Embajadores de la esperanza: Cómo trabajar en conjunto para prevenir el suicidio
Puedes brindar fortaleza a tus amigos al propagar la luz y la esperanza de Jesucristo.
En el ámbito de la diplomacia, los embajadores representan su país ante otro grupo de personas. ¡Pero tú puedes ser un embajador sin siquiera tener pasaporte! En un mundo que en ocasiones parece ser muy sombrío, tú puedes ser embajador de esperanza y luz. Tan solo pregúntale a Jackson L., (a la izquierda, con pantalones marrones), de Utah, EE. UU., quien es miembro del Escuadrón HOPE de la escuela, un programa de apoyo entre alumnos para la prevención del suicidio. Mediante una organización llamada Hope4Utah, ha aprendido a reconocer las señales de alerta, ser un amigo y brindar esperanza a la escuela.
Te necesitamos a TI
“Estar en el Escuadrón HOPE me ha abierto los ojos”, dice Jackson. “Hay compañeros, amigos y familiares que luchan con problemas”.
Jackson ha aprendido que, aunque no es responsable de las decisiones que tomen sus amigos, hay cosas que él puede hacer para ayudarlos a superar una crisis. Hay estudios que indican que 7 de cada 10 adolescentes que se hallan deprimidos o piensan en el suicidio se lo dirán a un amigo antes de hablar con un adulto1. Eso significa que te encuentras en una posición de influencia para ayudar a tus amigos.
Tal como dijo la hermana Carol F. McConkie, ex Primera Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes: “Tenemos la responsabilidad por convenio de cuidarnos los unos a los otros, de entrelazar los brazos los unos con los otros y recorrer juntos esta senda. En otras palabras, dejen un poco el teléfono, y observen y vean quién necesita su ayuda”2.
No hace falta que seas parte de una organización formal para marcar una diferencia en la escuela o en tus amigos. Aquí encontrarás algunos consejos que pueden funcionar en cualquier momento y en cualquier lugar.
Qué hacer
Para ser un embajador de la esperanza, trata de distinguir, tender la mano e informar.
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Distingue las señales de alerta que indiquen que alguien necesita ayuda3. Ten en cuenta a:
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Quienes se sientan deprimidos o desalentados.
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Quienes actúen imprudentemente.
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Quienes se aparten de los amigos y las actividades.
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Quienes regalen posesiones preciadas.
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Quienes afronten situaciones estresantes como pérdidas, cambios importantes en su vida, acoso [hostigamiento] escolar, etc.
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Quienes cambien sus hábitos de sueño, de alimentación o de higiene.
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Quienes hablen sobre el suicidio o lo planifiquen al decir, por ejemplo: “Ojalá no hubiera nacido” o “Todos estarían mejor sin mí”.
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Tiende la mano. Ser un embajador de la esperanza tiene que ver con formar vínculos. Busca algún momento en que tú y tu amigo puedan hablar sinceramente. Quizás te preocupe que puedas empeorar la situación al sacar el tema de autolesionarse o suicidarse, pero eso es un mito. Cuando tienes el valor de hablar, en realidad le das un salvavidas a la persona y le muestras que te preocupas.
“No tengas temor de preguntar a tu amigo si lucha con dificultades”, dice el doctor Greg Hudnall, quien es experto en la prevención del suicidio y fundador de Hope4Utah. “Sé directo, pero no reprendas ni juzgues a la persona”. El doctor Hudnall recomienda comunicarse en “primera persona”, lo cual se interpreta como interés y preocupación, en vez de reprimenda. Por ejemplo: “Hoy he observado en clase que luchas con algunas dificultades. Quisiera saber si estás bien. ¿Es que piensas en hacerte daño?”.
Ora para que el Espíritu te ayude a saber qué decir. Si tus amigos están lidiando con pensamientos suicidas u otros problemas graves como la depresión o la ansiedad, no te limites a decirles: “¡Deja de sentirte así!”. El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La manera en que hablamos con alguien que está bien de salud y que quizás solo esté atravesando una etapa triste es diferente de la que usaríamos para hablar con alguien que padece una enfermedad mental”. Él recomienda que digamos algo semejante a: “No estás solo; nosotros estamos a tu lado. Te ayudaremos a pasar por esto”.
Y recuerden escuchar bien en vez de estar pensando en lo que contestarán. Tal como lo expresó el élder Renlund: “Es probable que sea más importante lograr que las personas hablen y expliquen cómo se sienten que darles consejos”4.
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Informa. Cuando te enteres de que un amigo atraviesa dificultades, es posible que te sientas tentado a guardar silencio sobre tales preocupaciones. Quizás tu amigo incluso te pida que no se lo digas a nadie. ¡Pero los embajadores usan su voz! Ofrece a tu amigo acompañarlo a hablar con un adulto de confianza, como, por ejemplo, un padre o una madre, un consejero escolar o un líder de la Iglesia. Dile que se comunique con la línea telefónica de prevención del suicidio o la línea de crisis para mensajes de texto locales. Si amenazara con hacerse daño a sí mismo o a otras personas, llévalo a un hospital o llama a emergencias, y permanece con tu amigo hasta que reciba ayuda profesional. Si no se hallara en peligro inmediato, busca maneras de integrarlo y apoyarlo constantemente. El doctor Hudnall dice: “Genera oportunidades para que tu amigo forme parte de algo. Invítalo a hacer algo dinámico contigo, como correr, andar en bicicleta o nadar”. La actividad física es buena porque el movimiento puede contribuir a mejorar el estado de ánimo.
No subestimes tu influencia
Imagina por un instante lo diferente que sería el mundo si cada persona tuviera un amigo que lo apoyara. No podemos salvar a todo el mundo, pero sí podemos ser un amigo para quienes necesiten uno.
La hermana McConkie nos ha instado a estar “dispuestos a ampliar nuestro círculo de amigos” y “aceptar a los demás, aunque sean diferentes de ti”. La hermana destacó que ofrecer amistad a alguien puede marcar la diferencia entre que la persona siga adelante con esperanza o que haga algo destructivo, como el suicidio. “Sean la diferencia”, invitó. “Ustedes tienen una gran capacidad para bien”.
Al tender la mano, siguen el ejemplo de la fuente máxima de esperanza: Jesucristo.
“Nuestro asesor del Escuadrón HOPE nos dice que somos ‘embajadores de la esperanza’”, dice Jackson. “Me encanta eso, porque no solo somos embajadores de la esperanza, sino también embajadores de Jesucristo. En definitiva, Él es nuestra esperanza”.
Cuando mostramos amor cristiano por los demás, podemos ayudarlos a hallar esperanza y sanación.
“Sé que si Jesucristo estuviera aquí en la tierra, tendería la mano a los demás como lo hacemos nosotros”, dice Jackson. “Me da tranquilidad saber que estoy haciendo lo que Él haría”.