Voces de los Santos de los Últimos Días
Guiadas a Mónica
Rosana Soares
Utah, EE. UU.
Cuando vivía en São Paulo, Brasil, conocí a una mujer especial llamada Graça. Era una persona agradable y amable, y amiga de todos.
Graça era mi compañera de maestras visitantes; era madre de tres hijos, trabajaba a tiempo parcial y no tenía auto ni teléfono, pero eso no le impedía prestar servicio.
Desde mi balcón, podía ver una sola ventana de su casa. Cuando podía salir a hacer visitas, Graça ponía un trozo de tela de color rojo en esa ventana para avisarme de que estaba lista. Nunca ponía excusas para no servir. Muchas veces he pensado en la señal de Graça y en su maravilloso ejemplo de fidelidad y de servicio sencillo.
Hay una experiencia que aún recuerdo con claridad. Antes de ir a visitar a una de nuestras hermanas, nos preparamos y oramos; cuando estábamos cerca de su casa, nos dimos cuenta de que, en realidad… ¡habíamos conducido hasta la casa de otra hermana! Teníamos la asignación de visitar a esa hermana, una madre de dos niños pequeños que estaba menos activa, pero no teníamos previsto hacerlo ese día. Ya que estábamos allí, tocamos a su puerta, pero nadie respondió.
Decidimos insistir y esperar. Por fin, la hermana Mónica salió y nos dijo que estaba ocupada. Nos dimos cuenta de que estaba cansada y al borde de las lágrimas. Cuando le dijimos que estábamos allí para ayudar, nos permitió entrar. Su bebé lloraba, así que le dijimos que lo atendiera y que nosotras esperaríamos. Cuando Mónica subió con su bebé al piso de arriba, nos pusimos manos a la obra: limpiamos varias habitaciones y doblamos toda la ropa que encontramos.
Al ver lo bien que lucía su casa, Mónica comenzó a llorar, nos abrió su corazón y nos explicó algunas de sus dificultades. Le prometimos que la ayudaríamos y hablamos con la presidenta de la Sociedad de Socorro en cuanto a esas dificultades. Al siguiente domingo, Mónica fue a la Iglesia.
Mónica llegó a ser una hermana alegre y activa, y nosotras continuamos ministrándole con amor y atención. Ella siguió teniendo los mismos desafíos, pero pudo afrontarlos con más fe y valor gracias a su actividad en la Iglesia.
Estoy muy agradecida por el ejemplo de Graça cuando servimos juntas. Habíamos orado para recibir guía y Dios nos condujo a Mónica.