Lia McClanahan, “Cómo recuperarse de la adicción: Se sana paso a paso”, Liahona, junio de 2009
En el programa de la Iglesia para la recuperación de adicciones, los que sufren de adicción aprecian, por medio de la expiación de Jesucristo, lo que es el milagro de su vida después de recuperarse.
David L. Frischknecht, “Arrepiéntete, vuélvete al Señor y sé sanado”, Liahona, abril de 2011
El arrepentimiento establece las condiciones que permiten, mediante el poder de la Expiación, que el Salvador nos sane (véase 3 Nefi 9:13).
Yoshihiko Kikuchi, “El arte del Sanador”, Liahona, marzo de 2011
El Salvador puede sanar corazones heridos, malos entendidos y odio, si ponemos la mira en Su palabra y en Su expiación.
Jay E. Jensen, “El Salvador—El maestro de maestros”, Liahona, enero de 2011
El Salvador entonces declaró la divina doctrina que unía la Expiación y los emblemas del pan y del agua en la Santa Cena: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre ni bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53).
Donald L. Hallstrom, “Volverse al Señor”, Liahona, mayo de 2010
Su acto más ejemplar, la Expiación, requirió que Jesús descendiera “debajo de todo” (D. y C. 88:6) y sufriera “los dolores de todos los hombres” (2 Nefi 9:21). De este modo, comprendemos que la Expiación tiene un objetivo más amplio que el proporcionarnos un medio para vencer el pecado.
Anthony D. Perkins, “El grande y maravilloso amor”, Liahona, noviembre de 2006
El arrepentimiento de Alma fue tan completo y la expiación de Jesucristo tan infinita que Alma llegó a ser un profeta y se le prometió la vida eterna. Al hacer lo mejor por ser obedientes y para arrepentirse, ustedes también pueden recibir un lugar en el reino celestial por medio de la expiación y la gracia de Jesucristo.