“Múdense al oeste”, capítulo 25 de Santos: La historia de La Iglesia de Jesucristo en los últimos días, tomo I, El estandarte de la verdad, 1815–1846, 2018
Capítulo 25: “Múdense al oeste”
Capítulo 25
Múdense al oeste
Cuando Jennetta Richards hizo un breve viaje a Preston, Inglaterra, en agosto de 1837, sus amigos Ann y Thomas Walmesley tenían mucho que contarles respecto a un grupo de misioneros de Estados Unidos.
Ann había estado enferma por años, poco a poco debilitándose hasta quedar en los huesos. Cuando Heber Kimball le predicó, él le prometió que sanaría si tenía fe, se arrepentía, y entraba en las aguas del bautismo. Ann se bautizó en la nueva Iglesia poco después, junto con otros ocho, y su salud comenzó a mejorar paulatinamente.
Muchas de las personas que se bautizaron habían pertenecido a la congregación de James Fielding. Aunque el reverendo Fielding había permitido a los misioneros predicar en su iglesia, él mismo rechazó ser bautizado y resentía la perdida de sus miembros1.
Jennetta estaba intrigada por el mensaje de los misioneros de Estados Unidos. Vivía en un pequeño pueblo rural llamado Walkerfold, a veinticuatro kilómetros de las chimeneas y calles congestionadas de Preston. Su padre era un ministro cristiano en el pueblo, así que había crecido con la palabra de Dios en su hogar.
A solo unas semanas de su vigésimo cumpleaños, tenía curiosidad por aprender más sobre la verdad de Dios. Durante su visita a los Walmesley, conoció a Heber y le llamó la atención lo que él dijo en cuanto a los ángeles, un antiguo registro escrito en planchas de oro, y un profeta viviente que recibía revelaciones de Dios, tal como los profetas de la antigüedad.
Heber invitó a Jennetta a escucharlo predicar esa tarde. Fue y escuchó y quería saber más. Al día siguiente, lo escuchó predicar de nuevo y supo que sus palabras eran verdad.
A la mañana siguiente, Jennetta le pidió a Heber que la bautizara. Él y Orson Hyde la siguieron a las riberas del Río Ribble, Heber la sumergió en el agua y luego la confirmaron en la orilla del río.
Jennetta quería quedarse en Preston con los otros Santos después de su bautismo, pero necesitaba regresar con sus padres en Walkerfold. Estaba ansiosa por compartir con ellos su nueva fe, pero no estaba segura sobre cómo su padre reaccionaría a su decisión de unirse a los Santos.
“El Señor ablandará el corazón de tu padre —le dijo Heber—. Ya tendré el privilegio de predicar en su capilla”.
Esperando que estuviera en lo correcto, Jennetta le pidió a Heber que orara por ella2.
Ese mismo verano, José viajó a Canadá para visitar a los Santos en Toronto. En su ausencia, Joseph, padre, habló en una reunión dominical en el templo de Kirtland sobre la tambaleante Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland. Defendió la personalidad de su hijo y condenó las acciones de los disidentes, quienes se encontraban sentados al otro extremo del salón.
Mientras el patriarca se dirigía a los Santos, Warren Parrish se paró y exigió hablar. Joseph, padre, le pidió que no interrumpiera, pero Warren cruzó a través del salón y subió a la fuerza al estrado. Agarró a Joseph, padre, y lo intentó quitar del púlpito. El patriarca clamó por Oliver Cowdery, quien servía como el juez de paz de la localidad, pero Oliver no hizo nada para ayudar a su viejo amigo.
Al ver a su padre en peligro, William Smith se paró, puso sus manos alrededor de Warren, y lo arrastró fuera del estrado. John Boynton se adelantó, sacando una espada. Dirigió la espada al pecho de William y amenazó atravesársela a su compañero en el apostolado si daba otro paso. Otros disidentes sacaron sus cuchillos y pistolas de sus bolsillos y rodearon a William.
El templo estalló en caos. Las personas se amontonaban para salir por las puertas o escapaban por las ventanas más cercanas. Alguaciles irrumpieron en el salón, se abrieron paso entre la multitud que huía, y forcejearon con los hombres armados3.
