Historia de la Iglesia
La mejor decisión de nuestra vida


La mejor decisión de nuestra vida

Blanca Olga Neirreitter nació en Paysandú, Uruguay, en 1926. Su madre murió trágicamente cuando Olga tenía solo tres años y su padre sufrió una grave depresión tras la muerte de la esposa; con el tiempo, aceptó un nuevo trabajo como mayordomo en un rancho. Agobiado por tener que criar solo a sus hijos más pequeños, dejó a Olga al cuidado de su hermana. Olga vivió con su tía en Rivera, y luego, en su adolescencia, se mudó con su hermana mayor, Juana Francisca. En 1944, Olga se casó con Euclides da Cunha Galván Olivera, conocido como Quide, y ambos tuvieron tres hijos.

Olga Neirreitter con su esposo, Euclides da Cunha Galván Olivera

En 1958, Olga, Quide y sus dos hijos más pequeños se trasladaron a Montevideo para que ella se recuperara de un grave problema de salud que estuvo a punto de costarle la vida. A finales de año, la pareja decidió mudarse allí de manera definitiva. Su tercer hijo se les unió a finales de 1962, después de terminar sus estudios en Rivera.

Allí, Julián, un amigo de la familia y converso reciente, dio a conocer la Iglesia a la familia. “Vino a visitarnos”, cuenta Olga. “No nos predicó, pero pudimos ver el cambio en él. Me encantó ver su cambio. No lo vi fumar ni hablar de beber alcohol”. En marzo de 1966, cuando su hija asistió a un concurso de talentos que la Iglesia organizó como parte de un festival para celebrar la inauguración de una nueva capilla, ella llenó una tarjeta de referencia con los datos de contacto de la familia.

Los misioneros comenzaron a enseñar a la hija y a la madre. “Al principio Quide escuchaba desde la cocina, pero pronto se nos unió”, cuenta Olga. “Entró, se presentó como el cabeza de la familia y se sentó a escuchar. Inmediatamente, los misioneros le enseñaron a orar y le pidieron que ofreciera una oración”. Después de escuchar la lección sobre la Palabra de Sabiduría, Olga dijo que Quide sintió el Espíritu con tanta fuerza que “tomó su paquete de cigarrillos y una botella de vino, los puso en un estante alto y prometió no tocarlos nunca más”.

Toda la familia fue bautizada el 19 de abril de 1966. “Fue la mejor decisión de nuestra vida”, dijo Olga, “y nos afectó no solo a nosotros, sino a muchas personas más”. Luego de su conversión, la familia Neirreitter tenía un “espíritu misional”. Visitaron a la hermana pequeña de Olga y compartieron con su familia su decisión de hacerse miembros de la Iglesia. Ellos se bautizaron poco tiempo después y fueron los primeros de muchas personas que se unieron a la Iglesia después de que Olga y su familia compartieran con ellos el Evangelio restaurado.

En 2016, Olga cumplió noventa años. Era la única de sus diez hermanos que seguía viva. De su relación con el Señor, dijo: “Siento Su presencia, Su compañía, continuamente”. Amaba a su familia y esperaba que sus hijos y nietos siguieran siempre el ejemplo del Salvador. Olga falleció en diciembre de 2017 a la edad de noventa y un años.