“Dondequiera que vivan en el mundo, les instamos a evaluar la condición de sus recursos económicos para prepararse para la adversidad. “Les instamos a ser moderados en sus gastos y a ejercer la disciplina en sus compras a fin de evitar las deudas… “… Si ya han pagado sus deudas y cuentan con una reserva económica, por pequeña que sea, ustedes y su familia se sentirán más seguros y disfrutarán de mayor paz en su corazón”.
—La Primera Presidencia, Preparad todo lo que fuere necesario: La economía familiar, pág. 2
Pagar diezmos y ofrendas
El éxito de la economía familiar comienza con el pago de un diezmo íntegro y con la contribución de una generosa ofrenda de ayuno. El Señor ha prometido abrir las ventanas de los cielos y derramar grandes bendiciones sobre los que con fidelidad paguen diezmos y ofrendas (véase Malaquías 3:10 e Isaías 58:6–12).
Diezmo
Cuando el pago del diezmo es la primera obligación que atendemos, se fortalece nuestro compromiso hacia este importante principio del Evangelio y disminuye el riesgo de que haya una mala administración.
Ofrendas de ayuno
En el día de ayuno nos abstenemos de comer o beber durante dos comidas consecutivas, si estamos en condiciones físicas de hacerlo, y damos luego al obispo una ofrenda de ayuno, de igual o mayor valor que los alimentos que no ingerimos. En lo posible, debemos ser muy generosos y ofrendar más. El obispo emplea las ofrendas de ayuno para atender a los pobres y necesitados.
Evitar las deudas
El gastar menos de lo que se gana es esencial para tener seguridad económica. Eviten las deudas, con la excepción de la compra de una casa modesta o el pago de una educación académica u otras necesidades vitales. Si tienen deudas, páguenlas lo más pronto posible. Un calendario de cancelación de la deuda y una hoja de presupuesto familiar son algunos instrumentos útiles para librarse de deudas.
Reconocer la diferencia entre las necesidades y los deseos
Debemos aprender a reconocer la diferencia entre las necesidades y los deseos. Debemos ser modestos en nuestros deseos. Se requiere autodisciplina para hacer a un lado la filosofía del “comprar ahora y pagar después” y adoptar la práctica del “ahorrar ahora y comprar después”.
El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008) enseñó: “Con demasiada frecuencia los gastos de una familia se rigen más por lo que sus integrantes ansían que por lo que ganan. Ellos creen que de alguna manera tendrán una mejor vida si se rodean de muchas cosas, y con demasiada frecuencia, lo único que les queda son ansiedades y angustias que pudieron haber evitado” (“Deudas terrenales y deudas celestiales,” Liahona, mayo de 2004, pág. 41).
Librarse de deudas y permanecer libre
Debemos evitar endeudarnos. Nada ocasionará mayor tensión en la vida que la opresión de las deudas, que convierten al deudor en esclavo de sus acreedores. Se requiere de un objetivo concreto, una planificación minuciosa y una firme autodisciplina para lograrlo.
El presidente N. Eldon Tanner (1898–1982) enseñó: “Aquellos que son capaces de planificar su nivel de vida a fin de tener siempre un pequeño sobrante, tienen absoluto control de su situación; pero los que gastan más de lo que ganan son controlados por su situación; son como esclavos de ésta” (“La administración de las finanzas de la familia”, Matrimonio y Relaciones familiares: Guía para el participante, pág. 29).
Utilizar un presupuesto
Lleven un registro de sus gastos. Anoten y evalúen sus ingresos y gastos mensuales. Determinen la manera de reducir lo que gasten en cosas que no sean esenciales.
Utilicen esta información para establecer un presupuesto familiar. Planifiquen la cantidad que contribuirán como donativos a la Iglesia, cuánto ahorrarán y lo que gastarán en alimentos, vivienda, servicios públicos, transporte, ropa, seguros, etc.
Disciplínense para vivir de acuerdo con su plan de presupuesto. Una hoja de trabajo para elaborar un presupuesto es un instrumento útil para ayudarle con su plan.
Establecer una reserva
Establezcan gradualmente una reserva de recursos económicos y utilícenla sólo para emergencias. Si ahorran con regularidad un poco de dinero, les sorprenderá cuánto se acumulará con el tiempo.
El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) enseñó: “Pongan sus casas en orden. Si han liquidado sus deudas y cuentan con una reserva, por pequeña que sea, entonces, aunque las tormentas azoten a su alrededor, tendrán refugio para su esposa e hijos y paz en el corazón” (“A jóvenes y a los hombres”, Liahona, enero de 1999, pág. 63).
Enseñar a los integrantes de la familia
Enseñen a los integrantes de la familia los principios de la administración económica. Permitan que participen en la creación de un presupuesto y en el establecimiento de metas económicas familiares. Enséñenles los principios del trabajo arduo, de la frugalidad y del ahorro. Recalquen la importancia de adquirir toda la educación académica posible.
Existen numerosas publicaciones a su disposición, tales como lecciones, libros y otros recursos como el folleto denominado Unidad en cuestiones de dinero: Una guía para la economía familiar.