El desfase de horario y la Palabra de Sabiduría
Andrew Lee
Nuevo Taipéi, Taiwán
Mi trabajo requiere que viaje varias veces al año desde Taiwán a San Francisco, California, EE. UU. para recibir capacitación. El problema con viajar entre esos dos lugares es la diferencia de horario de 15 horas. El desfase de horario me hacía querer dormir durante el día y me mantenía despierto toda la noche.
Colegas de todo el mundo asisten a esas capacitaciones; ellos me dijeron que lidiaban con el desfase de horario tomando café para mantenerse despiertos y vino tinto para ayudarles a dormir.
Algunos colegas me ofrecieron esas bebidas, pero cortésmente les dije que era miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que había prometido al Señor que no tomaría vino ni café. Algunos se burlaban de mí y decían que esos mandamientos hacían mi vida más difícil. A veces, sentía que se burlaban de mí las personas del edificio grande y espacioso del sueño de Lehi (véase 1 Nefi 8:26–27).
Con el tiempo, sin embargo, el guardar la Palabra de Sabiduría comenzó a sentirse como una carga tediosa. Durante una noche sin poder dormir, me di cuenta de que mi fe se estaba debilitando. Afortunadamente, mi esposa me mandó un mensaje ese día alentándome a mantener mi fe, a confiar en Dios y guardar Sus mandamientos, sin importar las circunstancias. Con su aliento, comencé a orar pidiendo ayuda y empecé a mirar las cosas de manera diferente.
En un viaje, noté que un colega tenía dos tazas de café. Le pregunté respecto a la segunda taza.
“Una taza ya no basta para mantenerme alerta”, respondió.
Me sorprendió darme cuenta de que lo mismo ocurría con aquellos que tomaban vino. Necesitaban tomar más para dormir. A veces, incluso dormían de más porque bebían demasiado.
El ver a mis colegas hacerse más dependientes del alcohol y del café hizo que me diera cuenta de cuán importante es guardar los mandamientos. Si hubiera decidido desobedecer la Palabra de Sabiduría, podría haber estado en la misma situación.
Mi desfase de horario no se ha ido por completo, pero la situación ha mejorado. Una mañana, desperté después de haber dormido bien y vi el amanecer. Mientras los rayos del sol brillaban a través de la ventana, me di cuenta de que con la ayuda del Padre Celestial puedo manejar cualquier desafío, no importa cuán grande o pequeño sea. Solo necesito seguir obedeciendo, mantener mi fe fuerte y perseverar hasta el fin.