La Iglesia de Jesucristo

 

Durante la época del Antiguo Testamento, Dios siguió este patrón designando a profetas como Adán, Enoc, Noé, Abraham y Moisés para establecer Su Iglesia.

Obediencia o apostasía

Según se registra en la Biblia y en el Libro de Mormón, cuando había un profeta en la tierra y un grupo de personas guardaba los mandamientos, éstas disfrutaban todas las bendiciones de las enseñanzas y ordenanzas verdaderas que se efectuaban mediante la autoridad del sacerdocio. Mas cuando las personas rechazaban a los profetas, la autoridad del sacerdocio era quitada y la gente vivía en un estado de oscuridad espiritual llamado apostasía. Tanto la Biblia como el Libro de Mormón registran numerosos ciclos de obediencia y bendiciones, seguidos de iniquidad y apostasía, seguidos a su vez del arrepentimiento y un retorno de bendiciones.

Un patrón establecido

A LO LARGO DE LA HISTORIA, Dios y Jesucristo han dispuesto su Iglesia verdadera donde fuera, siempre y cuando hubiera personas deseosas de recibir sus bendiciones, lo cual Él hace de acuerdo con un patrón sistemático.

Profetas, llaves del sacerdocio y revelación

El patrón comienza cuando Dios, nuestro Padre Celestial, llama a un profeta para dirigir y enseñar a la gente (véase Amós 3:7). El profeta recibe de Dios las llaves del sacerdocio, que son el poder y la autoridad para dirigir la obra de Dios en la tierra. Esta obra incluye las ordenanzas (o ceremonias religiosas) necesarias para la salvación, tales como el ser bautizados y recibir el Espíritu Santo (véase Juan 3:5). El profeta también recibe revelación continua, o comunicación de Dios, respecto a Su voluntad para con las personas. Bajo la autoridad y dirección del profeta, las personas se organizan en una iglesia, donde se les enseñan las verdades de Dios y reciben ordenanzas.

Durante la época del Antiguo Testamento, Dios siguió este patrón designando a profetas como Adán, Enoc, Noé, Abraham y Moisés para establecer Su Iglesia entre el pueblo. Como parte de este patrón, los profetas dieron la autoridad del sacerdocio a otros hombres dignos como sacerdotes y maestros para ayudar en la Iglesia. En el Antiguo Testamento, la palabra congregación solía usarse con el significado de “iglesia” (véase, por ejemplo, Levítico 16:33; Números 27:16-17). Este mismo patrón se registra en el Libro de Mormón, donde se utiliza la palabra iglesia.

La Iglesia en la época de Cristo

Continuación y perfeccionamiento del patrón

Durante el ministerio terrenal de Cristo —y también durante Su visita a la antigua América después de Su resurrección— Él estableció Su Iglesia. Recibió el nombre de Iglesia de Jesucristo (véase 3 Nefi 27:8) y sus miembros se llamaban santos (véase Efesios 2:19-20). Al igual que los profetas que le precedieron y testificaron de Él, Jesús recibió Sus instrucciones y Su autoridad de Dios, nuestro Padre Celestial (véase Hebreos 1:1-2; 5:4-6).

Durante el ministerio terrenal de Cristo y después de Su resurrección, Él estableció Su Iglesia.

La organización de la Iglesia

Para poner orden en Su Iglesia, Jesús ordenó a 12 Apóstoles y les dio poder y autoridad del sacerdocio (véase Marcos 3:14; Lucas 9:1-2). Nombró a Pedro el Apóstol principal y le dio las llaves del sacerdocio para sellar bendiciones tanto en la tierra como en el cielo (véase Mateo 16:19).

Jesús designó a otros líderes del sacerdocio para ayudar a los Apóstoles en la obra de la Iglesia. Envió a oficiales llamados Setentas en parejas para predicar (véase Lucas 10:1). Entre los oficiales restantes de la Iglesia se incluían sumos sacerdotes, élderes, obispos, presbíteros, maestros y diáconos. Todos ellos eran necesarios para efectuar las ordenanzas e instruir e inspirar a los miembros de la Iglesia. Dichos oficiales ayudaban a los miembros a alcanzar “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (Efesios 4:13). Posteriormente, el Apóstol Pablo comparó la Iglesia a un edificio “[edificado] sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

La Biblia no nos dice todo sobre el sacerdocio o la organización y el gobierno de la Iglesia. Sin embargo, se ha preservado una parte suficiente de ella para mostrar la belleza y la perfección de la organización de la Iglesia. Se mandó a los Apóstoles que fueran al mundo y predicaran (véase Mateo 28:19-20). No podían quedarse en una ciudad para supervisar a los nuevos conversos, por lo que se llamó y ordenó a líderes locales del sacerdocio presididos por los Apóstoles. Los Apóstoles y otros líderes de la Iglesia visitaban las diversas congregaciones y les escribían cartas. Por esta razón, nuestro Nuevo Testamento contiene cartas escritas por Pablo, Pedro, Santiago, Juan y Judas, en las que aconsejan y dan instrucciones a los líderes locales del sacerdocio.

