, hallamos Su amor sustentador, y cuanto más oramos a nuestro Padre Celestial en el nombre de Cristo, más traemos al Salvador a nuestra vida y mejor reconoceremos la senda que Él ha marcado hacia nuestro hogar celestial.
Cuarto, podemos recordar prestar servicio a los demás
A medida que nos esforzamos por seguir a Jesucristo prestando servicio y mostrando bondad a los demás, hacemos del mundo un lugar mejor.
Nuestros hechos pueden bendecir de manera significativa la vida de quienes nos rodean, y también nuestra propia vida. El servicio amoroso añade significado a la vida del que da así como del que recibe.
No subestimen el potencial que tienen de influir para bien en los demás, ya sea mediante el servicio de sus hechos o el servicio de su ejemplo.
El servicio amoroso hacia los demás nos guía a lo largo de la senda hacia nuestro hogar celestial: la senda de llegar a ser como nuestro Salvador.
En 1975, a causa de una guerra civil, Arnaldo y Eugenia Teles Grilo y sus hijos tuvieron que dejar atrás su hogar y todo lo que habían construido durante décadas de trabajo arduo. De regreso en Portugal, su país natal, el hermano y la hermana Teles Grilo hicieron frente al desafío de comenzar de nuevo. No obstante, años más tarde, después de unirse a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, dijeron: “Perdimos todo lo que teníamos, pero fue algo bueno porque eso nos obligó a considerar la importancia de las bendiciones eternas”5.
Ellos perdieron su hogar terrenal, pero encontraron el camino de regreso a su hogar celestial.
Sea lo que sea que deban dejar atrás para tomar el camino a su hogar celestial, un día no les parecerá un sacrificio en absoluto.
Tenemos el ejemplo perfecto de Jesucristo para seguir, y el trayecto hacia nuestro hogar eterno es posible solamente gracias a Sus enseñanzas, Su vida y Su sacrificio expiatorio, que incluye Su muerte y resurrección gloriosa.
Les invito a experimentar el gozo de recordar que somos hijos de Dios y que Él amó tanto al mundo que envió a Su Hijo6 a fin de mostrarnos la senda. Les invito a recordar ser fieles, a volver su vida hacia el Salvador y a establecer Su fundamento en Él. Recuerden ser dedicados a la oración durante el trayecto y presten servicio a los demás en el camino.
Estimados hermanos y hermanas, en este domingo de Pascua de Resurrección, doy testimonio de que Jesucristo es el Redentor y el Salvador del mundo. Él es quien puede llevarnos a la mesa de una vida llena de gozo y guiarnos en nuestro trayecto. Que lo recordemos y lo sigamos a casa. En el nombre de Jesucristo. Amén.