Durante un periodo de diez años (1832–1842), José Smith escribió o dictó al menos cuatro relatos de la Primera Visión. Estos relatos son muy similares, pero resaltan y detallan ciertos aspectos de manera diferente. Las diferencias entre estos relatos son complementarias. Combinados, nos aportan una visión más completa de lo que sucedió. El relato de 1838 que se encuentra en La Perla de Gran Precio es la principal fuente de referencia para la Iglesia.
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En la primavera de 1820, a la edad de catorce años y tras haber leído y meditado profundamente las Escrituras, José Smith siguió el consejo que se encuentra en Santiago 1:5 de “[preguntar] a Dios”. Se adentró en una arboleda cercana a su hogar y oró para saber qué iglesia era la verdadera. Como respuesta, Dios el Padre y Su Hijo, Jesucristo, se aparecieron a Él en lo que se conoce como la Primera Visión. Esta sagrada experiencia dio comienzo a la restauración del evangelio de Jesucristo y es una de las claves de la fe de los Santos de los Últimos Días.
José Smith no preparó una única descripción de todo lo que experimentó y aprendió en su visión inicial, sino que aportó diferentes relatos en varias ocasiones. En el relato de 1838―que elaboró como versión oficial para la Iglesia―escribió lo siguiente: “Muchas otras cosas me dijo [el Señor] que no puedo escribir en esta ocasión” (José Smith—Historia 1:20).
A semejanza de la visión del apóstol Pablo del Nuevo Testamento, la visión de José Smith fue una experiencia profunda. El Nuevo Testamento aporta tres relatos diferentes de la visión de Pablo en el camino a Damasco, y cada uno recalca diferentes aspectos y aporta detalles distintos. Del mismo modo, José Smith se centró en diferentes aspectos de su visión de acuerdo con la audiencia a la que se dirigía y su comprensión del acontecimiento.
Los diversos relatos de la Primera Visión fueron preparados por diferentes escribientes; por lo general, distanciados por varios años. Cada relato refleja una visión particular destinada a diferentes públicos y propósitos. Por ejemplo, el relato de 1838 se escribió para que figurara en la historia oficial de la Iglesia, mientras que otro de los relatos se incluyó en una carta como respuesta a varias preguntas del editor de un periódico. José Smith también contó su experiencia a los primeros conversos y a otras personas, y al menos cuatro de ellos escribieron lo que aprendieron de él. Estas descripciones se complementan entre sí.
El relato más antiguo, escrito en 1832, formaba parte de una autobiografía. En él se pone de relieve la búsqueda de la verdad religiosa por parte de José, así como su deseo de recibir el perdón de sus pecados. En éste, José declaró que el Señor le dijo: “José, hijo mío, tus pecados te son perdonados”. Algunas personas aducen que este relato contradice los demás porque no menciona explícitamente la aparición de dos personajes. No obstante, en la descripción de 1832 no se afirma que viera solamente a un personaje, ni se niega en modo alguno la aparición de dos.
Otro relato procede de una conversación que tuvo José Smith en noviembre de 1835 con una persona que visitaba Kirtland, Ohio. Un breve resumen de esta conversación, en la que se describe la Primera Visión, aparece en el diario de José Smith elaborado por Warren Cowdery, uno de los escribientes de José. Un detalle exclusivo del relato de 1835 es que José Smith declaró que, además de dos personajes, vio a muchos ángeles. Cuando explicaban el relato de la Primera Visión, algunos de los primeros líderes de la Iglesia decían en ocasiones que un ángel le dijo a José Smith, que no se uniera a ninguna de las iglesias. No obstante, estos líderes utilizaban indistintamente las palabras Señor, Cristo, personaje, mensajero y ángel en sus sermones. Lo mismo puede decirse de los profetas del Antiguo Testamento (véase Génesis 32:24–30; 48:16).
La versión de 1838 se encuentra en La Perla de Gran Precio, un libro canónico de la Iglesia. El Profeta preparó esta descripción como relato principal para la Iglesia, y detalla ampliamente este acontecimiento histórico. Hace hincapié en aspectos diferentes de los del relato de 1832. En 1832 recalcaba más su búsqueda del perdón, mientras que en 1838 hacía hincapié en la declaración de Dios respecto a la Iglesia verdadera.
La cuarta descripción del Profeta apareció en una carta que escribió en 1842 a John Wentworth, editor del Chicago Democrat. En este relato, José Smith añadió una afirmación que estaba implícita en los relatos anteriores, pero que no se había expresado de manera específica―que en el futuro se le daría a conocer la plenitud del Evangelio.