Una historia de la Iglesia en
Honduras
Reseña
Poco después de la creación de la Misión Centroamericana, que incluía a Honduras, en noviembre de 1952, el presidente de la misión, Gordon M. Romney, y el élder Spencer W. Kimball, del Cuórum de los Doce Apóstoles, viajaron a Tegucigalpa, Honduras. Mientras cenaban en un hotel local, los dos quedaron impresionados con su camarero. “Presidente Romney”, dijo Kimball, “aquí está su primer élder de Honduras”. José Santos Ortega Flores, el camarero, fue bautizado en el río Humuya el 21 de marzo de 1953. Otras personas también fueron bautizadas en ese día y José, en cumplimiento de la profecía, fue el primer élder ordenado en Honduras tres años después. Desde esos comienzos, el Evangelio se extendió rápidamente más allá de la capital y floreció en la segunda ciudad más grande de Honduras, San Pedro Sula, donde se creó la primera estaca hondureña el 10 de abril de 1977.
A través de los años, los miembros hondureños enfrentaron la adversidad con fe y resiliencia, dejando que “abund[ara] [s]u amor por todos los hombres” (véase Doctrina y Convenios 112:11). Frecuentemente azotados por huracanes y tormentas tropicales, los santos hondureños a menudo se han unido a sus comunidades para reconstruir y socorrer a los necesitados. En 1998, tras el huracán Mitch, los miembros dirigieron una iniciativa a gran escala para proporcionar ayuda a los miembros y no miembros por igual.
En la década de 1970, los santos hondureños comenzaron a hacer largos viajes al templo más cercano, primero en Arizona, luego en México y Guatemala, para participar en ordenanzas sagradas por sí mismos y por sus antepasados. Después de años de sacrificio, los santos hondureños se regocijaron cuando, en marzo de 2013, se dedicó el Templo de Tegucigalpa, Honduras. El 5 de septiembre de 2020 comenzaron las obras de construcción del Templo de San Pedro Sula, Honduras.