Unas semanas después cuando José regresó a Kirtland y se enteró de lo que había sucedido, convocó una conferencia de emergencia de los Santos y pidió un voto de sostenimiento para cada líder de la Iglesia4. Los Santos lo sostuvieron a él y la Primera Presidencia, pero rechazaron a John Boynton, Luke Johnson, y Lyman Johnson como miembros del Cuórum de los Doce5.
El voto de confianza era reconfortante, aunque José sabía que los problemas de Kirtland no habían terminado. Siendo la única estaca en la Iglesia, se suponía que Kirtland debía proveer un lugar de recogimiento para los Santos. Pero el pueblo estaba batallando económicamente y espiritualmente, y los disidentes estaban poniendo a los miembros vulnerables de la Iglesia en contra de él. Para muchas personas, Kirtland había dejado de ser un lugar de paz y fuerza espiritual.
Recientemente, a través de una visión, el Señor había instado a José a formar nuevas estacas de Sion y a extender las fronteras de la Iglesia. José y Sidney ahora creían que era hora de ir a Misuri, inspeccionar el nuevo asentamiento en Far West, y establecer otras estacas como lugares de recogimiento para los Santos6.
José también tenía que visitar Misuri por otras razones. Le preocupaba que la apostasía en Kirtland se hubiera extendido a los líderes de la Iglesia en Sion. Cuando fundaron Far West, John Whitmer y William Phelps no consultaron con el obispado o el sumo consejo, tal como se indica por revelación. Además compraron tierras bajo sus propios nombres con dinero donado y la vendieron para obtener una ganancia personal.
Aunque los dos hombres habían admitido su error, José y otros líderes de la Iglesia sospechaban que todavía estaban siendo deshonestos en su administración de la tierra en Misuri7.
A José también le preocupaba la influencia de los miembros de su propia Primera Presidencia quienes se estaban preparando para mudarse a Far West. Frederick Williams lo había confrontado sobre la administración de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland, lo cual había dañado su amistad8. Oliver, estaba inconforme con que José asumiera un papel más activo en la política y economía local. Tanto él como David Whitmer, el presidente de la Iglesia en Misuri, sentían que José ejercía mucha influencia sobre asuntos temporales en su papel como Profeta9.
Aunque estos hombres no estaban aliados con Warren Parrish o los otros disidentes, su lealtad a José había decaído en los últimos ocho meses, y a José le preocupaba que causaran problemas en Sion.
Antes de salir de Kirtland, José le pidió a su hermano Hyrum y a Thomas Marsh que fueran a Far West para advertir a los fieles Santos sobre la creciente brecha entre él y estos hombres10. Hyrum aceptó la misión, aunque eso significara dejar a su esposa, Jerusha, justo unas semanas antes de que diera a luz a su sexto hijo11.
El conflicto de Oliver con el Profeta iba mas allá de desacuerdos sobre cómo dirigir la Iglesia. Desde que aprendió sobre el matrimonio plural durante su traducción inspirada de la Biblia, José supo que Dios en ocasiones mandaba a su pueblo practicar este principio. José no actuó conforme a ese conocimiento inmediatamente, pero unos años después un ángel del Señor le mandó casarse y tener una esposa adicional12.
Después de recibir el mandamiento, José luchó por superar su rechazo natural a la idea. Podía prever que ocurrieran tribulaciones por el matrimonio plural, y quería evitarlas. Pero el ángel lo instó a proceder, instruyéndolo a compartir la revelación solo con personas cuya integridad fuera inquebrantable. El ángel también le encargó a José mantenerlo en privado hasta que el Señor considerara hacer pública la práctica a través de Sus siervos escogidos13.
Durante los años que José vivió en Kirtland, una joven llamada Fanny Alger trabajó en el hogar de los Smith. José conocía bien a su familia y confiaba en ellos. Sus padres eran Santos fieles que se unieron a la Iglesia en su primer año. Su tío, Levi Hancock, había marchado en el campamento de Israel14.
Siguiendo el mandamiento del Señor, José le propuso matrimonio a Fanny con la ayuda de Levi y el consentimiento de sus padres15. Fanny aceptó las enseñanzas de José y su propuesta de matrimonio, y su tío realizó la ceremonia16.
