2018
Dejar de lado la vida que había planeado
Septiembre de 2018


Dejar de lado la vida que había planeado

Jeannette Cox

Texas, EE.

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Ilustración por Carolyn Vibbert.

Cuando tenía seis o siete años, supe que quería ser oceanógrafa. Me centré en mi meta, trabajé con ahínco y entré a una buena universidad. Tomé varios cursos de zoología y me encantaron; pero al avanzar en mis estudios, me fascinó el cuerpo humano, en especial a nivel celular, y decidí convertirme en patóloga.

Al poco tiempo conocí a mi futuro esposo y decidimos casarnos. Tener una familia fue siempre parte de mi plan, pero aunque sabía que podía ser una gran doctora y una gran madre, sentía que no podía ser grande en ambas a la vez. Debido a que la familia es esencial para el Plan de Salvación de Dios, decidí ser madre primero. Supuse que una vez que mis hijos fueran a la escuela, yo también podría volver a estudiar.

Cuando mi hijo más pequeño entró al jardín de infantes, comencé el proceso de solicitud para un programa de doctorado en estudios de nutrición de la Universidad de Texas, en Austin. Justo antes de enviar mi solicitud, descubrí que estaba inesperadamente embarazada de mi séptimo hijo. Ya tenía cuarenta y tantos años de edad, y para cuando este niño entrara a la escuela, tendría casi cincuenta.

“Un poco tarde para empezar una carrera nueva que toma mucho tiempo”, pensé.

De repente, vi mis sueños profesionales de toda la vida derrumbarse ante mí. Cuando comenzaba a desesperarme, una Escritura vino a mi mente y corazón: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Siempre había considerado que el significado de esta Escritura era que una persona moría por otra, pero ahora significa mucho más.

Me di cuenta de que el amor más grande que podía demostrar era dejar de lado la vida que había planeado para mí y dar de mi tiempo y energía para criar a mis hijos. Sentí que, para mí, eso era lo que el Señor querría que hiciera. Sí, podría haber ayudado a muchas personas como doctora, pero también sé que el impacto eterno más grande que puedo tener es en la vida de mis propios hijos.