“2. Apoyar a las personas y a las familias en la obra de Dios de salvación y exaltación”, Selecciones del Manual General, 2023.
“2. Apoyar a las personas y las familias”, Selecciones del Manual General
2.
Apoyar a las personas y a las familias en la obra de Dios de salvación y exaltación
2.0
Introducción
Como líder en la Iglesia de Jesucristo, usted brinda apoyo a las personas y familias para que lleven a cabo la obra de Dios de salvación y exaltación (véase 1.2). El propósito final de esta obra es ayudar a todos los hijos de Dios a que reciban las bendiciones de la vida eterna y una plenitud de gozo.
Buena parte de la obra de Dios de salvación y exaltación se lleva a cabo a través de la familia. Para todos los miembros de la Iglesia, tal obra se centra en el hogar.
2.1
La función de la familia en el plan de Dios
Como parte de Su plan, el Padre Celestial ha establecido familias en la tierra con el propósito de que nos brinden felicidad. Las familias proveen oportunidades para aprender, crecer, servir, arrepentirse y perdonar; pueden ayudar a prepararnos para la vida eterna.
La promesa de Dios de la vida eterna abarca el matrimonio eterno, el tener hijos y todas las demás bendiciones de una familia eterna. Esa promesa se extiende a quienes no estén casados en la actualidad o no tengan familia en la Iglesia.
2.1.1
Las familias eternas
Las familias eternas se forman cuando los miembros de la Iglesia hacen convenios al recibir las ordenanzas de sellamiento en el templo. Las bendiciones de una familia eterna se van cumpliendo a medida que los miembros guardan esos convenios y se arrepienten cuando cometen errores. Los líderes de la Iglesia ayudan a los miembros a prepararse para recibir esas ordenanzas y honrar sus convenios.
Un aspecto adicional de establecer familias eternas es que se efectúen ordenanzas en el templo que permitan que los miembros se sellen a sus antepasados fallecidos.
2.1.2
El esposo y la esposa
El matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios (véase Doctrina y Convenios 49:15). El esposo y la esposa tienen por objeto progresar juntos hacia la vida eterna (véase 1 Corintios 11:11).
Uno de los requisitos para alcanzar la vida eterna es que un hombre y una mujer entren en el convenio del matrimonio celestial (véase Doctrina y Convenios 131:1–4). La pareja hace dicho convenio cuando recibe en el templo la ordenanza de sellamiento del matrimonio. Ese convenio constituye el fundamento de una familia eterna y, cuando se guarda fielmente, permite al matrimonio permanecer para siempre.
La intimidad física entre el esposo y la esposa tiene como objeto ser hermosa y sagrada; es ordenada por Dios para la procreación de los hijos y como expresión de amor entre el esposo y la esposa. La ternura y el respeto —no el egoísmo— han de ser la guía de sus relaciones íntimas.
Dios ha mandado que se reserve la intimidad sexual para el matrimonio entre un hombre y una mujer.
El esposo y la esposa son iguales ante los ojos de Dios. Uno no ha de dominar al otro, sino que deben tomar sus decisiones en unidad y amor, con la plena participación de ambos.
2.1.3
Los padres y los hijos
Los profetas de los últimos días han enseñado que “el mandamiento de Dios para Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece en vigor” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”; véase también Doctrina y Convenios 49:16–17).
Un esposo y una esposa amorosos y unidos constituyen el mejor contexto para criar y nutrir a los hijos. Las circunstancias personales podrían impedir que los padres críen juntos a sus hijos. No obstante, el Señor los bendecirá en tanto que procuren Su ayuda y se esfuercen por guardar sus convenios con Él.
Los padres tienen la responsabilidad crucial de ayudar a sus hijos a prepararse para las bendiciones de la vida eterna. Les enseñan a amar y servir a Dios y a los demás (véase Mateo 22:36–40),
“El padre debe presidir la familia con amor y rectitud y es responsable de proveer las cosas necesarias de la vida para su familia y de proporcionarle protección” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”). Cuando no hubiere un esposo o padre en el hogar, la madre preside la familia.