Dado que el tiempo todavía no era oportuno para enseñar el matrimonio plural en la Iglesia, José y Fanny mantuvieron su matrimonio en privado, tal como el ángel había instruido17. Pero empezaron a esparcirse rumores entre algunas personas en Kirtland18. Para otoño de 1836, Fanny se había alejado19.
Oliver criticaba profundamente la relación de José con Fanny, aunque no está claro cuánto sabía al respecto20. También es incierto cuánto sabía Emma del matrimonio. Con el tiempo, Fanny se casó con otro hombre y vivió apartada del grupo principal de los Santos. Más adelante en su vida, recibió una carta de su hermano preguntándole sobre su matrimonio plural con José.
“Eso es un asunto nuestro —respondió Fanny—, y no tengo nada que comunicar”21.
En el otoño de 1837, mientras José y Sidney salían hacia Far West, Wilford Woodruff vivía como misionero entre pescadores y cazadores de ballenas en las islas Fox en el océano Atlántico norte22. Él y su compañero, Jonathan Hale, habían llegado a una de las islas azotadas por el clima en las últimas semanas de agosto. Ninguno de ellos conocía mucho sobre el lugar, el cual estaba cubierto de árboles perennes enmarañados, pero querían ayudar a cumplir la profecía de Isaías de que el pueblo del Señor se reuniría desde las islas del mar23.
Antes de que los dos salieran de Kirtland, algunos de los disidentes habían intentado desalentar a Jonathan de ir a las Islas Fox, prediciendo que no bautizaría a nadie ahí. Él quería demostrarles que no tenían razón24.
Wilford y Jonathan ya habían estado trabajando juntos por varios meses. Después de salir de Kirtland, habían intentado compartir el Evangelio con la familia de Wilford en el estado de Connecticut, pero solo su tío, su tía, y su primo se bautizaron25. Phebe Woodruff los alcanzó poco después, y viajaron por la costa hasta la casa de sus padres en Maine, donde ella se quedó mientras ellos continuaron su misión26.
Uno de los primeros contactos de Wilford y Jonathan en las islas fue un ministro que se llamaba Gideon Newton. Wilford y Jonathan comieron con su familia y le dieron un Libro de Mormón. Después, los misioneros fueron a su iglesia y Wilford predicó del Nuevo Testamento27.
Durante los siguientes días, Wilford y Jonathan predicaron a diario, a menudo en escuelas. Se dieron cuenta que las personas en las islas eran inteligentes, trabajadoras y gentiles. Gideon y su familia asistieron a la mayoría de sus reuniones. El ministro estudió el Libro de Mormón y sintió el Espíritu testificarle de su veracidad. Pero no sabía si podía aceptarlo, especialmente si eso significaba que tenía que dejar a su congregación28.
Una mañana, después de más de una semana en las islas, Wilford predicó un sermón a una gran congregación en la iglesia de Gideon. El cálido recibimiento del sermón preocupó al ministro, quien enfrentó a los misioneros más tarde ese día. Les dijo que había leído suficiente del Libro de Mormón y que no podía aceptarlo. Planeaba utilizar cualquier influencia que tuviera en las islas para poner un alto a su predicación.
Gideon fue a la iglesia a predicar su propio sermón, dejando a Wilford y Jonathan dudando sobre su futuro éxito en la isla. Pero cuando Gideon llegó a su iglesia, la encontró vacía. Nadie había llegado para escucharlo predicar29.
Esa noche, Wilford y Jonathan se quedaron en el hogar de un capitán de barco llamado Justus Eames y su esposa, Betsy. La familia Eames se interesó en el mensaje de los misioneros, y después de una reunión dominical, Wilford los invitó a bautizarse. Para su gozo, aceptaron30.
Dirigiéndose a Jonathan, Wilford recordó cómo los disidentes de Kirtland habían predicho su fracaso en las islas. “Ve y bautízalo —dijo Wilford, señalando a Justus—, y prueba que esos hombres son falsos profetas”31.