El Nuevo Testamento muestra la intención de que prosiguiera esta organización de la Iglesia. Por ejemplo, la muerte de Judas dejó en 11 el número de Apóstoles. Poco después del ascenso de Jesús al cielo, los 11 Apóstoles se reunieron para escoger a alguien que reemplazara a Judas. Mediante la revelación del Espíritu Santo, eligieron a Matías (véase Hechos 1:23-26). Jesús había establecido el patrón de que fueran 12 los Apóstoles que gobernasen la Iglesia.

Para poner orden en Su Iglesia, Jesús ordenó a 12 Apóstoles y les dio la autoridad del sacerdocio.

La Gran Apostasía

A lo largo de la historia, el pueblo del Señor solía caer con frecuencia en un estado de iniquidad y oscuridad espiritual llamado “apostasía”. Esto sucedió mientras los Apóstoles aún vivían y se hallaban supervisando la joven y floreciente Iglesia. Algunos miembros enseñaron ideas de sus antiguas creencias en vez de las sencillas verdades que impartió Jesús. Otros se rebelaron abiertamente. Además, había persecución desde fuera de la Iglesia. Los miembros de la Iglesia fueron torturados y asesinados por sus creencias. Uno tras otro, los Apóstoles fueron asesinados o llevados de la tierra. Por causa de la iniquidad y la apostasía, la autoridad apostólica y las llaves del sacerdocio fueron quitadas de la tierra.

Debido a estos sucesos, la organización que Jesucristo había establecido ya no existía y resultó en confusión. Cada vez más el error se abrió camino entre la doctrina de la Iglesia y en breve la disolución de la Iglesia fue total. Al período de tiempo posterior a la muerte de los Apóstoles de Cristo, cuando la Iglesia verdadera ya no estaba en la tierra, se le denomina la Gran Apostasía, y duró muchos siglos.

 

Nuestro Padre Celestial y Jesucristo se aparecieron a José Smith. A partir de ese momento, se inicia de nuevo el patrón de Dios para restaurar la verdad y la autoridad a través de un profeta.

En la actualidad, un profeta lidera la Iglesia bajo la dirección del Señor. Este profeta es también el Presidente de la Iglesia. Él posee toda la autoridad necesaria para dirigir la obra del Señor en la tierra (véase D. y C. 107:65, 91). Dos consejeros asisten al Presidente. Doce Apóstoles, que son testigos especiales de Jesucristo, enseñan a los miembros y atienden los asuntos de la Iglesia en todo el mundo. Otras Autoridades Generales y oficiales generales de la Iglesia sirven bajo la dirección de la Primera Presidencia y de los Doce. Para saber más acerca de estos líderes de la Iglesia, consulte las secciones Autoridades Generales y Organizaciones Auxiliares Generales.

Actualmente la Iglesia ha crecido mucho más que durante el ministerio terrenal de Jesús. Ahora hay millones de miembros en todo el mundo. Según crecía la Iglesia, el Señor ha ido revelando unidades organizativas adicionales. Para saber más, véase Cómo está organizada la Iglesia.

La Iglesia jamás será destruida

Hace miles de años, el Señor dijo que “[levantaría] un reino que no será jamás destruido ni será dejado el reino a otro pueblo… [y] permanecerá para siempre” (Daniel 2:44). La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es ese reino. Si bien en el pasado ha habido períodos de apostasía mundial, el Señor ha prometido que Su Iglesia permanecerá hasta que Jesucristo regrese para reinar personalmente en la tierra. Como miembros de la Iglesia, tenemos el privilegio de disfrutar de muchas bendiciones, de compartirlas con otras personas y de prepararnos para la venida del Salvador.

