Historia de la Iglesia
“Así fue como sobrevivimos”


“Así fue como sobrevivimos”

Una vez al año entre 1978 y 1983, los Santos de los Últimos Días de Honduras participaban en un viaje en autobús física y emocionalmente agotador, pero espiritualmente gratificante. El templo más cercano estaba en Mesa, Arizona, a una distancia de 4147 kilómetros (2577 millas). Estas excursiones anuales al templo normalmente duraban más de dos semanas, con pocas paradas en el camino.

Las condiciones en el autobús ponían a prueba la paciencia y la resiliencia de los miembros de la Iglesia. Uno de los participantes recuerda a los bebés llorando toda la noche, a los adolescentes maleducados cantando en voz muy alta y el insoportable calor del desierto. De vez en cuando, los viajeros encontraban alivio en un arroyo fresco al lado de la carretera. El autobús estaba tan lleno que los pasajeros dormían en el suelo. Sin embargo, ese mismo participante también expresó gratitud por los muchos atributos de Cristo que los santos hondureños adquirieron al emprender estos largos y arduos viajes a la Casa del Señor. Además de las incomodidades y los sacrificios, esta persona señaló: “Era también una oportunidad para desarrollar la tolerancia y el don de compartir —una manta, un huevo, una hogaza de pan, una tortilla y algunos frijoles—, y los jóvenes se turnaban para sostener a los bebés con el fin de ayudar a sus madres y así fue como sobrevivimos”.

En diciembre de 1983, se dedicó un templo mucho más cercano, en la Ciudad de México. Al mes siguiente, los miembros de la Iglesia de las estacas de Tegucigalpa y Comayagüela tomaron dos autobuses para ir al templo recién dedicado, donde al menos ocho parejas hondureñas fueron selladas. En 1984, se dedicó el primer templo de Centroamérica en la Ciudad de Guatemala, que inmediatamente se convirtió en el nuevo destino para la excursión anual al templo de los santos hondureños. Con la dedicación del Templo de Tegucigalpa, Honduras, en marzo del 2013, los miembros de la Iglesia ya no tuvieron que viajar más allá de sus fronteras para disfrutar de las bendiciones del templo.