Luego de hacer su labor en Far West, Hyrum esperaba cada día la llegada de su hermano, con la esperanza de que José trajera noticias sobre Jerusha. Hyrum y Thomas encontraron que Far West prosperaba. Los Santos habían planeado calles anchas y cuadras espaciosas para casas y jardines. Los niños reían y jugaban en las calles, esquivando a los caballos, las carretas y carromatos que pasaban. El pueblo tenía casas y cabañas, un hotel, y varios negocios y tiendas, incluyendo un almacén del obispo. En el centro del pueblo había un sitio para un templo32.
José y Sidney llegaron a Far West a inicios de noviembre, pero no tenían noticias para Hyrum. Cuando salieron de Kirtland unas semanas antes, Jerusha todavía no había dado a luz33.
José rápidamente convocó una conferencia en Far West para analizar las formas de expandir el asentamiento para un futuro crecimiento. Él y Sidney notaron que el área contaba con el espacio para que los Santos se reunieran y crecieran sin amontonarse con los vecinos y arriesgarse a más violencia. En la conferencia, José anunció sus planes de expansión y pospuso cualquier trabajo adicional en el nuevo templo hasta que el Señor revelara Su voluntad con respecto al edificio.
El Profeta también pidió a los Santos en Far West un voto para sostener a los líderes de la Iglesia. En esta ocasión, Frederick Williams fue destituido de su oficio en la Primera Presidencia, y Sidney Rigdon propuso a Hyrum para llenar la vacante. Los Santos aprobaron la propuesta34.
Unos días después, Hyrum recibió las noticias tan esperadas en una carta de Kirtland. Pero la había escrito su hermano Samuel, no Jerusha. “Querido hermano Hyrum —comenzaba—, esta tarde me siento para escribirte y cumplir un deber, sabiendo que todo hombre razonable querría saber exactamente el estado de su familia”.
Los ojos de Hyrum se movían de un lado a otro a través de la página. Jerusha había dado a luz una bebé sana, pero el parto la había debilitado. La familia Smith había intentado cuidarla para que se recuperara, pero había fallecido unos días después35.
Hyrum y José comenzaron a prepararse inmediatamente para regresar a Kirtland. Antes de partir, José se reunió en privado con Thomas y Oliver36. Hablaron acerca de las objeciones de Oliver al matrimonio de José con Fanny Alger, pero sus diferencias quedaron sin resolver37. Finalmente, José extendió su mano a Oliver y dijo que quería dejar de lado cualquier desacuerdo que hubiera entre ellos. Oliver estrechó su mano, y tomaron caminos separados38.
José, Sidney y Hyrum llegaron a Kirtland unas semanas después. En los hogares de sus familiares, Hyrum encontró a sus cinco hijos aún lamentando la pérdida repentina de su madre, quien yacía sepultada en un cementerio junto al templo. Con sus nuevas responsabilidades en la Primera Presidencia, Hyrum no tenía idea de cómo se encargaría de ellos por él solo39.
José alentó a su hermano a que se casara de nuevo y le recomendó a Mary Fielding40. Mary era amable, culta, y comprometida con la Iglesia. Ella sería una compañera excelente para Hyrum y una madre cariñosa para sus hijos.
Hyrum le propuso matrimonio a Mary poco tiempo después. A sus treinta y seis años, ella había recibido más de una propuesta de matrimonio en su vida, pero siempre las había rechazado. En una ocasión, su madre le había advertido que nunca se casara con un viudo que tuviera hijos. Si aceptaba casarse con Hyrum, instantáneamente se convertiría en una madre de seis niños.
Mary consideró la propuesta y la aceptó. Ella admiraba a la familia Smith, consideraba a José un hermano, y respetaba a Hyrum por su humildad41. Se casaron el día antes de Navidad42.
Muchos Santos se sentían aliviados de que José estuviera de regreso en Kirtland, pero cualquier esperanza de que pudiera restaurar la armonía en la Iglesia pronto desapareció. Warren Parrish, Luke Johnson, y John Boynton se reunían semanalmente con Grandison Newell y otros enemigos de la Iglesia para criticar a la Primera Presidencia. Algunos de los primeros fieles, como Martin Harris, pronto se les unieron, y para el final del año, los principales disidentes habían organizado su propia Iglesia43.