Presidir la familia es la responsabilidad de ayudar a guiar a los miembros de la familia para que vuelvan a morar en la presencia de Dios. Esto se hace sirviendo y enseñando con bondad, mansedumbre y amor puro, siguiendo el ejemplo de Jesucristo (véase Mateo 20:26–28). Presidir la familia abarca el dirigir regularmente a los miembros de la familia en la oración, el estudio del Evangelio y otros aspectos de la adoración. Los padres trabajan en unión para cumplir con esas responsabilidades.
“La madre es principalmente responsable del cuidado de sus hijos” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”). Cuidar significa nutrir, enseñar y apoyar siguiendo el ejemplo del Salvador (véase 3 Nefi 10:4). En unidad con el esposo, la madre ayuda a su familia a aprender las verdades del Evangelio y a desarrollar la fe en el Padre Celestial y en Jesucristo. Juntos fomentan un clima de amor en la familia.
“En estas sagradas responsabilidades, el padre y la madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al otro” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”). Con espíritu de oración, deliberan juntos y consultan al Señor.
2.2
La obra de Dios de salvación y exaltación en el hogar
La Primera Presidencia ha dicho: “El hogar es el fundamento de una vida recta” (carta de la Primera Presidencia, 11 de febrero de 1999).
Para apoyar a los miembros conforme realizan la obra de Dios de salvación y exaltación en el hogar, los líderes de la Iglesia los alientan a establecer un hogar donde el Espíritu esté presente. También los alientan a santificar el día de reposo, a estudiar y aprender el Evangelio en el hogar, y a realizar la noche de hogar semanalmente.
2.2.3
El estudio y el aprendizaje del Evangelio en el hogar
La enseñanza y el aprendizaje del Evangelio han de estar centrados en el hogar y apoyados por la Iglesia. Los líderes de la Iglesia alientan a todos los miembros a estudiar el Evangelio en el hogar en el día de reposo y durante toda la semana.
El estudio de las Escrituras según se indica en Ven, sígueme — Para uso individual y familiar es el curso que se sugiere para estudiar el Evangelio en el hogar.
2.2.4
La noche de hogar y otras actividades
Los profetas de los últimos días han aconsejado que los miembros de la Iglesia lleven a cabo la noche de hogar semanalmente. Se trata de un tiempo sagrado en el que las personas y las familias estudian el Evangelio, fortalecen sus testimonios, cultivan la unidad y disfrutan el uno del otro.
La noche de hogar se adapta a las circunstancias de los miembros. Se puede hacer en el día de reposo o en otro día u horario y puede constar de:
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Estudiar y enseñar el Evangelio (se pueden usar los materiales de Ven, sígueme como se desee).
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Prestar servicio a los demás.
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Cantar o interpretar himnos y canciones de la Primaria (véase el capítulo 19).
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Apoyar a los miembros de la familia en el programa Desarrollo de niños y jóvenes.
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Realizar un consejo de familia para fijar metas, resolver problemas y coordinar horarios.
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Tener actividades recreativas.
Los miembros solteros y otras personas pueden reunirse en grupos fuera de los servicios de adoración normales en el día de reposo para participar en noches de hogar y fortalecerse unos a otros mediante el estudio del Evangelio.
2.2.5
Apoyar a las personas
Los líderes de la Iglesia ayudan a los miembros que necesitan apoyo adicional. Los líderes ayudan a que esos miembros y sus familias tengan oportunidades de hermanarse, disfrutar de experiencias sociales sanas y crecer espiritualmente.
2.3
La relación entre el hogar y la Iglesia
La obra de Dios de salvación y exaltación se halla centrada en el hogar y es apoyada por la Iglesia. En la relación entre el hogar y la Iglesia se aplican los principios siguientes:
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Los líderes y los maestros honran la función de los padres y los ayudan.
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Algunas reuniones de la Iglesia son esenciales en cada barrio o rama. Entre ellas se cuentan la reunión sacramental y las reuniones de clases y cuórums que se llevan a cabo en el día de reposo. Muchas otras reuniones, actividades y programas no son esenciales.
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El Señor bendecirá a los miembros a medida que sirvan y hagan sacrificios en Su Iglesia. Sin embargo, la cantidad de tiempo que se dedique al servicio en la Iglesia no debe menoscabar la capacidad de los miembros de cumplir con sus responsabilidades en el hogar, el trabajo y otros lugares.