La Iglesia en la actualidad

El retorno prometido de la verdad

Durante la Gran Apostasía, la gente vivió en tinieblas espirituales. Unos 1.700 años después de Cristo, las personas comenzaron a interesarse más en saber la verdad sobre Dios y la religión. Algunos veían que la Iglesia que Jesús había establecido ya no estaba sobre la tierra. Otros admitían que no había revelación ni la autoridad verdadera. Había llegado el momento de restablecer la Iglesia de Jesucristo a la tierra. Dicho momento había sido previsto en pasajes de las Escrituras que profetizaban de la pérdida de la verdad y de su posterior retorno (véase Hechos 3:20–21; 2 Tesalonicenses 2:3). Dicha restauración de la verdad cumplía con la promesa del Señor registrada en el Antiguo Testamento: “Nuevamente haré una obra maravillosa entre este pueblo, una obra maravillosa y un prodigio” (Isaías 29:14).

Otro profeta llamado por Dios

En la primavera de 1820 tuvo lugar cerca de Palmyra, Nueva York, uno de los acontecimientos más importantes en la historia del mundo. Un jovencito llamado José Smith quería saber cuál de todas las iglesias era la Iglesia verdadera de Jesucristo. Se adentró en una arboleda próxima a su hogar y oró humilde e intensamente a su Padre Celestial preguntándole a qué Iglesia debía unirse. Esa mañana sucedió un milagro. Nuestro Padre Celestial y Jesucristo se aparecieron a José Smith. El Salvador le dijo que no se uniera a ninguna iglesia porque la Iglesia verdadera no estaba en la tierra.

A partir de ese momento, se inicia de nuevo el patrón de Dios para restaurar la verdad y la autoridad a través de un profeta. Se llamó a José Smith para ayudar a traer de nuevo la Iglesia verdadera de Jesucristo. Desde entonces los cielos han permanecido abiertos. La revelación prosigue hasta hoy por conducto de un profeta escogido por Dios.

El retorno de las llaves y la autoridad del sacerdocio

Nuevamente, Dios dio el sacerdocio a los hombres. Juan el Bautista vino en 1829 para conferir el Sacerdocio Aarónico a José Smith y Oliver Cowdery (véase D. y C. 13; 27:8). Más adelante, ese mismo año, Pedro, Santiago y Juan, la presidencia de la Iglesia en la antigüedad, vinieron y entregaron a José y a Oliver el Sacerdocio de Melquisedec y las llaves del reino de Dios (véase D. y C. 27:12-13).

Posteriormente, mensajeros celestiales como Moisés, Elías y Elías el Profeta restauraron otras llaves del sacerdocio (véase D. y C. 110:11–16). A través de estos hechos, el sacerdocio regresó a la tierra. Quienes poseen este sacerdocio actualmente tienen la autoridad para efectuar ordenanzas como el bautismo. También tienen la autoridad para dirigir el reino del Señor en la tierra.

La Iglesia de Cristo se organizó nuevamente

El 6 de abril de 1830, el Salvador dirigió nuevamente la organización de Su Iglesia (véase D. y C. 20:1). Habiendo recibido las llaves del sacerdocio, José Smith ahora tenía la autoridad para hacerlo. Durante el ministerio terrenal de Cristo, Su Iglesia se llamaba la Iglesia de Jesucristo y sus miembros se llamaban “santos”. Ahora, en este periodo posterior, Su Iglesia se llama La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (véase D. y C. 115:4).

José Smith fue sostenido como profeta y “primer élder” de la Iglesia (véase D. y C. 20:2–4). Más adelante, se organizó la Primera Presidencia y se le sostuvo a él como Presidente. En sus comienzos, cuando se organizó la Iglesia, sólo se instituyó un marco básico y, según iba creciendo, su organización continuó estableciéndose.

La Iglesia creció rápidamente y en poco tiempo quedó organizada con los mismos oficios que tenía la Iglesia en la antigüedad. Dicha organización incluía apóstoles, profetas, setentas, evangelistas (patriarcas), pastores (oficiales presidentes), sumos sacerdotes, élderes, obispos, presbíteros, maestros y diáconos.

1820

Primera Visión

1829

José Smith y Oliver Cowdery reciben el Sacerdocio de Melquisedec

José Smith y Oliver Cowdery reciben el Sacerdocio Aarónico

1830

José Smith organiza la Iglesia

Las primeras copias del Libro de Mormón disponibles

1832

José Smith se convierte en presidente y profeta

1833

Se organiza la Primera Presidencia

1834

Se organiza la primera estaca

1835

Se organiza el Quórum de los Doce

Se organiza el Primer Quórum de los Setenta

1847

Los pioneros viajan al oeste, a Utah

Brigham Young es llamado como profeta

2000

Se dedica el templo número 100 de los Santos de los Últimos Días

2010

13 millones de miembros