“El poder de un esfuerzo consciente y constante”, Liahona, agosto de 2024.
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El poder de un esfuerzo consciente y constante
Las decisiones pequeñas, sencillas y constantes influyen en el curso de nuestra vida.
Piensa, por ejemplo, en el poder del goteo constante del agua. En una ocasión, el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ilustró el principio de nutrir al Espíritu mediante acciones pequeñas y sencillas al explicar la función de un sistema de riego por goteo: “El goteo constante de agua penetra profundamente en el terreno y provee un alto nivel de humedad en el suelo, en el que las plantas pueden crecer. Del mismo modo, si ustedes y yo nos centramos en recibir frecuentes gotas de sustento espiritual, entonces las raíces del Evangelio pueden arraigarse con profundidad en nuestra alma, pueden llegar a establecerse y cimentarse firmemente y pueden producir un fruto extraordinario y delicioso”.
Nuestras decisiones pequeñas y constantes pueden producir un “potente cambio en [nuestro] coraz[ón]” (Alma 5:14). La decisión de leer el Libro de Mormón cada día, de orar o de hacer una buena obra para aligerar la carga de alguien puede parecer insignificante. Sin embargo, “por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6).
Aunque pequeñas gotas de agua pueden nutrir, también pueden corroer. Del mismo modo, las decisiones pequeñas de nuestra vida pueden conducir al crecimiento —hacia el Salvador— o a la erosión de nuestro testimonio, alejados de Él. El descuidar constantemente las pequeñas acciones que nos conectan con Jesucristo puede ocasionar que poco a poco la fe flaquee y el compromiso se debilite.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Al tratar de ser discípulos de Jesucristo, nuestros esfuerzos por escucharlo a Él han de ser cada vez con mayor intención. Se requiere un esfuerzo consciente y constante para llenar nuestra vida diaria con Sus palabras, Sus enseñanzas y Sus verdades”. Venir a Jesucristo implica hacer intencionadamente pequeños cambios en nuestra vida.
Por supuesto, hay ocasiones en las que se requiere un cambio más drástico. “Si estamos involucrados en pecados graves, el Señor es claro e inequívoco: debemos dejar de cometerlos, obtener ayuda del obispo y apartarnos de esas prácticas de inmediato”. Sin embargo, en la mayoría de los casos, podemos prestar atención a nuestras acciones aparentemente pequeñas para cambiar nuestro comportamiento.
Cuando reflexionas sobre tu vida, puedes ver que tus pequeñas decisiones centradas en Cristo han contribuido a un cambio real. A menudo no hace falta un cambio radical: se requiere una pequeña decisión, y luego otra, y luego otra, para volverse a Cristo.