Historia de la Iglesia
“Nuestro momento de servir”


“Nuestro momento de servir”, Historias mundiales: Puerto Rico, 2022

“Nuestro momento de servir”, Historias mundiales: Puerto Rico

“Nuestro momento de servir”

El 20 de septiembre de 2017, apenas dos semanas después del paso del huracán Irma por la costa norte de Puerto Rico, el huracán María devastó la isla. En el momento de su llegada, María era una tormenta de categoría 4 con vientos sostenidos de más de 250 km/h (155 mph). Los daños en edificios e infraestructuras de Puerto Rico y las Islas Vírgenes ascendieron a más de 90 000 millones de dólares, lo que convirtió a María en el tercer huracán más costoso de la historia de Estados Unidos.

Los miembros de la Iglesia, habiendo seguido el consejo de los profetas de almacenar alimentos y agua, estaban preparados. Cuando Miguel A. Rivera fue con su obispo y otros líderes del sacerdocio a visitar a los miembros de su barrio en Ponce para ayudarlos a prepararse, se encontró con que tenían poco para hacer, porque las familias habían sido obedientes y estaban preparadas para el huracán. Max Pérez y Evelyn Ortíz, de la Estaca Toa Baja, enseñan autosuficiencia y sostenibilidad en su comunidad. Comienzan sus clases compartiendo principios que enseña la Iglesia. Como Max y Evelyn estaban bien preparados con agua, comida y un generador, pudieron vivir cómodamente luego del huracán y estaban dispuestos a ayudar a los que tenían a su alrededor.

Gracias a su preparación, sus oraciones y su fe, muchos santos sintieron paz y presenciaron milagros durante la tormenta. “Me sentí completamente tranquilo”, dijo Ismael Montalvo, de Mayagüez. “Oramos y leímos algunos pasajes de las Escrituras, hicimos […] todas las cosas hermosas que hacemos como miembros de la Iglesia todos los días”. Alojado con sus padres en Humacao, Miguel Rodríguez sintió que el Espíritu lo reconfortaba. Sabía que “si estamos tranquilos y oramos y pedimos protección al Señor, estaremos bien”.

Cuando terminó el huracán, los santos de Puerto Rico reconocieron la gran oportunidad que tenían ahora de servir a los que estaban a su alrededor y pasaron a la acción. En una reunión sacramental, Edgardo Cartagena, consejero en la presidencia de la Rama Aibonito, se dirigió a los miembros de la rama diciendo: “Este es nuestro momento de servir a los demás, de mostrar cómo somos, quiénes somos y por qué estamos aquí”. Los santos puertorriqueños trabajaron juntos como familias, ramas y barrios para compartir agua y alimentos, limpiar las carreteras de escombros, distribuir suministros y kits de supervivencia, y ofrecer ayuda médica y de otro tipo a los que estaban sufriendo los efectos de la tormenta. En Mayagüez, Nara Morales y su familia se unieron a un grupo llamado “Alas de Esperanza” [Wings of Hope] para visitar otras ciudades y proporcionar ayuda médica y otros suministros. “Tenemos que ayudarnos unos a otros”, dijo ella. “No podemos quedarnos en casa y decir: ‘¡Todo está bien con nosotros!’ Tenemos que ayudarnos unos a otros”.

Un grupo de personas con chalecos amarillos

Los miembros ayudan a distribuir suministros en Comerío, Puerto Rico.

A pesar de todo lo que habían perdido en la devastación, los miembros de Puerto Rico sintieron un gran gozo al tender la mano a sus vecinos con amor. “Los mejores seis meses de mi vida, después de mi misión”, dijo Miguel Rodríguez, “me los ha proporcionado dar este servicio después del huracán María”.