Poco tiempo después, Vilate Kimball escribió a su esposo en Inglaterra respecto al estado de la Iglesia en Ohio. Sabiendo del amor de Heber por Luke Johnson y John Boynton, quienes habían sido sus compañeros en el cuórum, Vilate dudaba en contarle estas terribles noticias44.
“No tengo ninguna duda que entristecerá tu corazón —le escribió a Heber—. Profesan creer en el Libro de Mormón y en Doctrina y Convenios pero en sus obras los rechazan”45.
Al final de la carta, Marinda Hyde agregó una nota para su esposo, Orson. El hermano mayor de Marinda era Luke Johnson, y la apostasía era igual de dolorosa para ella. “Nunca presenciaste tales momentos en Kirtland como los que tenemos ahora —escribió—, pues parece que la confianza mutua se ha perdido”. Tenía que observar y orar para saber por sí misma el camino correcto a tomar en esos tiempos peligrosos.
“Nunca antes he tenido tantas ganas de verte en mi vida —le contó a Orson—, como ahora”46.
Nada parecía calmar los sentimientos de los disidentes. Afirmaban que José y Sidney habían administrado incorrectamente la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland y engañado a los Santos. Warren creía que un profeta debería de ser más santo que los demás, y ejemplificaba el cierre de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland para mostrar cómo José no estaba a la altura de este estándar47.
Después de meses de tratar de reconciliarse con los principales disidentes, el sumo consejo de Kirtland los excomulgó. Entonces, los disidentes tomaron el templo para las reuniones de su propia iglesia y amenazaban con correr de Kirtland a cualquiera que todavía le fuera leal a José.
Vilate creía que los disidentes estaban equivocados en apartarse de los Santos, sin embargo, sentía tristeza en lugar de enojo. “Después de todo lo que he dicho de este grupo de disidentes —le escribió a Heber—, hay algunos de ellos a los que amo, y tengo buenos sentimientos y compasión por ellos”48. Ella sabía que la caída de la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland los había probado espiritual y temporalmente. Ella también pensaba que José había cometido errores mientras administraba la institución, pero no había perdido la fe en el Profeta.
“Tengo muchas razones para creer que José se ha humillado ante el Señor y se ha arrepentido”, le dijo a Heber. Y ella confiaba que la Iglesia soportaría la tormenta.
“El Señor dice, aquel que no soporta el castigo sino que me niega, no puede ser santificado”, ella escribió. Eso podría significar tener que enfrentar hostilidad en Kirtland sola mientras ella y los niños esperaban a que Heber regresara de su misión. Y si la situación empeoraba, podría significar abandonar su hogar y mudarse a Misuri.
“Si tenemos que huir —le dijo a Heber—, lo haré”49.
Conforme se acercaba el nuevo año, los disidentes de Kirtland cada vez estaban más resentidos y más agresivos. Amenazas de violencia colectiva estaban sobre la Iglesia, y deudas y falsos cargos legales perseguían al Profeta. Al poco tiempo, un alguacil local armado con una orden de arresto, comenzó a buscarlo. Si lo atrapaban, José podría enfrentarse a un juicio costoso y posiblemente encarcelamiento50.
El 12 de enero de 1838, el Profeta buscó la ayuda del Señor y recibió una revelación. “Permite que la presidencia de mi Iglesia tome a sus familias —instruyó el Señor—, y múdense al oeste tan rápido como se presente una oportunidad”.
El Señor instó a los amigos de José y sus familias a reunirse en Misuri también. “Tened paz los unos con los otros, oh habitantes de Sion —él declaró—, o no habrá seguridad para vosotros”51.
Los Smith y los Rigdon planearon su escape inmediatamente. Los dos hombres saldrían de Kirtland esa noche, y sus familias los seguirían poco tiempo después en carretas.
Esa noche, cuando la obscuridad había caído sobre Kirtland, José y Sidney subieron a sus caballos y salieron del pueblo52. Viajaron hacia el sur hasta que amaneció, avanzando casi noventa y seis kilómetros. Cuando sus caballos se cansaron, los hombres pararon para esperar a sus esposas e hijos.
Ni José ni Sidney esperaban ver Kirtland de nuevo. Cuando sus familias llegaron, los hombres se les unieron en las carretas y se dirigieron hacia Far West53.